Según las autoridades británicas, fue Macron el que propuso ese aplazamiento.
Desde Bruselas, donde participaba en la cumbre europea, Macron explicó que esa decisión era "de sentido común" porque "no seríamos serios" si una visita de Estado como esa, la primera que iba a hacer en el extranjero el nuevo monarca, se desarrollara en medio de las manifestaciones.
El presidente quiso insistir en que la visita iba a coincidir con la décima jornada nacional de movilizaciones que han convocado los sindicatos el próximo martes contra su reforma de las pensiones, pero la realidad es que las escenas de violencia que se vivieron en París y en otras ciudades el jueves, en paralelo a los cortejos, han causado conmoción en Francia y en el extranjero.
Los altercados dieron lugar a 457 detenciones y causaron heridas a 441 agentes de las fuerzas del orden que tuvieron que hacer frente a jóvenes, que según el ministro del Interior, Gérald Darmanin, pertenecen a la extrema izquierda.
Acusan a la extrema izquierda de los disturbios
"La extrema izquierda quiere atacar la República y hay que dar un mensaje de condena", subrayó el ministro, que hizo notar que mientras los sindicatos ya han denunciado la violencia, no ha hecho lo mismo toda la oposición.
"Frente a la violencia, que distingo de las manifestaciones, vamos a mantener la mayor firmeza", avisó Macron después de negar que sea la calle la que dicta su agenda y de afirmar que su gobierno tiene proyectos que va a presentar en los próximos días.





