LOS HECHOS

José Inés Figueroa Vitela

05/08/2018

EL PETATE DEL MUERTO

El que algunos exdirigentes, asesores y cuadros del priísmo tamaulipecos anden juntando afanes, para apurar el proceso de renovación de la dirigencia estatal partidista, no parece algo extraordinario.
Si no se hace pronto la elección, luego ya estarán en tiempos electorales -el proceso inicia en octubre- y entonces ya no tendrán voz y voto, pues será una designación de México capital, la que impere, inhibidos por la ley en el empate de elecciones constitucionales con las partidistas.
Lo curioso es que más de uno, de esos que animan la renovación del mando estatal tricolor, pensando en jugar el rol protagónico de la sucesión intrapartidista, ande desde ya tocando puertas en Palacio -donde despacha la administración panista-, pretendiendo el aval del supremo.
Traen bajo el brazo, el petate del muerto.
Que si el PAN no hace alianzas con el PRI, entonces lo va a hacer MORENA y en ese escenario, no habrá medida suficiente para ganar la mayoría y prolongar el PAN, el dominio del Congreso en las elecciones locales del año entrante, con todo lo que significa, es la justificación recurrente.
En los tiempos del unipartidismo estatal, el PRI acostumbraba “meter mano” en la definición de las dirigencias de los otros partidos, como instrumento de control y dominio de la escena electoral.
Al PAN-Gobierno, ahora buscan “facilitarle” las cosas, algunos priístas formados en aquellas prácticas, por cultura política o simple ánimo de supervivencia, en escenarios para los que no estaban preparados, no han catalizado, ni se acaban de acostumbrar.
Pero las formas de la nueva clase política estatal dominante son distintas, como se demostró en la estrategia para arribar al poder y se confirmó en el reciente proceso eleccionario.
Ciertamente, se ha válido de incorporaciones estratégicas a sus jornadas electorales, pero ha sido a partir de los individuos, personajes de influencia regional casuística, temporal, más que de las instituciones político-partidistas estatales.
El par de sujetos, ahora sentados en la antesala, de la antesala del Poder estatal, lo más que pueden ofrecer en venta, es sembrar la discordia y la división, porque de la gastada imagen, como reconocidos “presupuestívoros”, no les alcanza para ganar la elección interna.
Aterrizados en el costo-beneficio, igual enfilan a que a ninguna de las partes resulte al final atractiva la oferta, aunque hay ejemplos de otros que han sabido “vender caro su amor aventurero” y quienes, en el credo de la rueda de la fortuna, “aunque sea abajo, pero adentro”.
El escenario no es mayormente distinto respecto de otros priístas o expriístas, ofertándose por los mentideros morenistas como los grandes estrategas, operadores y ejecutivos de la política electoral.
Traspolar las viejas praxis tricolores a los nuevos emblemas partidistas en el poder, igual pretende la migración de otras monsergas.
Por lo pronto, en un mes ya fraccionaron el movimiento estatal de MORENA en tres apartados, que, antes de sentarse ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR en la Presidencia de la República, ya andan disputándose la distante candidatura a la sucesión estatal.
En cuanto se declaró electo Senador a AMÉRICO VILLARREAL ANAYA, aparecieron los “viejos amigos”, declarándose listos para empezar a trabajar el proyecto para convertirlo en el próximo Gobernador del Estado.
Unos días después, anunciada la designación del frustrado candidato a la alcaldía reynosense, JOSÉ RAMÓN GÓMEZ LEAL, como inminente representante del nuevo Gobierno Federal en la entidad, otra cargada de “neomorenistas” se hizo manifiesta, dándolo como seguro candidato a la sucesión de su cuñado.