De política y cosas peores

«Las tres mejores cosas de la vida son una copita antes y un cigarrito después». Esa frase circulaba cuando no se sabía aún que el cigarro es una de las peores cosas de la vida, pues puede provocar la muerte. El caso es que una parejita fue al Motel Kamawa. En uno de sus cuartos -el 210- la chica, después de haber bebido una copa con su galán, lo vio por primera vez al natural y le dijo: «¿Qué te parece si nos saltamos hasta lo del cigarrito?». (Este suceso tiene cierto parecido con el que le aconteció a Meñico Maldotado, infeliz joven con quien la naturaleza se mostró avara en la parte correspondiente a la entrepierna. En cierta ocasión una muchacha estuvo con él y le vio la susodicha parte. Exclamó: «¡Mira que linda! ¿Qué quiere ser cuando crezca?»). Un amigo de Babalucas le contó: «¿Supiste lo que le pasó a Libidio? Cruzó la calle para ir a la farmacia a comprar un condón y lo atropelló un ciclista». «¡Joder! -se enojó el badulaque-. ¡Y luego dicen que los condones son seguros!». El papá de la pequeña Rosilita la llevó a su oficina. Ahí, llevado por la costumbre, le dijo «muñeca» a su secretaria. Preguntó de inmediato Rosilita: «¿Y cierra los ojos cuando la acuestas?». Según entiendo -no los he contado personalmente- hay en México 2 mil 457 municipios. ¿Cuáles son los dos que obtuvieron la mejor calificación crediticia otorgada para ese nivel de gobierno por la importante firma Fitch Ratings? Según información que tengo a la vista esos dos municipios son Apodaca, de Nuevo León y Saltillo, de Coahuila. (Se citan por riguroso orden alfabético). Para dar esa calificación se toman en cuenta, entre otros factores, la correcta administración de las finanzas y la calidad de los programas tendientes a brindar a la población buenos servicios que eleven su nivel de vida. Me explico la excelente nota obtenida por ambos municipios, únicos que merecieron la máxima calificación, AAA, pues conozco -ahora sí personalmente- a sus dos alcaldes. El de Apodaca, César Garza Villarreal (dicho sea de paso el mejor orador político que me ha tocado oír), está llevando a cabo una empeñosa labor en bien de su comunidad. Su apoyo a la educación inclusiva se ha vuelto paradigma nacional. En Saltillo el alcalde Manolo Jiménez Salinas, ha realizado una notable obra que ha hecho de Saltillo una de las ciudades más seguras de México y donde a la gente le gusta más vivir. Desde luego, me dice él mismo, ha contado con el permanente apoyo del gobernador Riquelme, quien a su vez ha sabido establecer buenas relaciones con el gobierno federal. Todo eso ha redundado en bien comunitario. Vivir en un estado como Coahuila y en un municipio como Saltillo, tener tantos y tan buenos amigos en Apodaca, ejemplar municipio de Nuevo León, son regalos que quien esto escribe agradece a la señora Vida. Don Frustracio, el marido de doña Frigidia, comentó en el bar del Club Silvestre: «Mi esposa es una gran inventora». «¿De veras?» -se interesó uno. «Sí -confirmó don Frustracio-. Anoche inventó que le dolía la cabeza, antenoche inventó que estaba muy cansada, y la noche anterior inventó que tenía la ciática». La mujer de don Chinguetas lo vio en compañía de una dama muy pintada. Cuando el casquivano señor regresó a casa su señora le preguntó, atufada, quién era la mujer con quien lo había visto. «Para tu información -le dijo don Chinguetas-, es una mujer de letras». Replicó la esposa: «De cuatro, ¿no?». La lección trataba de los ovíparos. La maestra le pidió a Juanilito que dibujara en el pizarrón un huevo. El chiquillo, al hacerlo, se metió una mano en el bolsillo. Desde atrás del salón gritó Pepito: «¡Está copiando!». FIN.