DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

Armando Fuentes

18/12/2016

Don Chinguetas le dijo a su esposa doña Macalota: «Voy al Banco de Órganos a donar mi corazón y mis riñones». Le sugirió ella: «¿Por qué no donas mejor tu pija y tu cerebro? Es lo que menos usas». Babalucas ingresó en la Fuerza Aérea. En una de las prácticas el instructor les dijo a los reclutas: «El avión subirá a mil metros de altura. Desde desde ahí saltaremos». Con temblorosa voz propuso Babalucas: «Mi capitán: ¿no sería mejor que saltáramos de una altitud, digamos, de 50 metros?». «Claro que no -replicó el jefe-. A esa altura no se abriría el paracaídas». «Ah, vaya -suspiró con alivio Babalucas-. Llevaremos paracaídas». Don Poseidón, dineroso labrador, llamó a su hija Loretela, que estaba en el granero: «¡Lore! ¡Ven acá!». Respondió la muchacha: «¡En un minuto termino, padre, y luego estoy contigo!». En seguida le pidió al toroso gañán con el que estaba en refocilo erótico: «Dale rápido, Pitorro. Jamás le he echado una mentira a mi papá». La recién casada, ruborosa, le anunció a su maridito: «Mi vida: dentro de poco seremos tres en esta casa». «¿De veras?» -se emocionó el muchacho. «Sí -confirmó ella-. Mi mamá vendrá a vivir con nosotros». Don Sufricio, viudo desde hacía varios años, pasó a mejor vida -mejor aún que la de su viudez- y llegó a lo que parecía ser el Cielo. Digo que parecía porque en vez de puertas de oro y plata adornadas con jade y alabastro el lugar tenía puertas de madera de pino forrada con formica y sololoy. También allá la crisis ha pegado. Se abrió la puerta y apareció San Pedro. Inquirió, vacilante, don Sufricio: «Perdone usted: ¿se encuentra aquí mi esposa Gorgolota?». El portero de la mansión celeste consultó sus libros. «No está aquí» -le informó. «¡Bendito sea el Señor! -exclamó jubiloso don Sufricio-. ¡Entonces sí es el Cielo!». Piropeó el gusanito: «¡Adiós, mamacita!». Al punto oyó una tenue voz: «No seas indejo. Soy tu otro extremo». Empédocles Etílez, ebrio consuetudinario, se encaminó a su casa después de dos días de parranda. Iba temeroso de las iras con que seguramente lo recibiría su mujer. Cuando llegó vio a un ladrón que trataba de abrir la puerta. Se acercó y le dijo. «Yo te abro, a condición de que entres tú primero». Pirulina se confesó con don Arsilio: «Acúsome, padre, de que pequé con mi novio. Lo hice por debilidad». El buen sacerdote la amonestó: «¿Y acaso piensas que lo que tiene tu novio es reconstituyente?». Ya conocemos a lord Mortimer Highrump, famoso explorador inglés. Fue él quien descubrió las fuentes de ingresos de lady Chesty, quien llevaba un tren de vida claramente superior al monto de sus rentas. En uno de sus viajes lord Highrump iba con su fiel criado James por el desierto del Sahara. De pronto una serpiente mamba, de letal veneno, mordió al explorador en parte muy sensible: su atributo varonil. «¡Pronto, James! -le ordenó a su asistente-. ¡Busca en la mochila el Manual de Instrucciones en Caso de Mordedura de Serpiente Mamba y sigue el procedimiento de salvación que ahí se indica!». El fiel criado sacó el libro y leyó: «Primer paso: hacer un torniquete y aplicarlo en la parte de la mordedura». Hizo James el torniquete y con el mayor cuidado lo aplicó en la susodicha parte. Siguió leyendo: «Segundo paso: Con una navaja practicar una incisión en el sitio donde la sierpe inyectó su veneno». James pensó que no había tiempo para practicar, y sin más trámite hizo la incisión. En seguida leyó: «Tercer paso: Chu.». En ese punto se interrumpió y le dijo con voz grave a su patrón: «Lo siento mucho, milord. Me temo que ha llegado para usted la hora de encontrarse con su Creador». FIN.
MIRADOR.
Por Armando FUENTES AGUIRRE.
Historias de la creación del mundo.
El Señor hizo los cielos y la tierra.
No hizo primero los cielos porque fueran más importantes que la tierra. Los hizo por estricto orden alfabético, para que no hubiera sentimientos.
Después hizo al hombre y la mujer.
Tampoco hizo primero al hombre porque fuera más importante que la mujer. Los hizo también por estricto orden alfabético, para que no hubiera sentimientos.
Después de hacer a la mujer el Señor hizo una extraña materia: el oro.
Y dijo Adán para sí:
-La mujer. El oro. ¿Qué otros problemas se le ocurrirá crearme?
¡Hasta mañana!…