Gaceta

Gómez Monroy, el dedo en la llaga

Como resultado de las observaciones realizadas por el secretario de Educación de la entidad, Mario Gómez Monroy, en el sentido de que la infraestructura educativa está rebasada por el tiempo, porque hay más de tres mil escuelas viejas o que rebasaron su vida útil, queda claro que hay una ventana de oportunidad para los políticos y crear un ambicioso programa de modernización de escuelas.
Quizá de unos 50 años a la fecha, siempre que hay cambio de gobernador, alcaldes o de directivos en el sector educación, se levantan inventarios de las condiciones físicas de las escuelas del nivel básico, con la idea de llevar a cabo mejoras que las hagan más funcionales.
Desde luego, todo queda en inventarios, listados y propuestas, porque al final de cuentas, la Secretaría de Educación Federales, jamás ha incorporado en sus planes anuales de presupuesto ni la rehabilitación de los espacios educativos, la modernización de áreas o de plano, la sustitución de planteles viejos por nuevos, muy al estilo de aquello que hacen en la Secretaría de Salud o mejor dicho que hacían, de tirar los hospitales viejos y construir un nuevo, moderno y con alta tecnología en el mismo sitio.
Esto último aconteció en Tampico, con el Hospital General, que, por viejo y riesgoso lo tiraron y construyeron uno nuevo con recursos de la federación y algunas aportaciones estatales.
En Tamaulipas hay muchas escuelas viejas que deben sustituirse, acción que queda en el nivel de sueño, porque esto no ha sucedido y no sucederá si tomamos en cuenta que el gobierno del presidente don Andrés López Obrador, no ha dado muestras de inversiones en infraestructura para la educación básica.
Como responsable de la Secretaría de Educación en la entidad, Gómez Monroy ya prepara un plan de rehabilitación y mantenimientos correctivos para aquellas escuelas que se encuentran más deterioradas, en el entendido que, el hombre está cierto de que las necesidades en infraestructura rebasan cualquier presupuesto que se destine a partir del gobierno local.
Muchos presidentes municipales se acercaron a las escuelas para dar a conocer que tienen buenas intenciones hacia el sector, pero, como dijo alguna vez un director del municipio de Xicoténcatl, que, en cuanto ven la cantidad de vidrios rotos que deben de cambiarse y se percatan de lo costoso que resultaría rehabilitar algunas áreas de los planteles, ya no vuelve, es más, ni siquiera contestan el teléfono o dan audiencia a los directores de esas instituciones.
En varias escuelas primarias del centro de Victoria, los alumnos de la era tecnológica y de telecomunicaciones, todavía escuchan clases sentados en mesabancos que pesan mucho por la gruesa capa de pintura que tienen para que funcionen, debido a que, pasan y pasan los años y no hay recursos para cambiarlos.
Incluso hay escuelas que, en lugar de buena ventilación, iluminación y accesibilidad, están convertidas en un grave riesgo para los alumnos.
Quizá lo práctico echar a andar una estrategia que implique el compromiso de sustituir cuando menos una escuela por año en las 12 ciudades grandes de la entidad y reparar las del medio rural para que puedan quedar más funcionales.
Una estrategia que vaya más allá de un sexenio, incluso, hasta hacer una ley mediante la cual los gobiernos venideros, queden obligados a sustituir esa cantidad de escuelas por año y de esa manera, para cuando menos se piense, la infraestructura educativa de Tamaulipas tendrá otra cara.
De que urge urge, porque en este momento hay escuelas viejas, riesgosas, inadecuadas y en algunos casos hasta deprimentes, con alumnos del nuevo milenio, maestros nuevos y más preparados, tecnologías a la puerta de las instituciones y con una dinámica que se supone moderna, situación que a todas luces es incongruente.