Orbe

Estabilidad y paz social: lo primero

De acuerdo con la mayor parte de los acontecimientos políticos y sociales, México vive desde hace 23 años una vida democrática cuya transición no ha sido fácil de llevar como tampoco de fortalecerla.
El punto de referencia sería el marco de la reforma política de 1996 y las elecciones de 1997 donde la oposición -en un hecho inédito- desbancó por primera vez al PRI en la Cámara de Diputados.
Sin ir por lo pronto muy lejos, Tamaulipas, nuestro Estado, tiene apenas unos tres años de recorrer plenamente este camino democrático, cuando el entonces senador Francisco García Cabeza de Vaca decidió buscar la gubernatura del Estado.
Un suceso que marcó un parteaguas histórico en la vida de los tamaulipecos, pues el PRI, que había mantenido el poder en la entidad por muchas décadas, finalmente reconocería su derrota a través de su aspirante Baltazar Hinojosa Ochoa.
Ese fue el cambio y el salto al futuro para Tamaulipas. Un cambio que muchos calificaron de drástico, pero que ayudó inclusive al propio PRI a iniciar una renovación y a dejar de lado el neoliberalismo con el que tanto daño se infligió, siendo el pueblo el que más sufrió desde que Carlos Salinas de Gortari arribará al poder, hace 30 años.

BASTA DE PALABRAS: URGEN LAS ACCIONES
E igual que ocurrió en la entidad con Francisco García Cabeza de Vaca al ganar el Gobierno del Estado, lo mismo pasó con el tabasqueño Andrés Manuel López Obrador al superar electoralmente a su principal contrincante, el panista Ricardo Anaya, y de la misma forma a José Antonio Meade y Jaime Rodríguez Calderón “El Bronco”.
No fueron, según piensan equívocamente un sinfín de personas, estos procesos electorales el epitafio de varias fuerzas políticas y el fin de una era que jamás regresará.
Fue ciertamente, para todos los grandes actores políticos, oportunidad de realizar una profunda reflexión sobre lo que venían desarrollando.
Sin embargo, lo grave que está ocurriendo en el plano nacional radica en que López Obrador parece atrapado en una banda que no tiene fin. Unos señalan que ya manifiesta «síntomas» de lo que podría convertirlo en un dictador, semejante a Fidel Castro, Hugo Chávez, Nicolás Maduro e incluso Evo Morales.
Otros simplemente indican que sus capacidades de las que presumió, no son reales.
El “me canso ganso” está resultando un fiasco y un fraude contra los 30 millones de mexicanos que votaron por él, y por extensión hacia toda la sociedad en su conjunto.
Asimismo, el enorme peligro de que regrese el autoritarismo y el monopolio de las decisiones que recaen en un solo hombre, son sospechas fundadas, pues el presidente de la República no sólo habla demasiado y hace poco, sino que, dicho sea con todo respeto, trasciende la necesidad de que se indague en su psicología, pues así como afirma con vehemencia algunas cosas, a los pocos días se desdice.

EN LO QUE DECIDE, EL PAÍS SE VUELVE UN POLVORÍN
El hecho de que López Obrador tenga aún un poco de simpatía por parte de un sector de la sociedad, no significa que éste sea lo suficientemente preparado para entender la suma de errores, caprichos y necedades que vuelven al país cada vez más vulnerable.
A todos los mexicanos que discrepan sensatamente con él, que son mayoría, les urge, por lo pronto, se les garantice lo más pronto posible que se combatirá la inseguridad y se acabe con la impunidad, males fatales que están acabando con México y que más temprano que tarde estarán provocando una mega-migración de mexicanos hacia Estados Unidos y Canadá.
Pero paradójicamente no se le ven intenciones, excepto decisiones tibias, que de continuar, estarían exhibiendo a un presidente de mentiras despachando en Palacio Nacional.
Como decíamos: ya estamos inmersos en la transición de la democracia. Ahora sólo falta saber si este contexto llevará consigo una consistencia ética de valores y decisiones inmediatas.
O si en medio de las matanzas, el señor presidente sólo continuará hablando sin parar, como un loro nervioso, en tanto crece en la ciudadanía ese sentimiento de falta de solidaridad de parte de las autoridades federales que sólo se limitan a “lamentar” las atrocidades criminales que se suscitan día tras día. Lamentaciones que alguien tiene que informarles sirven para muy poco o para nada, expresadas en medio de la temporada más violenta de la historia contemporánea del país.
¡Feliz fin de semana!