Indiferencia ante huelga de hambre por daños

En su segundo día en huelga de hambre porque la Comisión Federal de Electricidad se niega a cubrir los daños causados a dos viviendas y siete pequeños negocios que se quemaron el 20 de octubre en la avenida Benjamín Gaona por la caída de un cable energizado, la señora Laura Pacheco no ha sido escuchada por ningún funcionario de la paraestatal.
La mujer, con apoyo de varios de los afectados y sus familias, instalaron una pequeña “sombra” afuera de las instalaciones de la Comisión Federal de Electricidad, en avenida Canales y Durango, para protegerse del frío y la lluvia a la espera de que algún representante la atienda.

Afectados
Ella es comerciante de ropa usada, y en una noche de octubre su negocio fue reducido a cenizas por un voraz incendio que se habría generado por el derrumbe de un cable de las instalaciones de CFE, donde se consumió también el puesto de ropa de la señora Alejandra Galbert, el puesto de tacos de Nicolás Abelino, una veterinaria, un expendio de lubricante automotriz, un taller de bicicletas y dos casas, una de Antonio Martínez Pachuca y otra del señor Martín.
De los puestos y de las casas no quedó nada, todo fue destruido por el ígneo en cuestión de horas pese a la rápida intervención de los bomberos y otras instituciones de emergencia que acudieron al llamado.
Mercancía, herramientas, puestos, todo fue arrasado por las llamas, sólo brasas y escombro quedó de una concurrida área comercial, donde siete familias a diario luchaban por obtener el sustento diario, a pesar de las restricciones sanitarias.
Pero más delicada está la situación de dos familias que perdieron sus casas, ahora tienen que estar de arrimadas con los parientes o ponerse a rentar, porque no les quedó más que la ropa que traían puesta, la que usan para dormir.

Negligencia
El siniestro, aseguran, no fue un accidente ni obra de casualidad, previamente se había caído otro cable y causó daños a vehículos que pasaban, ellos dieron aviso y la cuadrilla de CFE lo recogió, pero luego hubo fallas en un transformador que echaba chispas, y les estuvieron avisando.
“Los de las camionetas (de CFE) sólo iban, miraban lo que había y se iban, nunca lo arreglaron, y luego ahí están las consecuencias”, afirma la señora Alejandra, que estima que entre el puesto y las pacas de ropa que ya tenía, lista para la vendimia navideña, perdió alrededor de 250 mil pesos.
“No crea que tuviera dinero, es mercancía que compro y vendo y vuelvo a surtir, de ahí me ayudo para mis gastos, para mis tratamientos, porque estoy enferma, de cáncer de mama, yo había pedido un préstamo de siete mil pesos para unos estudios (clínicos), ¿ahora cómo voy a pagar?, no me quedó nada; la gente me ha regalado cosas para empezar el negocio”, dijo.
Cita que tiene dos hijos casados y ellos la ayudan, pero no quiere ser una carga para ellos porque ya tienen su familia, por eso pide que la Profeco o quien pueda escucharlos, los ayude para que los funcionarios de la CFE los apoye.

Agencias