De política y cosas peores

Insólita celebración fue la que hicieron don Chinguetas y doña Macalota cuando cumplieron ambos 60 años de edad y al mismo tiempo llegaron a sus bodas de perla, o sea a los 30 años de matrimonio. He aquí que acordaron irse cada uno por su lado a diferentes playas, y divertirse ahí sin cortapisa alguna. Doña Macalota escogió Puerto Vallarta; don Chinguetas fue a Cancún. A los pocos días la señora recibió un mensaje de su marido: «Conocí a una hermosa mujer de 30 años y la estoy pasando de maravilla. ¿Te imaginas? ¡60 con 30!». Con otro mensaje le contestó al punto doña Macalota: «Yo la estoy pasando mejor que tú. Conocí a un hombre, también de 30 años. En tu caso 60 no puede entrar en 30, pero en el mío 30 entra dos veces en 60». Babalucas pidió ser admitido en la Aviación de Guerra. El oficial de mando le dijo: «Como requisito para tu ingreso deberás saltar de un avión a 3 mil metros de altura». Preguntó tímidamente el badulaque: «El salto ¿no podría ser desde una altura de 3 metros?». «¿Qué idiotez es ésa? -se exasperó el oficial-. A esa altura el paracaídas no se abriría». «Ah, perdón -se disculpó Babalucas-. No sabía que me iban a dar paracaídas». El novio de Glafira, la hija de don Poseidón, fue a hablar con el viejo a fin de pedirle autorización para salir con la muchacha. Frunciendo el ceño y otras cosas le preguntó el severo genitor: «¿Qué intenciones tiene usted hacia mi hija?». «¡Ah» -se alegró el imberbe galán-. ¡No sabía que tengo opciones!». A Chesterton se le ha llamado «el amo de las paradojas». Quizás era más bien su esclavo, pues a veces, con tal de hacer alguna, sutilizaba los conceptos hasta el punto de hacerlos quebradizos. Eso, claro, no quita ningún mérito al padre del Padre Brown. Una paradoja es una figura literaria que entraña contradicción, contrasentido. Por ejemplo, resulta paradójico que el régimen actual llame «conservadores» a sus adversarios, siendo que muchas de sus acciones son más conservadoras que las del sistema más conservador, y otras implican un regreso al pasado. Igualmente eso de soslayar del brazo con los pastores evangélicos el tratamiento de asuntos tales como el matrimonio de las personas homosexuales o los derechos de la mujer es algo muy conservador, lo mismo que la tendencia a revivir el estatismo económico, que creíamos ya muerto y sepultado y al cual López Obrador le está diciendo ahora: «Levántate y anda». Paradoja también es decretar: «Nadie por encima de la ley» y luego ir a comer barbacoa con Bartlett. Todas esas acciones son contradictorias. Lo digo sin ánimo de contrariar. El entrevistador le preguntó a Bubily Buttocks, actriz -es un decir- de Hollywood: «¿Cuándo es la boda? Varias veces te hemos visto en compañía de Dick Horny». Respondió, mortificada Bubily: «Eso es lo que me disgusta. No puedo acostarme con alguien sin que ustedes le periodistas piensen que tengo alguna relación con él». Doña Picia era muy fea, dicho sea con el mayor respeto. Tan fea era la pobre que cuando nació, su mamá, en vez de darle el pecho, le dio la espalda. Cuantas veces doña Pifia iba a la playa el salvavidas le pedía que se acercara a la orilla del mar para que espantara a los tiburones. Sin embargo, como dice el refrán, nunca falta un roto para un descosido. Un compadre de la fea mujer entró con ella en relación adulterina. Una noche los amantes se estaban refocilando en el lecho conyugal de la señora cuando súbitamente entró en la alcoba el marido de la pecatriz. Vio lo que estaba sucediendo y con mucho sentimiento le dijo al follador: «Compadre: yo tengo que hacer eso por obligación ¿pero usted?». FIN.