De política y cosas peores

Armando Fuentes

27/03/2016

CIUDAD DE MÉXICO 26-Mar .- El novio, solemne, le dijo a su flamante mujercita al salir de la iglesia donde se casaron: «Rosibel, quiero que sepas que los tamales me gustan nada más de puerco». Preguntó ella, extrañada: «¿Por qué me dices eso?». Contestó el recién casado: «Para que nunca me vayas a hacer de chivo los tamales». ¡Qué linda palabra es ésa, tamal, y en cuántas sabrosas expresiones aparece! «Hacer de chivo los tamales» significa engañar al cónyuge. En efecto, los auténticos tamales se hacen con carne de puerco. Pueden también elaborarse con carne de venado, pollo, pero de chivo nunca. En muchos dichos aparece esa gala de nuestra gula. «El que nace pa tamal del cielo le caen las hojas». Y éste otro, de Tabasco: «Cuando al pobre le va mal ni presa le halla al tamal». La presa es lo que el tamal lleva dentro. ¡Cuántas riquezas de cocina y habla tenemos los mexicanos, y no las sabemos apreciar!… Don Cornulio llegó a su casa, y en la recámara oyó ruidos extraños dentro de un clóset. Lo abrió. Ahí estaba un negro enorme. Muy enojado le reclamó: «¿Qué hace usted aquí? ¡Este es el clóset de blancos!». Don Chinguetas fue a la farmacia y le reclamó furioso al dependiente: «¡Me vendió usted un tónico para que salga el pelo, y en vez de pelo me salieron en la cabeza dos chichones!». Acudió el farmacéutico, y don Chinguetas le mostró el frasco de la poción que el empleado le había vendido: «¡Qué barbaridad! -se consternó el de la farmacia-. Con razón le salieron dos chichones al señor. ¡Le diste un tónico para desarrollar el busto!». Aquel señor fue a hacer un trámite en cierta oficina pública. El encargado le pidió una elevada suma a cambio de realizar la gestión que le solicitaba. «-Me parece mucho dinero – se resistió el peticionario. «-Es lo que cobro -respondió con prepotencia el otro-. Mis servicios son caros. ¿O cree usted que un indejo cualquiera puede estar donde estoy yo? . «-Desde luego que no -replica el ciudadano-. Supongo que tiene que ser un indejo muy especial … Le dice el elefante a la elefanta: «-No sé qué diga la gente acerca de nuestra memoria. Yo no recuerdo haberte prometido que me casaría contigo … Se quejaba un individuo: «-Para casarme yo soñaba encontrarme una mujer que fuera una dama en la sala, una economista en la cocina y una cortesana en la recámara. Me tocó una que es una cortesana en la sala, una dama en la cocina y una economista en la recámara … Capronio llegó al consultorio de un odontólogo. Lo acompañaba su mujer. «Doctor -le dijo al médico-, necesito una extracción dental. Pero traigo mucha prisa, de modo que proceda usted a sacar el diente en forma rápida posible, sin anestesia, para no perder tiempo». «Caramba, señor -se admiró el facultativo-. Qué valor tan grande el suyo ¿Cuál es el diente que debo sacar?». Capronio se volvió hacia su esposa y le ordenó: «Dile al doctor cuál es el diente que te duele». Viene ahora un cuento que no entendí. Solicia Sinpitier, madura señorita soltera, se sintió un día cansada de vivir en soledad. Publicó entonces un aviso en el periódico: «Anhelo conocer a un hombre para entablar con él una relación seria y permanente. El interesado deberá reunir tres condiciones: jamás me pondrá la mano encima; nunca se irá mi lado, y deberá ser un excelente amante». Pasaron varias semanas sin que ningún solicitante respondiera. La señorita Sinpitier había renunciado ya a toda esperanza cuando un buen día sonó el timbre de su puerta. La abrió y no vio a nadie. Pero entonces oyó una voz que provenía del piso. «¿Es usted Solicia Sinpitier?». Llena asombro volvió ella la vista hacia abajo y vio que quien estaba ahí era un hombre sin brazos y sin piernas. Respondió conturbada: «Sí, yo soy. ¿Qué se le ofrece?». «Vengo por el anuncio -dice el tipo-. Soy el hombre que usted necesita». Replicó estupefacta la señorita Sinpitier: «¿Cómo puede seres?». Replicó el visitante: «Reúno todos los requisitos que usted marca. No tengo brazos. Eso impide que le ponga una mano encima. Tampoco tengo piernas; por tanto no puedo irme de su lado». Inquirió desconcertada la señorita Sinpitier: «¿Y lo de buen amante?». Contestó, retador, el individuo: «Toqué el timbre de la puerta ¿no?»… FIN.

MIRADOR

Reunidos estaban los fariseos. Sus regias vestiduras bordadas de pedrería y oro brillaban a la luz de los últimos rayos del sol.
Con los fariseos estaban los sumos sacerdotes de tiaras majestuosas, y los escribas, diestros en descifrar las escrituras y en penetrar todos los misterios. Estaban los sabios, y los hombres cuya voz resonaba en los altares al ofrecer los sacrificios.
Estaban ahí, pues, los dueños de los misterios sagrados, en su templo construido en lo alto de la ciudad, por arriba de los hombres.
Dijo el sumo sacerdote:
-Cristo anunció que resucitaría.
Se hizo un hondo silencio en la asamblea.
-Debemos evitar eso -continuó el sumo sacerdote-. Porque si Cristo resucita ¿qué será de nosotros?
¡Hasta mañana!…

MANGANITAS

«La cifra de accidentes
crece en Semana Santa…».
Ha sucedido otras veces
que esos accidentes pasen.
(Por cierto que muchos nacen
tras de pasar nueve meses).