Presencia de mujeres y niños en prisión, invisibilizada y sin condiciones de reinserción social

23/06/2017.- A pesar de que en la frontera de Tamaulipas los Centros de Ejecución de Sanciones de Tamaulipas (Cedes) de Matamoros, Reynosa y Nuevo Laredo son mixtos, habitados por mujeres y también por sus hijos menores de tres años, ellas no son visibilizadas, no reciben el tratamiento necesario para reformarse como ciudadanas ni para su reinserción social.

Así se pone de manifiesto en los estudios realizados por Karla Villarreal, investigadora de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, quien ayer presentó una conferencia en el Colegio de la Frontera Norte (Colef) en Matamoros, donde reveló que actualmente hay 356 mujeres recluidas en las prisiones del Estado.

Perfil delictivo
La conferencista expuso que el perfil de las mujeres que están en la cárcel es en su mayoría relativo a los delitos de robo, homicidio y más recientemente, por participar en actividades de delincuencia organizada.
La presencia de infantes en los Cedes obedece a que algunas de las internas llegan ya en estado de gravidez y otras quedan embarazadas al relacionarse con parejas que conocen dentro el penal.
A las madres se les permite tener a sus hijos hasta los tres años y después deben dejarlos en custodia de familiares o amistades para que tengan acceso a la educación inicial, por lo cual el número de niños y niñas es variable, pero se calcula que alcanza un 10 por ciento de la población de mujeres internas.
“Sin embargo, el 80 por ciento de las reclusas son madres y la mayoría de ellas tiene que dejar a sus hijos fuera”, detalló la investigadora.

Triple victimización
De acuerdo con los estudios de Karla Villarreal, en prisión las mujeres sufren una triple victimización: Primero, porque el 90 por ciento de las mujeres que ingresan a la prisión son abandonadas por su pareja. La segunda causa es que se enfrentan a un sistema en el que hay autogobierno manejado por hombres y que la construcción social de ese espacio es regida por el sexo masculino.
En tercer lugar, la mayoría de ellas no cuenta con medios económicos, pues son de más bajos recursos que los hombres que llegan a la cárcel y tampoco dentro de los Cedes tienen muchas oportunidades de ganar dinero. El trabajo para ellas es limitado y está encasillado en las actividades de su rol de género, como cocinar, limpiar, lavar ropa e inclusive la prostitución.

Motines
La especialista refirió que en últimas fechas se ha focalizado la atención mediática en los motines registrados en los Cedes de Tamaulipas y se pone atención a lo que pasa con los hombres, pero no se ha dicho qué ocurre en las áreas de mujeres.
Explicó que la primera medida de seguridad que se aplica es el cierre del espacio donde permanecen las mujeres y los niños, pero ello también conlleva el riesgo de que si ocurriera otra contingencia no pudieran salir.

Agregó que aunque están encerradas, escuchan todo lo que sucede y eso les crea estados de angustia que tienen consecuencias psicológicas muy fuertes, comenzando por una sensación de indefensión.
“Quedan traumatizadas, nunca se tratan y tienen que sobrevivir con eso hasta que salen de prisión. Son encerradas prácticamente en el área femenil, no cruzan hacia el área donde está sucediendo la problemática, pero escuchan y perciben todo”, remarcó.

Al respecto, el secretario de Seguridad Pública de Matamoros, Marco Antonio Trejo, quien participó como comentarista de la conferencia, coincidió con la investigadora en la existencia de autogobiernos dentro de los Cedes y mencionó que en el caso del penal de esta ciudad fronteriza actualmente hay una población de 863 internos y 74 mujeres.

Agencias