Ven en cambio a golfo de América plan para reclamar zonas petroleras; EU podría intentar apropiarse de áreas mexicanas

Miami.— El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, decretó oficialmente cambiar el nombre del golfo de México al golfo de América. Aunque pueda parecer un gesto simbólico, esta propuesta está cargada de posibles implicaciones políticas, diplomáticas, económicas y legales que podrían transformar la dinámica de las relaciones internacionales y afectar directamente a los países que comparten esta gigantesca área marítima incluidos sus recursos estratégicos como el gas y el petróleo.

El golfo de México es una de las zonas más ricas en recursos naturales, particularmente en petróleo y gas. Según datos de la Administración de Información Energética de Estados Unidos (EIA, por sus siglas en inglés), aproximadamente 17% de la producción de petróleo de EU proviene del golfo de México. Este recurso es fundamental para la independencia energética de EU.

Octavio Pescador, académico de la UCLA y analista investigador, comentó que “cualquier movimiento que altere la percepción o la administración del golfo de México podría tener consecuencias directas en la seguridad energética de EU y en los precios globales del petróleo, por eso no creo que vaya a suceder nada fuera de lo normal por el cambio de nombre del golfo [por parte de Trump]”.

En un foro reciente, Martha Bárcena, quien fue embajadora de México en Estados Unidos, dijo que el cambio de nombre podría ser un primer paso para empezar a reclamar territorio donde hay petróleo. El golfo de México es un centro neurálgico para el comercio marítimo internacional. Más de 60% de las exportaciones de granos de EU salen de puertos ubicados en esta región, según la Asociación Nacional de Exportadores de Granos, lo que equivale a 30 millones de toneladas.

Según el historiador estadounidense Douglas Brinkley: “El golfo de México es la cuna de la expansión económica y militar de EU”. La propuesta de Trump no sólo está diseñada para reforzar su visión de América Primero, sino que también envía un mensaje claro al resto del mundo sobre la intención de EU de reafirmar su control sobre áreas estratégicas. Una participante del think tank New America señaló en redes que “este tipo de gestos simbólicos son una forma de diplomacia coercitiva. Al renombrar el golfo de México, Estados Unidos está redefiniendo su rol como líder global, pero lo hace de una manera que molesta a sus aliados y vecinos”.

“Esto es más mediático y más para respaldar la corriente del pensamiento político que Trump representa, es parte de su guerra cultural”, dice Pescador; “ya existe un referente idéntico entre ambos países, donde cada país le dice de distinta manera a un río en la frontera; México le dice río Bravo y en Estados Unidos lo llaman río Grande y no pasa nada”.

“Donald Trump, dentro de EU y en su legislación le va a llamar golfo de América porque tiene esa potestad y lo va a hacer”, dice el académico Pescador, “pero no porque vaya a querer quitar territorio marítimo, porque hay límites marítimos territoriales y están muy bien definidos y existe una ley internacional marítima que el Congreso estadounidense reconoce para cualquier arbitraje. No creo que vaya por ahí”. Cualquier intento de ejercer un control unilateral a nivel mundial sobre el golfo enfrentaría retos legales y diplomáticos.

Renombrar el golfo de México puede parecer un acto simbólico, pero sus implicaciones podrían ser profundas y multifacéticas. Desde el punto de vista político, genera tensiones bilaterales con México y proyecta un mensaje de unilateralismo al mundo. Económicamente, podría alterar el comercio y las operaciones en una de las regiones más estratégicas del hemisferio occidental y deja mucho que pensar sobre la posibilidad de querer ampliar la influencia estadounidense sobre los recursos naturales bajo el lecho del golfo de México; aunque legalmente, enfrente barreras casi insuperables debido a las delimitaciones internacionales vigentes.

Fuente: El Universal