Vida Diaria

Rosa Elena González

09/08/17

No se mandan solos…

Como dijera el abuelo ¿para qué tanto brinco estando el suelo tan parejo? Es un viejo dicho, pero que hoy aplica bastante bien en los aspirantes a la dirigencia estatal del PRI Tamaulipas que hoy andan llamada tras llamada, visita tras visita a los delegados pidiendo el voto para alcanzar su anhelo.
Todavía no entienden que la elección no será a capricho de tal o cual aspirante sino por lo que convenga al partido, se cumplirán los protocolos sí, pero se decidirá por aquel personaje que menos problemas le traiga al PRI nacional, que sin cuestionamientos pueda llegar a consensos, no generar conflictos.
¿Por qué debe ser así? Sencillo, son muchos factores los que tomará en cuenta el Comité Ejecutivo Nacional, no sólo se trata de una simple elección interna, es cimentar para el 2018 y en ese contexto hasta la voz de mando de su líder político nacional se escuchará y los priístas tamaulipecos deberán la instrucción acatar.
La renovación de la dirigencia estatal del PRI no puede ser por capricho, y la decisión tampoco será imposición, será de acuerdo a una serie de factores de cara a la elección presidencial.
Por lo tanto sería bueno que todos los aspirantes a la presidencia del PRI hicieran un diagnóstico real de que es lo que necesita ese instituto político en estos tiempos, incluyendo que tanto bien o mal le harían ellos, los aspirantes a la dirigencia, al tricolor.
Son siete los aspirantes, unos con méritos, otros que de relleno y uno que otro que busca blindaje y cobrar venganzas, pero ellos mejor que nadie debe entender que más allá de sus intereses personales están los de su partido.
Dos o tres de los que desean dirigir al PRI Tamaulipas traen una larga estela de cuestionamientos, incluso por corrupción o relaciones peligrosas y eso el Comité Directivo Nacional lo someterá a valoración.
Es verdad que no tienen un líder político en el Estado que les marque línea, pero también es cierto que sí cuentan con un presidente nacional, por lo tanto no son autónomos, quererse ir por la libre es prácticamente firmar su sentencia de muerte política en las filas del tricolor.
Tristemente, hasta para el mismo PRI, es que a dos o tres de los suspirantes se les olvida que es un partido nacional no una organización local.
Antes que cualquier capricho, que parecen infantiles aunque muchos ya sean seniles, están las conveniencias del partido, pensar en lo que se avecina y las posibles alianzas nacionales para el 2018, por lo tanto el que llegue a la dirigencia del PRI deberá contar con el aval del CEN, además de llevar una relación afable y de respeto, que no es lo mismo que sumisión, con el Poder Ejecutivo de Tamaulipas.
Porque en la elección del dirigente estatal del PRI también se tiene que analizar el contexto nacional, la elección del 2018, la conveniencia del tricolor ante un posible acuerdo nacional con el PAN para tratar de frenar al PEJE, de lo contrario se irían derechito al rancho de LÓPEZ OBRADOR el pacto priísta y al mismo partido.
El dirigir un partido político no es vestirse de guerrillero y andar declarando la guerra por así convenir a sus intereses, es tener madurez política, conocimiento de las causas venideras, coherencia, relaciones afables e imagen sin cuestionamientos.
Tomar al PRI para que le sirva de armadura y entrar a una guerra sin cuartel provocara caos entre los mismos priístas, quienes quedan en medio de la revuelta será la militancia y de pasada el pueblo puede sufrir daños colaterales.
Dirigir un partido político es ver las conveniencias del instituto, de su militancia y hasta de la ciudadanía, por lo tanto quien esté al frente, en este caso del PRI, debe ser una persona que tenga carácter, convicción, aval nacional, amor a la camiseta, pero sobre todo sensibilidad política, credibilidad y tener bien claro que no se mandan solos.