Desafio

*El Pasado de Trump
*La Vida de Ivonne

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En el verano de 1989, cinco jovencitos de menos de dieciséis años, cuatro afroamericanos y uno de origen mexicano, fueron brutalmente sometidos, interrogados durante más de veinte horas negándose a varios de sus padres a acompañarlos durante esta instancia como ordenan las leyes y, lo peor, induciéndolos a aceptar los delitos de violación, agresión y lesiones contra una mujer blanca, de treinta y dos años, quien corría para ejercitarse en los amplios espacios de Central Park en la ciudad de Nueva York. (La secuela puede verse en la cinta “Así nos Ven”, recientemente estrenada).
La señora afrentada, como consecuencia, perdió movilidad en una de sus piernas, el sentido del olfato y la memoria de cuanto sucedió como efecto de una amnesia temporal, algo así como un bloqueo que le impedía recordar los momentos peores del drama. No murió, por fortuna pero su testimonio, por la ausencia de memoria, no sirvió para poder identificar a quien pudo ser su victimario o sus victimarios como estableció la fiscal del caso quien, a todas luces, tomó partido con tintes evidentemente racistas, por desgracia aún predominantes en aquella época.
Los “Chicos de Central Park” fueron condenados y recibieron sentencias desde cuatro hasta catorce años de prisión; uno de ellos, quien acababa de cumplir dieciséis años –y, por tanto, era mayor de edad para el derecho estadounidense-, fue remitido a la prisión de mayores, a 500 kilómetros de su residencia en Harlem lo que impedía a su madre visitarlo con frecuencia. El muchacho, además, fue banco de diversas agresiones físicas para tratar de ponerlo a disposición de los custodios para sus “festivales” sexuales nocturnos.
Finalmente, doce años después de aquel bárbaro incidente, agigantado por tratarse de elementos de la comunidad negra y latina –luego de este caso ocurrieron cuatro violaciones más… confesadas por el verdadero actor de todas ellas incluyendo una quinta, la que fue desviada para linchar judicialmente a los jovencitos inocentes. No se entiende porqué en este asunto no surgieron sino protestas aisladas cuando las pruebas nunca fueron concluyentes sino basadas en manipulaciones tramposas.
Pero aquí viene el verdadero interés, por el contexto actual, de la terrible trama: el magnate de Nueva York, Donald Trump, se involucró en el caso y publicó una página entera en varios periódicos de su país exigiendo la pena de muerte para los niños supuestamente culpables como un escarmiento a una comunidad que evidenciaba, decía, su odio hacia la raza blanca. Para ello desembolsó 75 mil dólares y no paró: fue a las televisoras y mantuvo su condena, a priori, como un linchamiento mediático contra aquellos “Chicos de Central Park” con una ferocidad insólita, si bien con el tiempo se convirtió en cotidiana.
Es esta parte de la oscura historia de quien ahora ocupa la oficina oval de la Casa Blanca en donde ni siquiera vive porque disfruta más del oro con el que está decorada su torre en Nueva York, sobre la famosa Quinta Avenida. Dentro de unos días el “anaranjado”, quien anunció aranceles del cinco por ciento a los productos mexicanos porque el gobierno no hacía nada, según él, para detener el flujo de migrantes, anunciará su propósito de reelegirse para un segundo periodo que terminaría en 2024. Y lo más triste es que lo apoyan los xenófobos, los nuevos hitlerianos, que acaso son la mitad de los futuros electores norteamericanos. No sé en cual mundo vivimos.
La Anécdota
Una de las mujeres políticas más odiadas en su tierra, en este caso Yucatán, no ha cesado en presentarse como modelo de pijamas “sexys” y autora de libros como el autobiográfico “En el Viejo Sillón” que ha presentado en España, donde suelen publicar obras de mexicanas con buenos patrocinios, desde 2015. Las giras no terminan.
En su tierra, mi tierra también aunque nací en Tampico, el puerto al que adoro, se dice de ella que los yucatecos le han pagado sus múltiples cirugías pasando de ser una aguerrida porrista, muy fornida, del cerverismo cuando se caracterizó por lanzar tomates en el Congreso a sus adversarios. Ahora parece una Sílfides con una nueva moda con aires regionales estilizados en vez de los clásicos huipiles que antes usaba. Y no responde, claro, por los enormes peculados de los que se le acusa mientras se siente la conquistadora de hispana. A lo mejor es descendiente de Gonzalo Guerrero, el padre de los primeros mestizos mexicanos, quien naufragó frente a las costas del Mayab y se amalgamó con sus habitantes para siempre.