Orbe

Ahora sí el espanto es parejo

En tiempos como los que vive el mundo, que en México ya cobraron la vida de 31 mil personas, surgen reacciones tan diferentes y extrañas pero al mismo tiempo de gran aflicción.
La población acostumbrada al poder, derecho y privilegio de la libertad, le teme a la pandemia.
Eso es evidente cuando la mayor parte de las personas usan cubrebocas y mascarillas, aun al interior de sus vehículos o en plena calle bajo los rayos solares que despiden infiernos de 40 grados centígrados.
Sin embargo, esas multitudes enfrentan al virus retándolo. Y no se trata de una locura abierta o una parte de algo que no se haya entendido al llamado de las autoridades a confinarse.
Se trata de un fenómeno difícil de comprender porque arrebata de alguna forma derechos fundamentales como transitar por donde se desee y trabajar, ya sea asalariadamente o negociando lo que sea, así como el derecho de comprar y vender. O simplemente no hacer nada.
Los políticos y los empresarios también están tratando de encuadrar a la pandemia, buscando soluciones que no aparecen y luchando contra su violencia que provoca cierres parciales o totales de países.
La responsabilidad mayor la cargan los políticos que gobiernan, acusados por todos los sectores de incompetentes, pues esta lucha contra el coronavirus es una guerra sistemática contra la propia naturaleza, por lo que no debería ser exactamente una novedad, acostumbrados a desafiar toda clase de amenazas y ataques de una Madre Tierra enfurecida por tanto daño.
Y eso sería si la pandemia tuviese ese origen y nada que ver con los manejos de una ciencia y una tecnología manipuladas. Lo que a estas alturas no sería tan difícil de creer.
En resumen, todo mundo ahora sí está bajo un espanto parejo, sufriendo una gran consternación y un miedo que ni siquiera muchísima gente le llegó a tener a una guerra militar o a una violencia urbana como la que México ha sufrido por tantos años.
¿TAMBIÉN CERRARÁN LAS CAMPAÑAS ELECTORALES?
Mucha gente no cree que la clase política también se halle caminando al borde del precipicio económico y social, y dudan que al iniciar las campañas político-electorales estas se vayan a cerrar y controlar como se hace con toda la cadena productiva y restricciones a las libertades de los individuos.
Si la pandemia va para largo, podría ocurrir que las grandes concentraciones de militantes y simpatizantes de los distintos partidos políticos lleguen a su fin.
En ese sentido las redes sociales pese a su anarquía y los medios de comunicación, concentrarán el grueso de la propaganda electoral.
De hecho personajes como los senadores Ismael García Cabeza de Vaca y Américo Villarreal Anaya se han vuelto visitantes frecuentes de las redes sociales, faltándoles la opinión de la prensa profesional.
Opinión crítica que hace mucha falta sobre todo a los gobernantes y a los aspirantes a cargos de elección popular, pues mientras este sector no comparta formalmente con los medios tradicionales su propuesta política, la misma prensa no tendrá claro lo que proyectan, excepto indicios que sólo estarían causando conjeturas, presunciones o probabilidades, incluso hasta chismes y rumores que ese tipo de estilos suscitan.
Suponiendo que así sea el manejo que las autoridades electorales ordenen en 2021, la naturaleza de las cosas públicas dará un giro de 180 grados como le ocurre al gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Resulta inconcebible que economistas como Carlos Urzúa, primer secretario de Hacienda de la convulsa 4T, estén informando más de lo que ocurre realmente en el país que las mismas mañaneras de Palacio Nacional donde todo es “progreso y alegría”.
Si Urzúa no ha sido desmentido por sus declaraciones al periódico El País, publicadas el pasado jueves, de que la economía de México está en terapia intensiva y en riesgo (cada vez más) de sufrir una parálisis financiera, es porque este personaje sabe y por lo tanto declara que AMLO se encuentra en un callejón sin salida, agudizándose el cuadro con los embates de la pandemia.
Añadiéndose a esto la huida de la inversión privada tan necesaria, pero igualmente espantada no por la pandemia sino por la forma radical de gobernar del tabasqueño. No olvidemos la cancelación del Aeropuerto de Texcoco y los 100 mil millones de pesos tirados a la basura.
Bien dice el señalado ex titular de Hacienda sobre que una de las grandes y urgentes respuestas a la crisis de México sería una mayor inversión privada, nacional y extranjera, recalcando que “también esforzándonos nosotros como gobierno”.
¡Excelente inicio de semana!