Desafío

*Grandes Pillajes
*Viejo Terrorismo

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Los grandes robos contra la nación se ocultan bajo las piedras milenarias –ya cumplimos diez mil años, según el presidente, y tal debe tomarse como verdad absoluta a riesgo de parecer un ignorante fifí y de alto riesgo para la 4T-, y la negligencia de los gobiernos que al no perseguir apuestan por evitar ser perseguidos al término del periodo de su mandato, hasta el momento improrrogable.
El caso Odebrecht es uno de ellos; si bien el fundador de la empresa, Alberto, ya salió de la prisión en la que lo mantuvieron en Estados Unidos una corta temporada, lo cierto es que a través del continente americana la senda de los sobornos fue tan grande que no pudo evitarse los reventones, como en Perú en donde cinco ex mandatarios fueron sometidos a proceso si bien uno de ellos, Alan García, optó por el suicidio antes de enfrentar la vergüenza de los tribunales. Así y todo, en México parece de poca monta lo ocurrido con los acuerdos soterrados.
Formalizadas las órdenes de aprehensión contra Alonso Ancira Elizondo, director de Altos Hornos aprehendido en Palma de Mallorca, y de Emilio Lozoya Austin, ex director de PEMEX amparado pero sin que interrumpiera su búsqueda –la huida es siempre síntoma de culpabilidad-, comenzó a divulgarse, sobre todo en voz de los improvisados youtubers de la adulación, que con ello se demostraba que la administración federal en curso no se tentaba el corazón para derribar las más altas cabezas; ¡y tal no corresponde a la realidad!
Desde el inicio presidencial de López Obrador comenzó a bajarse la guardia en torno a los grandes villanos de la película: los ex presidentes; pareciera que se apuesta a la amnesia de los mexicanos para saltarse la encuesta prometida sobre si éstos debían o no ser sometidos a proceso a sabiendas, de antemano, que ningún mexicano bien nacido podría perdonarles el daño causado a nuestra vulnerable patria. Pese a ello, al iniciarse la persecución contra Lozoya, visto por algunos como el único corrupto del pasado digno de ser perseguido, la fiscalía general optó por olvidarse del jefe de la banda, del sobornado enrique peña nieto. Y todos felices.
Como si todo terminara en este punto y ya no hubiera que integrar los expedientes de salinas por sus “inversiones” non santas en PEMEX, ni a zedillo por su entrega a las paraestatales en pleno neoliberalismo, ni a fox por engañarnos a todos por el cambio cuando el único que se dio fue en su inmensa heredad de San Cristóbal, ni al alcohólico calderón capaz de ocultar las fuentes de su verdadera fortuna para seguir extendiendo la mano en busca de una mayor seguridad; de haber fracturado, de verdad, los intereses de los grandes cárteles ya estaría muerto y Margarita, su mujer, jamás habría podido postularse a la Presidencia, por el PAN y luego en calidad de independiente al ser rechazada por su partido.
Lo de peña, además, no tiene los límites de Odebrecht ni los de Higa ni los de Pemex. Su corrupción fue global y ganó millonadas con la concesiones de los ferrocarriles que no se hicieron ni terminaron –los de la Ciudad de México a Toluca y Querétaro o el de la península yucateca-. Simplemente la corrupción alcanzó con él los mayores niveles de la historia… mucho más alto que los del infeliz Lozoya y sus cómplices. Por ello, claro, no se persigue a peña.
¡Qué vergüenza que el fiscal, Alejandro Gertz Manero, haya dicho que a Lozoya no se le instaló causa por el tema de Odebrecht! Entonces, lo menor tiene más peso que lo mayor en la línea de una justicia tuerta, absurdamente perdida. Así estamos en México.
La Anécdota
No es asunto menor el estallido de una carta-bomba en el Senado dirigida a la morenista Citlalli Hernández, de 29 años de edad y vanguardista en los temas liberales incluyendo su rechazo a la homofobia y a cualquier tipo de discriminación sexual, lo que debe ser punto de partida para investigar el atentado que por fortuna sólo le causó leves lesiones.
Cuando recuerdo que el grupo terrorista ETA causó, a través de más de veinticinco años, ochocientas cuarenta y nueve muertes, y observó que en nuestro país, en dos sexenios tan solo, digamos desde 2007 hasta 2018, las bajas fueron de más de trescientos mil civiles por causa de la guerra contra el narcotráfico, observo que no hay proporción siquiera entre una cosa y otra… salvo la fuerza mediática de la comunidad vasca y los horrores de los españoles. ¡Qué tremenda diferencia!