Gaceta

Raúl Terrazas Barraza

20/05/2018

Por una elección positiva y alegre

«De nada sirve condenar el hecho de que reciban financiamiento público, si por ley sucede así»

Muchos, mejor dicho, muchísimos en el país creen que el contexto para las elecciones es complicado, en especial, debido a la pérdida de confianza de los ciudadanos ya sea en los partidos políticos y sus candidatos, en las autoridades constituidas o en las electorales.
De ahí que, el punto elemental para despejar todo tipo de incógnitas, sería una respuesta aleccionadora de los electores en las urnas, para que, con su voto digan aquello que quieren para su patria.
Bajo la premisa de que contexto político es la naturaleza de vínculos sobre las decisiones que se deben adoptar frente a un evento futuro, pero, influenciado por el presente y el pasado inmediato.
En nuestro país, convergen tres fenómenos que complican el escenario electoral, que persistan o se agraven problemas sociales y políticos como consecuencia de la ineficiencia de las políticas públicas de los gobiernos, otro es, el repudio a todos los partidos políticos porque están fuera de ser instituciones de interés público como lo establece la ley y un tercer elemento, la desconfianza en las autoridades electorales por algunos pecados cometidos en la organización electoral, como eso de no castigar delitos electorales flagrantes, como la compra de votos y los excesos de gastos de campañas.
Nosotros creemos que las elecciones debieran de ser más sencillas, positivas, alegres y definitivas para hacer de la participación de los ciudadanos una fiesta democrática.
Al menos, de esta forma se cumpliría con lo estipulado en la Constitución Política de México, cuyo Artículo 35 sobre los derechos de los ciudadanos, señala que puede votar en las elecciones populares y puede ser votado para todos los cargos de elección popular, asociarse de forma individual y libre para tomar parte en forma pacífica en los asuntos políticos del país, poder ser nombrado en cualquier empleo o comisión del servicio público, siempre y cuando tenga las calidades que previene la ley.
Con esta perspectiva, los ciudadanos podríamos ver las elecciones en positivo, como un gran acontecimiento y de mejor futuro para la nación, no a la inversa, negativas, molestas, que ya quisiéramos que se terminara el proceso para evitar tanta publicidad de candidatos y partidos, o poner fin al presunto despilfarro de dinero público y de espacios en medios de comunicación.
Es probable que todavía estemos en tiempo de revertir esas negatividades del proceso en asuntos hasta de alegría, porque es el futuro del país en juego, no el destino de los políticos a los cargos públicos.
Quizá de esta manera podríamos abonar a una recomposición de las relaciones entre la sociedad y el gobierno porque, ya que, en el contexto los ciudadanos desconfían y el gobierno aparece como el malo de la película.
Elecciones en positivo, sería lo mejor que pueda pasarle a México y a los mexicanos, de ahí el llamado para que todos demos un voto de confianza a las autoridades electorales y un voto de valor a los candidatos y sus partidos, para que, bajo compromisos puntuales moldeen políticas públicas adecuadas para el momento que les toque vivir, no para vivirlo en reprimenda al pasado que ya no pueden componer, pero que, les sirve de pretexto para sentarse en el poder y desde allí condenar a sus antecesores, para aumentar sus beneficios políticos, sin importar los de la sociedad.
Hay casos tan extremos de confusión, que, para fortuna de los mexicanos, podrían quedar atrás el día de la elección, si los ciudadanos reflexionan a favor de la patria, nos referimos a esquemas políticos construidos a base de frases agudas con las que generan odio hacia las instituciones, como esa de la mafia del poder que tiene tatuada Andrés López Obrador, el candidato de la nueva izquierda obsesionado por llegar a la Presidencia de la República, sin percatarse que el tiempo lo ha rebasado.
Alguien dijo que los mexicanos somos muy buenos para criticar y muy malos para votar, invirtamos las cosas, seamos buenos para votar y malos para criticar, en el entendido de que, votar conlleva acción directa de crítica.
Ahora que, si la animadversión por los partidos políticos es real, hay que pugnar por su desaparición, pero, con el cambio en la legislación, no con gritos que no conllevan a nada, porque en México, la democracia está basada en la figura de los partidos.
En el caso de ser contreras contra el gobierno y sus funcionarios, la manera más práctica de cambiarlo es con el voto y la oportunidad está a la vuelta de la esquina, el primer domingo de julio, día en que se llevarán a cabo las elecciones, presidencial, legislativas federales y las municipales de Tamaulipas.
De nada sirve odiar a los partidos políticos y condenar el hecho de que reciban financiamiento público, si por ley sucede así, por lo pronto, hagámonos a la idea de que esta elección será bajo esas condiciones y si para el siguiente, los ciudadanos ya no quieren partidos ni financiamiento público, hay que pensar muy bien en cómo modificar la ley.

Los otros
Candidatos a senadores del Partido Verde Ecologista de México y de Nueva Alianza, se han encontrado con un tipo de respaldo que no esperaban en sus campañas, compromiso de infinidad de personas que no quieren a sus homólogos de los partidos grandes.
En parte a ello se debe la afirmación de equipo de trabajo del maestro Oscar Martín Ramos Salinas, en el sentido de que sacarán más votos que su antecesor del PANAL, profesor Arnulfo Rodríguez Treviño, es decir, más de 105 mil votos, que, para un partido así, no son cualquier cosa, sino una gran cantidad de votos.
Muchos de los que hablan al oído a los candidatos a senadores del Verde y el Nueva Alianza, señalan que hubiese sido candidato el ex secretario de Bienestar Social, Gerardo Peña Flores, no que ahora despacha como secretario general del comité de PAN.
No se dan este tipo de comentarios con el doctor Américo Villarreal Anaya, porque aquellos que se comprometen a votar por él, lo hacen porque quisieron mucho o se identificaron mucho con su padre, quien se llamaba igual que él, obvio, los ciudadanos se sorprenden ante el hecho de que, el compromiso de votar, tienen que hacerlo con otro partido y no con el PRI, el partido por el que siempre sufragan.