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De política y cosas peores


CIUDAD DE MÉXICO.- Cierto individuo comentó en una reunión social: «Cada mes voy al hospital a ofrecer mi sangre». Le preguntó una señora: «¿Y la dona?». Replicó el tipo: «No. Nada más la sangre». Conocemos muy bien al tal Capronio. Es un sujeto ruin y desconsiderado. Fue con su mujer a una agencia de viajes y le dijo a la encargada: «Mi esposa y yo vamos de vacaciones. Continentes separados, por favor». Meñico Maldotado, infeliz joven con quien natura se mostró avarienta al proporcionarle su atributo de varón, casó con Pirulina, muchacha sabidora. La noche de las bodas Meñico se despojó de la ropa que lo cubría y se presentó por primera vez al natural ante su desposada. Lo vio ella y le dijo: «Está bien que haya crisis, mi amor, pero tú abusas. ¿Qué te parece si mejor vemos la tele?». (Nota. Y esa noche ni siquiera había buenos programas). Si una dama dice «no», eso significa quizá. Si dice «quizá» eso significa sí. Y si dice «sí» eso significa que no es una dama. Si un diplomático dice «sí», eso significa quizá. Si dice «quizá», eso significa no. Y si dice «no» eso significa que no es un diplomático. En lo relativo al panorama internacional López Obrador tiene un conocimiento parecido al de Babalucas. Vio en la barra de la cantina a una hermosa mujer y se dirigió a ella: «¿Me permites que te invite una copa?». Le respondió la guapa fémina: «Antes de que sigas adelante quiero decirte que soy lesbiana». «¿De veras? -se interesó el badulaque-. Y ¿cómo andan las cosas en Lesbia?». AMLO sabe cómo andan las cosas en Cuba, en Nicaragua, en Venezuela, y está a partir un piñón con los dictadores que oprimen a los pueblos de esas desdichadas naciones. En cambio, se las ha arreglado para indisponernos con varios países, entre ellos Estados Unidos, nuestro principal socio comercial, y España, gran nación con la cual nos unen estrechos lazos de historia y tradiciones, a más de importantes intereses comerciales, de turismo e industriales. La diplomacia mexicana, antes prestigiosa y respetada, atraviesa ahora por su peor momento a causa de las intemperancias del caudillo de la 4T, quien en el extranjero es visto como político aldeano de pocas luces y escaso entendimiento. «Los viajes ilustran», postulaba mi inolvidable tío Rubén Aguirre. Y añadía: «A los ilustrados». López Obrador es, sin duda, el Presidente que más ha viajado por México, y el que menos ha salido del país en estos tiempos de globalización. Su saber del mundo y de las relaciones internacionales tiende a ser tan limitado como el de doña Panoplia de Altopedo, dama de buena sociedad, que hablando de los viajes que había hecho con su esposo dijo: «Navegamos por el río Mingitorio». «Orinoco, mujer». «Fuimos a Venecia, pero la ciudad estaba toda inundada. Aun así nos paseamos en una glándula». «Góndola, Panoplia. Góndola». «En París vimos la Torre Eiffel. No está tan inclinada como yo creía. Y terminamos nuestro viaje en Kote, Florida». «Tampa, amor». La imagen de México en el extranjero se ha deteriorado en estos últimos años, y el hecho de que Claudia Sheinbaum haya suscrito la postura de AMLO en el caso del desencuentro con España no es buen augurio para nuestra política internacional. En algunos países, el nuestro es calificado ya de república bananera. Así, muchos empresarios temerán invertir aquí, y menos si no les gusta el plátano ni servido como postre en un banana split con nieve de vainilla, fresa y chocolate, mas competente añadidura de crema batida, ralladura de nuez y coco y una cereza coronando la riquísima combinación. Y mejor termino mi perorata de hoy, pues no es fácil escribir con la boca hecha agua. FIN.