LOS HECHOS

José Inés Figueroa Vitela

08/05/2016

¿Dónde te agarró el debate?

Quién ganó y quién perdió en el último debate de los candidatos a la gubernatura se podrá medir a la luz de variados tamices.
En principio el hecho de que la transmisión en audio y video se haya limitado a las radiodifusoras públicas, a un canal de paga local en la capital y a través del internet con las limitaciones propias que implicaron una secuencia a ratos interrumpida limitó la audiencia.
Aunque la ley obliga a la transmisión en las empresas privadas de radio y televisión con cobertura en al menos la mitad del territorio estatal, las cadenas nacionales de televisión que la tienen, operan como empresas regionales independientes, librando el mandato aquel.
Comoquiera, en las casi dos horas que dura el debate hay compromisos comerciales y con las mismas instancias gubernamentales -como los spots de las campañas- que resultan ineludibles de derecho y lógica comercial que no se han previsto en la legislación.
Ya con esos antecedentes se acota la incidencia de la celebración del debate en la eventual tendencia de la intención del voto.
Pero además la consumación del mismo no arrojó elementos contundentes que pudieran orientar de manera dominante al electorado potencial.
La mayoría de los candidatos y dirigentes de los partidos salieron pronto a celebrar su pretendido triunfo en la confrontación, empezando por quienes son identificados como punteros en las preferencias: el PRI y el PAN con sus candidatos.
En términos generales se puede decir que el priísta BALTAZAR HINOJOSA OCHOA salió airoso del compromiso, porque fue quien presentó el abanico de propuestas más amplio y estructurado de la temática dispuesta y declinó a caer en las provocaciones que desde su primera exposición le enderezó el panista.
Solo unos segundos le dedicó a responderle en una sola ocasión, casi al final de sus exposiciones, sin distraerse de la intención de hacer llegar a la audiencia el contenido de su agenda programática gubernamental.
El abanderado azul, como en la anterior ocasión, se dedicó al golpeteo de manera dominante y a contrasentido, tampoco respondió a graves señalamientos que le reiteraron con gráficas y documentos, otros contrincantes.
Sólo esbozó un “era de mi padre (…); invertimos en el campo”, sobre el rancho de Soto la Marina dotado de multimillonaria infraestructura, lo que a nadie convenció dado los antecedentes de precariedad económica familiar hasta antes de su ingreso a la política y el hecho de que “en estos años nadie invierte en ranchos”, espetado por su acusador.
Los desplantes, dichos y chistes de candidatos como el perredista JORGE VALDEZ, el independiente PACO CHAVIRA y GUSTAVO CÁRDENAS del Movimiento Ciudadano hicieron reír hasta al serio moderador FRUCTUOSO SÁENZ.
Del chicochichesco “¿Quén Pompó?” de GUSTAVO para CABEZA, a la invitación de VALDEz a CHAVIRA a ser “enlace de su gobierno con la comunidad lésbico-gay” y el revire de éste dándole la bienvenida y ofreciendo coronarle el fin de semana como tal.
Espantaron el eventual tedio de las comparecencias, pero ese no era el motivo del encuentro.
Desmereció también el alarde de vallas metálicas y uniformados custodiando el entorno hasta impedir el acceso de los periodistas a la entrevista en la llegada de los comparecientes pero fue un elemento que salió del campo de los organizadores centrales, el IETAM.
La presencia del dirigente nacional panista ALBERTO ANAYA la noche del debate al lado de su candidato y los eventos con él, ayer en Reynosa, acompañado de la esposa del ex presidente MARGARITA ZAVALA de FELIPE CALDERÓN, dejan variadas lecturas.
Que el proyecto tamaulipeco no anda tan “ganado”, como presumen y su talón de Aquiles son las relaciones peligrosas elevadas al campo electoral doméstico.
A más, que los venidos de México ya andan peleándose los foros para promoverse de cara a la candidatura para la sucesión presidencial que se dará en dos años más.
Las exoneraciones a priori de los “ilustres” visitantes por necesidad más que un aval caen en el campo de las complicidades, amén de la calidad moral que les acompañe por complicaciones propias en hechos reñidos con la decencia política y lo que resulte de esta tempranera disputa interna nacional.