Paraguayo se crucifica para exigir derechos

Asunción. AP- Pablo Garcete, de 71 años y exempleado de la represa hidroeléctrica de Itaipú, se convirtió en el quinto de los «crucificados» frente a la embajada brasileña en Asunción, donde otros tres hombres y una mujer siguen clavados a una cruz de madera reclamando derechos laborales retroactivos. Garcete, que trabajó durante seis años en la represa, compartida por Paraguay y Brasil, comenzó así una protesta extrema que incluye una alimentación exclusiva de suero y zumo para disminuir la deposiciones y no verse obligados a dejar la cruz.

La protesta
Tras ser clavado al madero, el anciano fue colocado junto a Roque Samudio, de 58 años, Gerardo Orué, de 49, y Roberto González, de 61, que hoy cumplieron 20 días acoplados.
Al lado de estos, pero desde hace 13 días, está Rosa Cáceres, de 52 años, esposa y madre de dos ex empleados que trabajaron durante cinco años en la hidroeléctrica, la de mayor producción del mundo. «Mi familia no quería verme así, pero yo he venido a reclamar lo que es mío» , dijo a Efe Garcete. La protesta del quinteto busca que miles de extrabajadores paraguayos de la represa cobren los derechos laborales retroactivos que dicen se les adeudan por un convenio suscrito en 1974 por los entonces gobiernos dictatoriales de Paraguay y Brasil.

Clavando
Los «crucificados» han visto pasar las Navidades desde esa posición con el apoyo de sus excompañeros y de sus familiares, como es el caso de Cáceres, quien recibió la visita de algunos de sus nueve hijos. «Me alegró mucho que vinieran, pero lo que siento no es felicidad, sino tristeza porque se sigan clavando compañeros. Hoy lo hizo un compañero ya tan viejito que no se merece esto, tendría que estar en su casa disfrutando del bienestar por el que ha trabajado» , aseguró Cáceres. Una de sus hijas, Cintia Acuña, de 14 años, se encargó de atender a su madre y de contenerla cuando rompió a llorar durante la crucifixión de Garcete.

Cruz
«El dolor que sentimos como hijos al ver a nuestra madre sin poder levantarse no se puede explicar. Ella es una luchadora y está clavada a una cruz, y a nosotros verla así se nos clava en el corazón, donde más nos duele» , expresó Acuña a Efe.