Locuras Cuerdas

Hechos en silencio

12/07/2018 – Aprende a desdeñar eso que llamamos civilización, y que rara vez es tal, y a extraer de ella lo que de cultura encierre. Miguel de Unamuno.
Apreciado lector mío, me sorprende cómo cambian las cosas en nuestro entorno político de todos los niveles, antes para hablar mal de cualquier funcionario de primer nivel se requería valor, hoy es diametralmente opuesto, el valor se requiere para hablar bien de cualquier presidente, gobernador o secretario.
Me tocó estar presente en el evento del cierre del ciclo escolar 2017-2018 de educación básica al que asistió el secretario de Educación en el Estado, Héctor Escobar Salazar, quien tuvo el privilegio de retornar varios años después al jardín de niños que marcó el inicio de su vida académica. Regreso a contemplar su infancia, esa niñez que Unamuno dice forma y conforma a los hombres de bien. Y como esta escuela de la puerilidad fue la misma que me formó a mí, fue inevitable ponerme a filosofar. En esa tormenta de recuerdos y de ideas que se manifestaba en mi mente en medio del evento de clausura, recordé que hay una leyenda de la realidad que es la sustancia, esto se refiere mi querido lector a la íntima realidad.
Pude concluir plácidamente que la esencia de un individuo y la de un pueblo es su historia, y la historia de cada quien inicia con su inevitable infancia, hasta donde, ese día nos llevó el secretario Héctor Escobar, que se convierte en la filosofía de la historia, la cual tiene que ver con la reflexión que cada individuo o cada pueblo hacen de lo que les sucede, de lo que sucede particularmente con ellos. Con todo esto se constituyen hechos que a su vez se convierten en ideas hecha carne. Este sustancial y no minúsculo hecho existencial me llevó a poner lupa al titular de la educación en Tamaulipas.
Héctor Escobar Salazar, de 36 años de edad y con una serie de estudios de posgrado en su haber curricular, que se le notan en su forma de conducirse y en su habitual retórica; pues me ha tocado conocer personas que dicen tener el mismo nivel de estudios pero no dejan de decir: “gentes”, “fuistes”, “venistes”, “haiga” y un extenso etcétera de estridencias lingüísticas que ponen en duda los títulos académicos que presumen, pero no es el caso del secretario aludido.
Coincidimos en Televisa en el programa de análisis electoral en la elección que encumbró a su ahora jefe en el gobierno del Estado, hasta entonces yo no sabía nada de su biografía. En esa ocasión tuvimos posiciones encontradas, no como las que en su momento tuvieron los escritores Góngora y Quevedo en España, pero me pareció una persona educada y mesurada. Hoy, después de que el tiempo abona información y hechos, puedo concluir que es un secretario que vive en la historia y vive la historia.
Escobar Salazar aceptó ser el titular en el Estado de una cartera de doble filo, de esas en las que la crítica fluye si haces, lo mismo que si no haces; como quiera Juan te llamas diría El Piporro. Todo esto viene a colación porque definitivamente, como en su momento lo afirmó Marshall McLuhan, vivimos en una aldea global redomada, es decir todo se sabe, no gracias a nosotros, sino a pesar de nosotros.
Y en ese tenor una de las tantas maestras jóvenes a quien se le adeudaba la justa retribución económica por el desempeño de su vocación magisterial, me contó con evidente emoción que ya se le había pagado el emolumento que su actividad diaria le había generado. En ese diálogo le hice algunas preguntas que su respuesta siempre fue, gracias al secretario.
Este hecho me puso a pensar. Siempre nos quejamos cuando las cosas están mal, eso es lo justo, se le puede llamar libertad de expresión. Pero por otro lado, nos quedamos callados cuando las cosas funcionan bien. Eso no me parece tan justo. Pero como vivimos en la era digital de las redes sociales, en las que cualquier hijo de vecino opina sin ton ni son, y ante el rumor enloqueciente de las atareadas o alborotadas muchedumbres humanas se proyecta cierta primitividad en los usuarios, a quienes les importa más la popularidad que genera la estridencia de una crítica que el justo reconocimiento cuando las cosas marchan bien; hacer una puntualización cuando las acciones funcionan bien como que no está de moda, porque lo que genera raiting es justamente el golpeteo permanente.
Tanto se mencionó la existencia de esa deuda para con algunos maestros que, ahora que no existe, al menos en mi conocida, es de bien nacidos señalar que dicha deuda ha fenecido; y al secretario de Educación a quien solo he visto una vez en mi vida, gracias a nombre de los felices maestros que ya tienen el volátil dinero en su haber. Que lo disfruten.
El tiempo hablará.