Locuras Cuerdas

Las letras y las ideas. Optimismo Pluralista.

5/04/2018 – El libro enriquece igualmente la soledad y la compañía… La vida muere, los libros permanecen. Alfonso Reyes.
Soluciones poéticas o soluciones narrativas. Esa es la épica disyuntiva en que nos encontramos quienes tenemos el hábito laborioso de escribir en forma periódica. Es una bendita costumbre que el destino o la vocación ha sembrado en nuestra vida cotidiana que se considera irremediable e inexorable. Muy seguramente, mi querido lector, algunos de los escritos de mi relativa autoría; hoy, debido a internet muchos escritos son reloaded o algo muy parecido a un covert pero con el sello característico de cada quien. Dichos escritos aludidos que usted ha tenido a bien pasar por sus ojos, pudieran haberle parecido procacidades joviales con los cuales puede que ocasionalmente usted no esté de acuerdo. A eso es a lo que se le puede llamar con un sesgo iluso de optimismo una bendita pluralidad en la cual tengo la ventaja de tener la caja de pandora que es el espacio que muy gentilmente conceden los medios de comunicación.
Es evidente que cada uno de nosotros leemos o escribimos nuestra realidad a través de nuestras pequeñas obsesiones, y en ese tenor, escribir nos produce abismos existenciales que sólo se resuelven con más letras y luego entonces esta dinámica se convierte en un círculo vicioso, o acaso ¿debo decir virtuoso? Las muchas letras te han afectado el cerebro le dijo Festo al apóstol Pablo cuando navegaban plácidamente en medio del mar de sus ideas divergentes; y en otro contexto no olvidemos que Alonso Quijano (Don Quijote) se vuelve loco por leer muchos libros de caballerías. En fin que las letras tienen esa calidad binaria, es decir pueden ser bondadosamente malas o malditamente buenas, una típica locura cuerda.
Alguna vez un admirador le dijo al escritor regiomontano Alfonso Reyes que cuidara bien sus letras, que no las derrochara, pero eso no hizo mella en el insigne e ínclito escritor que tenía la característica y la osadía de ser siempre una carta abierta de cuanto pasaba por su cabeza pensante, otro sesgo que puede también ser catalogado de binario, virtud y defecto.
La escritora poblana Ángeles Mastretta dice en forma magistral que en el mundo de las letras muchas cosas se pierden en los pliegues de la sublime vida diaria; esto quiere decir que una buena idea puede rondarte la cabeza pero en forma irremediable se pierde en el proceloso mar de las exigencias seculares, pero impostergables, como pagar el agua, la luz, regañar las contradictorias mentes milleniales de nuestros hijos entre otras cosas más pueriles.
El escritor francés Honorato de Balzac expresaba que algunas veces tenía necesidad de algo que no alcanzaba a descifrar. La primera vez que leí ese concepto me pareció un soberano absurdo, pero con el paso del tiempo y de la vida entendí la ansiedad que describía dicha paráfrasis. La he vivido cuando me invaden las ideas que no puedo aterrizar en letras. En fin, en esta espiral tan versátil y tan profunda del mundo de las letras y las ideas el chiste es lograr ponerle el cascabel a esa idea latente que merodea nuestra unineuronal cabeza y atraparla para después poder contar una historia que nos dé la posibilidad de seguirla y no sólo de interpretarla. Suena poético y romántico y hasta fácil. No lo es tanto y a veces se sufre como se sufre leyendo al Marqués de Sade en “Justine o los infortunios de la virtud” las angustiosas, disímiles y antagónicas pero vibrantes y fascinantes vidas de las hermanas Justine y Juliette. No sufres para morirte, sufres porque vives, porque logras captar el pulso emotivo de la vida en una o muchas ideas que te hacen interpretar o dilucidar el mundo en que vivimos. Quien lo capta entenderá que esta vivencia produce una conducta similar a la de la famosa interjección de ¡Eureka! de Arquímedes el matemático quien después de andar husmeando en las sinapsis de sus neuronas logró concretizar en letras el torrente de ideas que le robaban su tranquilidad intelectual.
Con tanto avance tecnológico y con tanta falta de ideales en la clase política en la que ya no importan las lealtades y hoy solo importa llegar al poder el mundo de las ideas y de las letras vive el estertor de la agonía en una clase que podemos tildar de egoístas y megalómanos, que en otras palabras solo les interesa su llegada al poder.
El tiempo hablará.