De política y cosas peores

Armando Fuentes

20/05/2018

Agencia Reforma
CIUDAD DE MÉXICO 19-May-2018 .-En el campo nudista el joven Leovigildo le dijo con vehemencia a Galactina: «¡Te amo con el corazón y el alma!». «No lo creo -respondió ella escéptica-. Por lo que estoy viendo solamente me deseas». El hombre de Tepexpan, espécimen paleontológico de México, se quejaba amargamente. «¡Uta! -decía-. ¡Apenas ayer inventé la rueda, y hoy ya me robaron la copa de la llanta!». Don Gerontino, añoso caballero, iba una noche por la calle cuando le salió al paso una sexoservidora que le dijo: «Ven conmigo, guapo, y pasarás un agradable rato». «No puedo -respondió, triste, el señor-. Mis padres no me lo permiten». «¿Tus padres?» -se asombró la suripanta. «Sí -suspiró don Gerontino-. La madre naturaleza y el padre tiempo». Ya conocemos a Capronio: es un sujeto ruin y desconsiderado. Hizo pintar su coche en dos colores, la mitad del lado derecho de color azul y la mitad del lado izquierdo de amarillo. Explicaba con malévola sonrisa: «Así cuando atropelle a alguien y huya los de Tránsito se van a volver locos al oír las declaraciones de los testigos». El esposo y la esposa estaban haciendo el amor. Él pensaba: «Sophia Loren. Gina Lollobrigida. Marilyn Monroe.». Ella pensaba: «Comprar detergente. Pagar la tarjeta. Sacar cita con el médico.». La profesora, enojada, interrogó a Pepito: «¿Por qué le diste una patada en las pompis a Juanito». Respondió el chiquillo: «Le juro que no era ésa mi intención, maestra. Se la iba a dar en los güevos, pero se volteó». El médico forense regresó a su casa después de su trabajo en la morgue y le comentó a su esposa: «Hoy me tocó ver el cadáver de un hombre extraordinariamente bien dotado por la naturaleza». «¡Santo Cielo! -se consternó la esposa-. ¡No me digas que falleció el vecino del 14!». El padre Arsilio asistió a una cena de caridad y tuvo la desdicha que quedar junto a Contrina, mujer de agrio carácter dada a discutir por todo. Con tal ánimo la señora sacó a colación el tema del celibato sacerdotal, y empezó a atosigar con él a don Arsilio. El párroco, prudente, trataba de evadir esa cuestión, pero la pugnaz fémina insistió «Dígame sin evasivas, padre -lo arrinconó por fin-. ¿Cómo se siente usted con el celibato sacerdotal?». «Mira, hija -respondió ya harto el buen sacerdote-. Algunas noches al acostarme lo lamento. Pero en el día conozco mujeres como tú y lo agradezco de rodillas». El puercoespín se quejó con sus amigos: «Por dos años creí que me había casado con una esposa tan fría que jamás hacía un movimiento en el acto del amor. Un día me graduaron lentes y descubrí que me estaba follando a una biznaga». (Nota: seguramente era una de ésas grandes y muy espinosas a las que en el norte llaman «asiento de suegra»). El reo que fue ejecutado en la silla eléctrica llegó al infierno. Le indicó Satanás: «Siéntate mientras busco tu expediente». «Gracias -contestó el individuo-. Vengo de estar sentado». En la merienda de los jueves las señoras criticaban a una que esa tarde no asistió. Dijo doña Chalina: «En su vida matrimonial Sumisia vive absolutamente dominada. No le dice que no en la cama a su marido ni siquiera después de haber ido con la peinadora». En Congolandia, un parque cercano a la Ciudad de México en el que andaban libres diversos animales de África, un avestruz y una cebra se asustaron al ver presencia humana. La cebra escapó a todo correr. El avestruz, en cambio, se mantuvo vigilante. Le preguntó después la cebra: «¿Por qué no metiste la cabeza en la tierra como hacen tus congéneres cuando están en riesgo?». Respondió el avestruz: «Eso hacía en África. Pero aquí los hombres son muy aprovechados». FIN.
MIRADOR.
Por Armando FUENTES AGUIRRE.
Historias de la creación del mundo.
El Creador hizo a los animales.
Hizo al león y al cordero.
Hizo al leopardo y a la gacela.
Hizo a la paloma y al cuervo.
Hizo al gato y al ratón.
(También hizo al perro y el gato).
Hizo al pez grande y al pez chico.
Hizo a la serpiente y al pajarillo.
Hizo a la zorra y a la gallina.
Finalmente el Señor hizo al hombre.
-¡Lástima! -dijeron con tristeza los animales-. ¡Tan en paz que estábamos todos!
¡Hasta mañana!…