De política y cosas peores

La cercanía con Estados Unidos nos hace más vulnerables al resto de la República, más cruces fronterizos más riesgo de contagios, con el añadido de que la mitad de todos los mexicanos que hacen negocios con personas en Estados Unidos tienen que cruzar por nuestras fronteras o por lo menos hacer uso de ellas con su personal.
Es, en ese sentido, muy riesgoso acatar políticas nacionales que sólo atienden intereses nacionales, que demandan la reactivación total de la frontera porque la economía del país va a pique y hay que rescatarla al costo de lo que sea, urge que llegue dinero fresco, más a quienes se alimentan, indirectamente, de toda la actividad económica que se tiene en Tamaulipas.
Por ello hay que decir que no está en un error el Gobernador de Tamaulipas que ha propuesto que en el Estado se tenga un propio semáforo que indique los tiempos de reapertura económica, de regresar a la normalidad sin que se corran riesgos innecesarios.
Es en ese sentido que se observa de buen modo que alcaldes como el de Nuevo Laredo, Enrique Rivas Cuéllar, haya dictado medidas para restringir totalmente el ingreso de extranjeros y connacionales residentes en Estados Unidos que no justifiquen su ingreso al país y sobre todo que no cumplan con las medidas sanitarias del país.
En Tamaulipas ya se anunció que será únicamente el Comité Estatal de Seguridad en Salud el que norme los criterios finales para la apertura de los sectores productivos, la forma como habrán de realizarse, las medidas que habrán de tomarse y hasta los tiempos para ello.
El gobernador Francisco García Cabeza de Vaca puntualizó que, aunque el comportamiento de la pandemia es parecido no es igual en todo el país, que las ciudades fronterizas son muy diferentes a lo que se da en centro y sur del Estado y por tanto nos regiremos con las mismas normas.
“En consecuencia estaremos nosotros normando esos planteamientos, tomando las decisiones finales en torno a como estará siendo esta reapertura. No puede aplicarse un solo semáforo para todo Tamaulipas, en cada municipio la situación con el coronavirus es distinta y cada semana estaremos evaluando, entonces menos se debe atender un semáforo nacional”, dijo el mandatario.
No obstante, a esos criterios, dijo que el diálogo con las autoridades federales, sobre todo con la Secretaría de Salud, es permanente para revisar el comportamiento de la pandemia en Tamaulipas y llegar a acuerdos con el color de semáforo para el retorno gradual a la normalidad, mismo que ni siquiera puede ser igual en todo el Estado.
Eso es bueno, que el Gobernador al conocer más de cerca la situación no permita entrar a una normalidad a chaleco como la propuso la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, la que dijo sólo debe existir un semáforo y que las medidas las debe tomar la Federación, porque no se puede poner en riesgo en forma innecesaria toda la inversión que se ha hecho durante ya esta muy larga cuarentena ya que además cada localidad tiene su propia diversidad y actividad económica y por tanto debe recibir un trato diferente.
“En el caso nuestro, no puede ser así (atender un semáforo nacional), muy especialmente con las ciudades fronterizas, la industria de exportación juega un papel muy importante hay más de 270 mil trabajadores en este sector, tiene que haber una reapertura gradual que nos permita no caer en excesos y que se nos vaya incrementar el número de contagios, que se nos vaya saturar el sistema de salud, entonces semana a semana estaremos valorando cuál es el comportamiento que se va teniendo con la pandemia”, respondió el Gobernador al respecto.
Es, aunque parezca un pleito estéril entre autoridades locales y federales, un buen tema a analizar, y no se trata de que el ciudadano se ponga de un lado u otro sino de actuar de manera responsable para que los daños, sobre todo en materia de salud, sean lo menos posible.
Mire, en Texas se regresó “a la normalidad”, también dictada a chaleco por el gobierno federal hace unas tres semanas, los casos se dispararon y las muertes se cuentan por miles y eso es lo que no debemos permitirnos de este lado de la frontera aunque allá, de la Ciudad de México y desde los Estados Unidos, le exijan a nuestras maquiladoras reactivarse.
En Nuevo Laredo, le decía, todavía están siendo más estrictos que el simple semáforo, se ha propuesto apoyarse con la Comisión Estatal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COEPRIS) y restringir el ingreso de ciudadanos y residentes de los Estados Unidos que no cumplan con las medidas sanitarias contra el Covid-19.
El presidente municipal, Enrique Rivas, mencionó que este programa piloto implementado por el Gobierno del Estado, ya se aplica en las fronteras de Matamoros, Reynosa y Río Bravo, por lo que en Nuevo Laredo se esperan indicaciones para aplicar la medida de restricción en los puentes internacionales 1 y 2.
“Podría ser este fin de semana. Estamos esperando las indicaciones para aplicar la medida a través de los filtros del personal de COEPRIS. Una vez que nos den la pauta informaremos la fecha en que iniciará el programa en esta ciudad”, dijo el alcalde.
El semáforo rojo…
Don Algón iba en un taxi. Se asustó al advertir que el conductor se pasaba todos los semáforos en rojo sin siquiera disminuir la velocidad. Le dijo preocupado: “Oiga: se va pasando usted los altos. Podemos tener un accidente”. “No se apure, señor -le contestó el taxista, displicente-. Mi hermano se pasa siempre los semáforos en rojo y nunca ha chocado”. Para inquietud de don Algón el hombre siguió sin hacer caso del semáforo. Sucedió, sin embargo, que de súbito frenó violentamente, de modo que el vehículo se detuvo entre rechinar de llantas y humear de frenos. “¿Por qué ahora se detiene? -le preguntó con asombro don Algón-. ¡El semáforo está en verde!”. “Sí -admitió el taxista-. Pero puede venir mi hermano”. Pues bien: ante el coronavirus se nos presentan numerosos semáforos, y acabamos por no saber a cuál de ellos hacerle caso. Unos están todavía en rojo, otros cambiaron ya a ámbar, y López Obrador acaba de concederse a sí mismo la luz verde. Un día se nos dice que lo peor de la epidemia ya pasó, que ya aplanamos la curva, que domamos ya al virus, que podemos empezar a vivir en la nueva normalidad, y al siguiente se nos advierte que lo peor está todavía por venir, que el pico máximo no ha llegado aún y que por tanto no debemos bajar la guardia. Al reanudar sus giras -parece que ya se le quemaban las habas por hacerlo- AMLO pone un ejemplo que puede resultar muy peligroso. El rigor de la epidemia no ha cedido, y al ver la conducta del Presidente habrá muchos que se sentirán autorizados a volver a la vida cotidiana. Cuidado. Debería haber un solo semáforo, y todos deberíamos acatarlo. El desorden reinante en lo que hace a la pandemia no es sino un reflejo del que priva en la llamada 4T. Así estamos. Cierto señor pasó a mejor vida. Un mes después su pequeño hijo le preguntó a su madre: “Mamá: mi papi ¿está en la Gloria?”. “Está en el Cielo, hijito -respondió la señora-. La que está en la gloria soy yo”. Un amigo de Babalucas lo invitó a ver una película porno. En lo más urente de la acción comentó el badulaque, despectivo: “¡Pendejo! ¡Ahí no se dan los besos!”. Avaricio Matatías, hombre ruin y cicatero, invitó a una linda chica a cenar en restorán. A la hora de la cuenta le dijo: “Cada quién lo suyo”. La chica, de mala gana, tuvo que pagar su parte de la consumición. En seguida la invitó a tomar una copa. Y sucedió lo mismo: en el momento de pagar le dijo nuevamente: “Cada quién lo suyo”. Luego Avaricio llevó a la muchacha al solitario paraje llamado el Ensalivadero. Se inclinó sobre ella y le puso la mano en la rodilla. “¡Ah no! -exclamó la chica al tiempo que le quitaba la mano de ahí-. ¡Cada quién lo suyo!”. Nalgarina Grandchichier, bailarina en table dance, les mostró a sus compañeras un retrato de su nuevo sugar daddy, hombre añoso, gordo y calvo. Comentó: “La foto no lo favorece mucho. No se le ve la cartera”. Don Cucoldo llegó a su casa en hora desusada. Al entrar en la recámara vio a su esposa sin ropa alguna en el revuelto lecho aunque eran sólo las 5 de la tarde. Tal circunstancia hizo nacer en él ciertos recelos que crecieron cuando oyó ruidos en el clóset. Lo abrió y vio a ahí a un sujeto también en peletier. “¡Ira de Dios! -clamó el mitrado esposo que sin querer recordó sus lecturas de Salgari-. ¡Canalla! ¡Infame! ¡Miserable! ¡Vil!”. A pesar de la urgencia del momento escogió con cuidado esos denuestos porque podían aplicarse por igual al querindongo y a la pecatriz. Le reprochó ella, dolida: “Eres sumamente injusto, esposo. Tú tienes en el clóset tu raqueta de tenis, tu bola de boliche y tus palos de golf. ¿Y yo no puedo tener nada ahí?”. FIN.
MIRADOR.
Por Armando FUENTES AGUIRRE.
Aquel día San Virila no hizo ningún milagro. No convirtió en panes las piedras del camino, ni dio alas al ratoncillo al que iba a comerse el gato, ni hizo que ardiera el fuego en el hogar aunque no había leña en él. Explicó:
-El nuevo día ya es milagro suficiente.
Sucedió, sin embargo, que una mujer llegó llorando. Le contó entre lágrimas:
-Mi marido es un borracho, padrecito. Tiene buen vino, es cierto. Cuando bebe me lleva flores y regalos, me hace cosas que no son para tus oídos. Pero por su embriaguez nunca trabaja. Yo soy la que debo mantener la casa.
Virila buscó al esposo y puso la mano sobre él. Desde ese día el sujeto dejó de tomar.
Días después la mujer acudió de nuevo ante el frailecito. Le dijo:
-Desde que mi marido dejó el vino tiene un humor de los demonios. Me maltrata, se acabaron los regalos y las flores y ya no me hace cosas que no son para tus oídos. Haz que vuelva a beber.
Mientras buscaba al hombre iba pensando San Virila:
-¿Quién les entiende?
¡Hasta mañana!…