Sepultan a familia acribillada en Reynosa

Reynosa.— “La vida aquí se está acabando, los que no se van en un ataúd, se van huyendo antes de que nos maten”, asegura un poblador del Ejido Congregación Garza, conocido como El Charco, zona rural al sur de Reynosa.

En uno de sus poblados, llamado Plan El Alazán, el pasado 23 de noviembre, tres integrantes de una familia murieron y cuatro quedaron heridos, al ser emboscados por hombres armados.

La familia, que viajaba a bordo de dos camionetas, regresaban de una celebración cuando fueron interceptados por hombres armados, quienes rafaguearon los vehículos.

Los integrantes de la familia Olivares habían asistido a un bautizo y al regresar a Reynosa, entre las 19:00 y 20:00 horas, se escucharon detonaciones, aseguran testigos.

Luego de rafaguear las unidades, los agresores huyeron, por lo que una de las personas lesionadas pudo regresar con sus familiares en Plan El Alazán para pedir ayuda.

Tras el aviso a las autoridades, elementos de la Policía Estatal y de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) acordonaron el área y esperaron la llegada de peritos para levantar los cuerpos.

Los heridos fueron llevados inicialmente al Hospital Materno Infantil para después trasladarlos a hospitales cercanos.

El adiós
Ayer, en medio de un fuerte dispositivo de seguridad, los ataúdes, uno café, con los restos de Ovidio, de 30 años; uno gris, con el cuerpo de Domitila, de 70, y uno rosa para Yenni, de 14, fueron custodiados por elementos de las policías Estatal y Federal.

El convoy de unidades se enfiló desde Reynosa hasta el Panteón Guadalupe del Ejido Congregación Garza para que los cuerpos fueran sepultados. En el cementerio, familiares y amigos esperaban ansiosos la llegada de las carrozas.

“Ya no estamos seguros ni en la casa, apenas cae la tarde y nos refugiamos. A veces los hombres armados llegan, se llevan nuestro ganado, vehículos, se meten a robar”, cuenta una mujer.

Los residentes de las zonas rurales en Reynosa aseguran que existe algo contra lo que no pueden luchar: el miedo.

“No podemos quedarnos para que nos maten, tenemos miedo y con eso no puedes vivir. La mayoría de las familias decidimos irnos. Con la muerte de esta familia confirmamos que nada nos retiene, no es la vida que queremos para nuestros hijos”, asegura un hombre, quien pidió guardar el anonimato.

Agencias