Orbe

Los cambios inéditos de la 4T, pero…

Las pugnas legales y judiciales que enrarecen gravemente el clima político nacional y regional, como pocas veces han ocurrido en la historia moderna del país, deben con urgencia salir de la negación en la que están inmersos los partidos políticos, los empresarios y los gobiernos de todos los niveles.
No puede ser que a partir de 2006, cuando el entonces presidente Felipe Calderón le declarara la guerra al crimen organizado, y hasta el final de este 2023, México no haya visto al menos un año de paz.
Suman 17 años ininterrumpidos de inhumanidad donde la violencia que mantiene bajo fuego a la nación, olvidó su antigua y original naturaleza humana.
¿Va para largo todo este ambiente irracional de brutalidad?
¿Transcurrirán cuántos años para que la terrible realidad histórica que viven la mayoría de las regiones y entidades de la república entre a un período de acuerdo, paz pública y conciliación?
La percepción social es cada vez más pesimista al ver cómo marchan las cosas en los tres niveles de poder político federal y en muchos casos estatal.
Tanto ha llegado el nivel de confrontación pública -aparentemente política- que en cualquier momento, mucho más de aquí a las elecciones del 2 de junio de 2024, se teme comiencen a darse una serie de atentados contra personajes de alto nivel político.
Contra candidatos a gubernaturas y hasta contra las mismas aspirantes a la Presidencia de la República, pues la condición humana se ha tornado en una situación de salvajismo que confirmaría lo que ya ha sucedido en otros tiempos.
Tiempos en los cuales ese odio descontrolado privó de la vida a personajes de la talla de Luis Donaldo Colosio Murrieta, José Francisco Ruiz Massieu y Rodolfo Torre Cantú.
Los primeros dos magnicidios se le atribuyeron en su tiempo al ex presidente Carlos Salinas de Gortari, mientras que el de Torre Cantú a la delincuencia organizada.
¿O QUE DIOS NOS AGARRE CONFESADOS?
Pero hoy, a la distancia de 29 años de los crímenes de Colosio y Ruiz Massieu, y 13 años del de Rodolfo aquí en Ciudad Victoria, el clima político se ha vuelto mucho más peligroso, irracional, caótico.
Y a pesar de que se dice que todo este contexto inhumano forma parte de lo humano, ya lo decía Friedrich Nietzsche, destacado filósofo alemán (1844-1900), yo no creo que la disputa por el poder vaya a modificarse siquiera un ápice.
Salvo que surja en México un liderazgo capaz de convocar a todas las fuerzas políticas, económicas y sociales que supere la imagen violenta y ensangrentada que todos los días se vive.
Causada, según se dice, y ahora mucho más, por los cambios profundos y las transformaciones radicales que el presidente Andrés Manuel López Obrador puso en marcha a partir del 1 de diciembre de 2018.
Que se arrancaría de raíz la corrupción en todos sus niveles ha causado una serie de reacciones airadas en las arraigadas costumbres de hacer política y negocios al amparo de los poderes públicos.
Que ahora se cobren impuestos a todos los grandes magnates, antes intocables, realmente ha marcado un antes y un después en la vida pública de México. Que nadie lo niegue.
En suma, ¿lo que se vive es un cambio político impresionante e inédito, o una guerra interna que hará que México entre a un conflicto permanente, donde el sufrimiento mayor arrasará con la civilidad ciudadana?
Si es lo segundo, que Dios nos agarre confesados.

LA DOCENCIA ES FUNDAMENTAL PARA TRANSFORMAR A LA UAT
Dentro de los festejos al personal académico del Centro Universitario Sur, el rector de la UAT, Dámaso Anaya Alvarado, aseveró que la docencia será fundamental en la construcción de los nuevos proyectos para transformar y colocar a la UAT entre las mejores instituciones de educación superior del país. Sostuvo que la UAT exige transformarse y ubicarse entre las mejores instituciones de educación superior por sus estándares de calidad, mismos que deben ser adecuados a las demandas de los actuales tiempos.
¡Feliz fin de semana!