OPTIMUS

Jorge Alberto Pérez González

06/08/2017

Migran para delinquir
¿los repatrian para?

La violencia no cesa, esta semana fueron muchos los hechos que ya consignaron los medios, no todos, pues son tantos que difícilmente se les puede dar cabida en la edición de un día.
La válvula de escape y la fuente de información está en las redes sociales, ahí cabe todo, hasta mentiras promovidas con la intención de desacreditarlas, pues muchos tienen la costumbre de solo leer la cabeza de la nota y compartirla o virilizarla mediante sus redes íntimas como el WhattsApp antes siquiera intentar corroborarlas.
Sin embargo dos atentados a hoteles llaman a escena a la suspicacia, uno en González y el otro en Reynosa, ambos albergan policías estatales, en ninguno de los dos no hubo heridos, pero las imágenes corrieron como reguero de pólvora por todas las redes a escasos segundos de efectuados.
En Reynosa gran cantidad de vidrio regado en el pavimento, el atentado sin precisar si fue bomba, granada o petardo, (conocido también como granada de humo y estruendo) no dejó una gota de sangre, gracias a Dios.
Mientras que en González el atentado a balazos no perforó ninguno de los blocs de la construcción y el tirador o los tiradores fueron tan malos que no le pudieron atinar a una puerta o una ventana de los cuatro cuartos que tenían enfrente.
¡Difícil de creer! Muchos piensan que son actos de victimización auto recetados.
Pero pasemos a otro tema que resulta todavía más preocupante:
El jueves por la tarde en la ciudad de Hidalgo, Tx., se aproximaron 6 autobuses a la línea divisoria con México, justo en el Puente Internacional que divide a esa ciudad que le da nombre al Condado con la ciudad de Reynosa, Tam.
Los “customs” tenían todo el operativo preparado, fueron acomodando a los recién llegados, todos adultos, hombres y mujeres para iniciar el proceso de repatriación, sin embargo algo llamó poderosamente la atención de los transeúntes que en ese momento cruzaban en ambos sentidos.
Si bien no todos, muchos de los pasajeros de los autobuses llevaban el uniforme color naranja de las cárceles norteamericanas, pero además, algunos llevaban grilletes en la cintura y las piernas, de esos que sólo se le enjaretan a los de alta peligrosidad.
Con paciencia los “marshals” fueron quitando las esposas unidas en cadena a los grilletes, para entregarlos a los guardias fronterizos que se encargarían de guiarlos de regreso a su patria, bajo el overol naranja tenían ropa de uso común.
Quienes vieron la escena comentaban soterradamente la posibilidad de que esa operación fuera parte de una limpia en las cárceles americanas, para deportar a peligrosos delincuentes que habrán de dejar el espacio para otros junto con el overol usado, pues los detenidos por infracciones mínimas, como es la migración ilegal, no requieren de ese tipo de medidas de seguridad.
El ciudadano común y corriente, no sabe si con los repatriados viaja su expediente criminal, si las autoridades mexicanas reciben de igual manera a quienes requieren de ayuda para regresar a su lugar de origen y a quienes sin duda se quedarán en la frontera para buscar nuevamente el reingreso a los Estados Unidos o servirán como carne de cañón para quienes reclutan delincuentes.
La duda asalta la conciencia, pues bien se sabe que muchos se quedan en la frontera, pues de aquel lado de la línea divisoria permanecen familiares e hijos nacidos allá y lo mejor es estar cerca de ellos que sí pueden cruzar la frontera para cuando menos lograr un abrazo cariñoso. Ellos seguramente buscarán un trabajo y se ayudarán en su estancia en la frontera con los pocos dólares que su familia legal les haga llegar.
Pero de los otros, esos que dejaron su overol naranja en tierra norteamericana y cruzaron ya sin grilletes ni esposas ni expediente, esos que; MIGRAN PARA DELINQUIR, ¿LOS REPATRIAN PARA?

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