Despojos y violencia los expulsan de Venezuela

15/07/2018-La Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) tarda, por lo menos, un año en reconocer como refugiados a extranjeros que huyeron de su país a México.

Así lo confirmó un grupo de ciudadanos venezolanos que acuden desde hace varios meses a la Comar, “a firmar” y a continuar su trámite, sin obtener todavía el reconocimiento.

Unos, porque la política implementada por el gobierno de Venezuela acabó con fuentes de empleo y de ingreso económico, generó inflación, desabasto de bienes, hambre, deterioro de servicios, escasez de medicinas y hasta de agua.

Otros porque fueron víctimas de violaciones a sus derechos humanos, despojo, extorsión y amenazas de organizaciones criminales.

Beatriz y su esposo, Dicson, quienes recién cumplieron 31 años de matrimonio, fueron traídos por sus hijos, un varón de 26 y una mujer de 30. Él vino hace un año trasladado por Novartis, la empresa para la que trabajaba allá, y trabaja aquí, luego trajo a su hermana hace unos meses, quien trabaja en una agencia de viajes, y posteriormente a sus padres, hace días.

Decidimos venirnos por la situación económica, trabajábamos, pero lo que ganábamos no nos alcanzaba ni para comer, estábamos viviendo mal, comiendo mal, no nos alcanzaba para nada, mis hijos se vinieron primero y después nosotros… por ahorita estamos con ellos, estamos bien y estamos tratando de buscar refugio para ver si nos quedamos más tiempo aquí con ellos”.

Beatriz aclaró que su hijo vino con visa de trabajo a México, por lo que no es refugiado, pero su hija sí, a quien la Comar le entregó recientemente su Clave Única de Registro de Población (CURP) por un año y está feliz y agradecida con el Estado mexicano.

Javier Eduardo Vargas huyó de El Amparo, Venezuela, luego de que “llegaron los de (Nicolás) Maduro, la milicia de Maduro”, a desalojarlo por la fuerza de su domicilio y a despojarlo arbitrariamente de su casa. “Me tuvieron detenido tres días hasta que me soltaron y me fui con lo puesto a la frontera con Colombia, donde unos amigos me dieron la mano para venir a México, con una hermana que tiene 15 años de vivir acá como ciudadana mexicana. Yo llegué en octubre, hace nueve meses, perdí la casa y todo, y acá trabajo en construcción, informal, pero estoy haciendo trámites en Comar y esperando a ver si me dan un documento para poder trabajar con mejores garantías”.

José Luis Machado, licenciado en administración y casado con una licenciada en gastronomía, huyó de Caracas a la Ciudad de México porque, luego de participar en una manifestación para protestar contra la carencia de servicios básicos, los amenazaron grupos paramilitares. “Tomé la decisión, por seguridad, de venir a México, porque siempre ha sido refugio para los venezolanos”.

Machado refirió que él y su esposa llegaron hace cuatro meses a México, donde solicitaron refugio a la Comar, la cual les dio visa de migrantes y CURP, y ahora buscan trabajo formal que no han encontrado. Ella compró una máquina de coser y trabaja como costurera y él vende arepas, una especie de gordita de maíz mexicana, cocida, no frita, rellena de carne deshebrada de pollo o res.

Massiel, casada y con dos hijos, uno de ellos con autismo, huyó de Caracas primero y de Aragua después, porque integrantes del sindicato Tren de Aragua extorsionaron a su cónyuge bajo amenaza de causar daño a los miembros de la familia.

Refirió que su esposo es empresario y que un día de 2015 integrantes del Sindicato Tren de Aragua llegaron a extorsionarlo bajo amenaza de que, en caso de no pagar, le causarían daño a sus hijos. Se mudaron a otra ciudad en un intento por escapar, pero los localizaron y los volvieron a extorsionar. Fue entonces cuando decidió huir sin su familia, por falta de recursos, a México, donde solicitó refugio y trabaja para juntar dinero y traer a su familia, pero no ha obtenido el documento que la reconozca como refugiada.

Massiel no ha podido traer a su familia por insuficiencia de recursos económicos.

Alexandra Rojas, huyó de Guatire en noviembre de 2016 sin su familia para escapar de la situación política, económica, de escasez y de inseguridad. “Estábamos económicamente muy mal y nos vimos en la obligación de vender propiedades para poder viajar”.

Hace 25 días trajo de Venezuela a su papá, Ramón Rojas, quien dijo ser empresario turístico en su país, quien está quebrado y ha venido a nuestro país por las políticas implementadas por el régimen de Nicolás Maduro.

Agencias