Vida Diaria

Rosa Elena González

29/03/2018

Tregua en Semana Mayor

Desde el origen de la creación ha existido el bien y el mal, en cada acción del ser humano se manifiesta la ambición, corrupción y la traición, es tanta la maldad que hasta Dios fue traicionado por uno de sus mejores amigos por dinero.
Definitivamente todos los seres humanos tenemos una parte de bondad y una de maldad, cuando las cosas se hacen mal tenga por seguro que la irresponsabilidad de nuestros actos tarde o temprano pagará los agravios, alguien se encargará de cobrar las facturas pendientes.
En estos tiempos donde la ambición corrompe almas, el deseo de poder nubla las razones, el sonido y brillo del dinero ciega y ensordece las conciencias es cuando más se respira traición, huele en cada esquina a tal grado que parece que la maldad gana terreno y la bondad desaparece.
La semana mayor o Santa es un espacio de reflexionar en cuanta necesidad tenemos hoy los seres humanos de fortalecer el espíritu, de alimentar el alma, de buscar en los lugares oscuros un poco de luz que ayude a continuar el camino, de encontrar paz emocional para conservar un poco de bondad en nuestros corazones.
Con todo lo que sucede en este mundo hostil y lleno de maldad se pierde día a día la capacidad de amar, de sentir compasión, poco a poco la gente se vuelve indiferente al dolor ajeno, no hay misericordia por el que sufre, ni consuelo para el que llora.
Si perdemos la sensibilidad, la fe y esperanza en la divinidad será como perderlo todo, no encontraremos el remanso de paz que deseamos, que necesitamos en tiempos difíciles y estaremos perdidos en el laberinto de las interrogaciones, de la soledad sin consuelo, nuestras vidas navegarán en un mar de maldad sin encontrar sentido, ni motivo.
Ahora que se han desatado los demonios, que sentimos que llegaron los jinetes apocalípticos recargados de maldad, hambre, ambición, tragedia, muerte, crisis y destrucción es cuando más debemos de buscar alternativas para alimentar nuestra alma, trabajar para que las cosas sean mejores, tener fe en que veremos un mejor mañana, no perder la capacidad de amar y si es necesario perdonar, claro que es difícil para el que ha vivido en carne propia el dolor de perder a un ser querido, de ver a sus hijos sin el pan de cada día, que las deudas le consumen y la desesperación le mata, pero siempre se debe seguir por el camino correcto.
Debemos de buscar un remanso de paz, una esperanza, sobre todo hoy día que nos cuesta trabajo creer en los políticos y sus propuestas de soluciones a los problemas que nos aquejan, no debemos perder la confianza en Dios, es lo único que nos mantiene vivos.
Semana Santa o semana mayor, es momento de reflexionar, ojalá todos tuvieran lugar para hacerlo, que guardaran sus rencores, ambiciones y meditaran sobre lo que están haciendo bien y que están haciendo mal, se preguntaran qué queremos para nuestras familias, qué mundo heredaremos a nuestros hijos.
La adrenalina pasa, los efectos del poder bajan, la realidad tarde o temprano llega y es cuando nos damos cuenta que no hay vuelta en el tiempo, ni barita mágica que pueda enmendar lo destruido, ni alcohol que cure el dolor del alma.
Si Dios detectó en su última cena el odio del traidor por qué ahora no se condena y castiga a los que le hacen mal a la humanidad, a nuestro México, si Dios ya dio su vida por nosotros por qué los hombres y sus ambiciones siguen matando y haciendo sufrir a inocentes obligando a vivir en este valle de lágrimas.
Ojalá eso lo entendieran las altas cúpulas del poder que han permitido los grandes males que han provocado grandes tragedias, que los políticos dejaran a un lado las diferencias partidistas y los intereses de grupos o personales y vieran más por el bienestar del pueblo.
Que quienes tienen en sus manos el poder de brindar paz, tranquilidad y bienestar a la gente guarden un poco sus ambiciones y cumplan con su compromiso con México para que poco a poco comiencen a desaparecer todos los males que aquejan a este glorioso país.
Cierto, es mucho pedir, que sucediera sería un verdadero milagro, quizá ni siquiera en Semana Santa reflexionarán o se tocarán el corazón, para el pobre pueblo mexicano no habrá tregua en días santos, hambre, miedo, tristeza y desolación seguirán a lo largo y ancho de la nación.
Sería bueno que al menos en estos días santos unos y otros hicieran una tregua, que respetaran la sangre derramada de Jesús, que amarraran sus demonios, que mandaran a vacacionar los rencores, que reflexionen para que tengan un poco de paz espiritual, Dios les dará alivio a sus atormentadas almas y el pueblo teniendo tranquilidad lo agradecerá.