La incomprensible histeria por el papel

La escena se repite alrededor del mundo: desde Estados Unidos hasta Australia, Francia o España, los clientes han dejado vacíos los estantes de los supermercados destinados al papel higiénico, en medio del pánico por el nuevo coronavirus.

El frenesí por los rollos de papel trasciende barreras culturales e incluso ha ocasionado violentos choques que se han hecho virales en las redes sociales. Pero, ¿por qué?

Para algunos expertos la explicación está en la teoría de juegos: si cada uno compra solo aquello que necesita, no hay escasez. Pero si algunas personas comienzan a hacer compras de pánico, la mejor estrategia es hacer lo mismo para asegurarnos de que no nos falte.

Pero esa teoría no lo explica todo: el papel higiénico no protege del Covid-19 y las compras en grandes cantidades no han ocurrido con otros productos clave como la comida enlatada.

“Pienso que viene probablemente de las dramáticas imágenes difundidas en las redes sociales, que son muy claras: los paquetes son muy reconocibles y en las mentes de las personas se ha convertido en un símbolo de seguridad”, explica Steven Taylor, autor de La psicología de las pandemias”.

“La gente siente la necesidad de hacer algo que los mantenga a ellos y a sus familias a salvo, porque ¿qué más pueden hacer aparte de lavarse las manos y aislarse?”, añadió este profesor de psiquiatría de la Universidad de Columbia Británica.

También evocó otra teoría de la evolución: la aversión a aquellas cosas que nos disgustan, exacerbada por la amenaza de la infección.

“Y creo que esta es una de las razones por las que la gente ha ido por el papel higiénico, porque es un medio para evitar cosas desagradables”, dijo Taylor.

Los economistas también han apuntado a la teoría del «sesgo del riesgo cero», que lleva a las personas a eliminar totalmente un riesgo pequeño y más superficial en lugar de hacer algo más sustancial para reducir un riesgo mayor.

“Queremos sentir que tenemos el control, con recursos limitados”, explicó Farasat Bokhari, especialista en economía de la salud de la universidad británica de East Anglia.

“Entonces, compramos algo barato, que podamos almacenar y que en el fondo sabemos que vamos a utilizar de cualquier manera”, añadió.

Según Bokhari, también se podrían almacenar productos no perecederos —como comidas congeladas, enlatados o sopa instantánea— aunque estos no sean los platos favoritos de la familia. Pero, además de que su costo es mayor, existe el miedo a que si la situación mejora terminen eventualmente en la basura.

Taylor recordó que los comportamientos actuales se asemejan a aquellos observados durante pandemias anteriores, como la gripe española en 1918 que dejó, tan solo en EU, casi 700 mil muertos y llevó a las farmacias y tiendas a ciudadanos en estado de pánico que acapararon lo que pudieron.

En aquel entonces, una teoría de complot sugería que el virus era un arma biológica alemana. Mientras que el nuevo coronavirus ha sido señalado tanto de ser un arma china como estadunidense, según quien haga la acusación.

Y, a diferencia de la pandemia de A(H1N1) en 2009, el nuevo coronavirus se propaga también en las redes sociales, lo que para Taylor tiene aspectos positivos y negativos.

“Eso ha permitido la difusión masiva de imágenes y videos dramáticos alrededor del mundo, agravando el sentimiento de amenaza y urgencia”, dijo.

Pese a todo, afirma, “las redes sociales pueden ser una buena fuente de apoyo, especialmente en caso de cuarentena voluntaria”.

Agencias