Gaceta

El dilema, comer para la salud o para la enfermedad

Ahora resulta que la alimentación es, por cualquier lado que se vea, una de las actividades más difíciles del hombre moderno.
Todo depende del cristal con el cual se mire, cuándo en realidad debiera ser al contrario, es decir, que la alimentación estuviere convertida en una virtud de las personas a favor de su salud y la de sus familias o de la comunidad.
El asunto es que, entraña mil y una complejidades, ya por deficiencia, por excesos, por baja producción, por la forma de mover los alimentos a los puntos de consumo, su conservación y desde luego, la forma de prepararla.
Alimentarse debería ser un arte, una condición de vida para alcanzar el bienestar que lleva a la felicidad, por ello, en la conmemoración del Día Mundial de la Alimentación, ONU, propone a través de la FAO, Una alimentación sana para un mundo #HambreCero.
Por lo general quienes están dedicados a la nutrición y la salud, le encuentran mucho sentido a la celebración este 16 de octubre del Día Mundial de la Alimentación, incluso, lo convierten en un escaparate para proponer mejores planes alimentarios a efecto de reducir la enfermedades que padece la población, pero, al mismo tiempo hay reclamos en todos los sentidos, ya que, son demasiadas las personas que comen solo por comer y no bajo un régimen que lleve directo a la salud.
Desde hace 40 años que la ONU y la FAO conmemoran el Día Mundial de la Alimentación y aunque al inicio uno de los objetivos era disminuir el hambre, resulta que se mantiene en la misma idea, por ello es una meta contemplada en la Agenda 2030 de la propia Organización Mundial de la Salud.
Muchos países del mundo están alejado del fantasma del hambre, sin embargo, padecen de otro mal que parece no tener fin, el de la mala alimentación, esa que provoca situaciones tan graves como el sobrepeso y la obesidad, epidemia que tiene en jaque a los sistemas de salud, debido a las comorbilidades que genera y que, por lo regular son enfermedades crónico degenerativas, como la diabetes, la hipertensión arterial, dislipidemias y cardiopatías.
Los datos de México, aportados por las Encuestas Nacionales de Salud y Nutrición, ENSANUT, por sus siglas, dejan mucho que desear en materia estilos de vida, porque el recuento que se hace cada seis años, indica que la epidemia de sobrepeso y obesidad no baja, a pesar de las estrategias establecidas los gobiernos y vaya que, en la más reciente, la del 2013, estuvieron inmiscuidas personas de todos los sectores.
En el Día Mundial de la Alimentación, se ha dicho que, producto de la malnutrición, conceptualizada como la ingesta de carbohidratos y grasas en exceso, propicia, de acuerdo con los datos de la FAO que haya en el mundo unos 672 millones de adultos y 124 millones de menores obesos y que, uno 40 millones de menores de cinco años se identifiquen con sobrepeso.
La epidemia está relacionada al cambio en la dieta de las personas, sobre todo las que viven en las ciudades y según un estudio de la propia FAO, las comidas rápidas desplazaron a la comida en el hogar y cambiaron los ingredientes tradicionales que eran considerados nutritivos, por otros cuya palatabilidad tiene una gran demanda, las grasas, el azúcar y la sal, cuando la buena alimentación consiste en la incorporación de frutas y verduras que aportan micronutrientes esenciales para que las células del organismo de las personas puedan llevar a cabo en forma normal sus funciones bioquímicas.