Un debate irreversible

Una de las conclusiones de una amplia investigación, coeditada por el Fondo de Cultura Económica y la Academia Nacional de Medicina, es que no hay ninguna evidencia que vincule el consumo de la mariguana con la conducta violenta; otra, que el uso de esa droga tampoco produce esquizofrenia ni es la puerta de entrada al consumo de otras drogas.

4/12/2015 – México, D.F.- La Secretaría de Gobernación aún no tiene lista la plataforma digital con la información sobre la legalización de la mariguana con fines recreativos, pero la sociedad civil ya comienza a posicionarse en torno al tema. Hasta ahora son dos las posturas diametralmente opuestas.
Las diferencias se centran, dicen los opositores a la liberalización de las drogas, en el impacto que tendrá la legalización en la salud pública y en qué hará el sistema nacional de atención a los adictos que en la última década crecieron 300%.
Los antiprohibicionistas, que cada vez son más, destacan las ventajas que traerá el libre consumo y ponen el acento en lo político y social, pues consideran que la estrategia gubernamental para combatir las drogas no sólo es onerosa, sino también fallida, como lo demuestran las miles de muertes asociadas a la violencia de los grupos criminales.
Este año, el gobierno federal autorizó 2 mil 900 millones de pesos para la atención de las adicciones. De esa cantidad, 700 millones fueron para los 161 Centros de Integración Juvenil (CIJ), cuyo presidente honorario vitalicio es Jesús Kumate Rodríguez, quien fue secretario de Salud durante el sexenio de Carlos Salinas.
Los CIJ fueron fundados en 1969 por María Eugenia Kena Moreno, exdiputada del PRI, coordinadora del Patronato Nacional de La Mujer del Año, presidenta del Foro Internacional de Mujeres y del Consejo Ciudadano del Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (Inapam).
Según Gady Zabicky, psiquiatra especializado en el uso de psicotrópicos, las autoridades dedican sólo un dólar por cada 100 adictos, pues la mayor parte del presupuesto se destina a la compra de armamento, equipo de policías y soldados, mantenimiento de vehículos terrestres y aeronaves, así como otros implementos en la guerra contra las drogas.
Carmen Fernández Cáceres, directora general de los CIJ –de los cuales Kena Moreno es vicepresidenta vitalicia del patronato–, admite la falta de apoyo, pero se declara en contra de la legalización de la mariguana porque, dice, provocará mayores daños a la salud de los jóvenes, incrementará la violencia, los delitos y el consumo de otras drogas.
Y se lanza contra el ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación Arturo Saldívar, quien sostiene que el consumo de la mariguana no representa un daño severo a la salud.
La funcionaria asegura que investigaciones del CIJ comprueban que el uso de la mariguana ocasiona daños al cerebro que impactan la percepción de la realidad y con ello la toma de decisiones. Fernández Cáceres afirma que, en combinación con el alcohol, la mariguana provoca mayor adicción y violencia, sobre todo entre los adolescentes.

Quitarse el miedo
Gady Zabicky, médico cirujano por la UNAM y psiquiatra clínico formado en el Instituto Nacional de Psiquiatría (INP), especializado en adictología, dice en entrevista con Proceso que está a favor del amparo que otorgó la Suprema Corte de Justicia de la Nación a cuatro personas para el consumo recreativo de la mariguana.
Esa decisión, explica, será la pauta para las discusiones sobre el tema. Lo deseable es discutir con base en las investigaciones científicas y en los estudios sociales sobre los riesgos que tendría el consumo de otras drogas para la salud pública.
Fundador del Programa de Investigaciones Relacionadas con Sustancias del INP, profesor de la UNAM, Visiting Scientist de la Universidad Rockefeller, miembro del panel del Global Methamphetamine Conference y del grupo de trabajo de VIH / Sustancias Intravenosas de The Lancet, Zabicky rechaza la política prohibicionista y la guerra contra las drogas.
Eso sólo ha creado un estado de terror y la muerte de miles personas en todo el país sin que esos resultados tengan un impacto en el comercio de las drogas ni en el consumo, reitera el especialista.
Integrante también del Colectivo por una Política Integral hacia las Drogas (Cupihd), en el que interactúa con especialistas de diversas disciplinas partidarios de la legalización de la mariguana, Zabicky asegura que la peor manera de debatir sobre el tema es el miedo. “Todos vivimos aterrorizados y paralizados, y eso no ayuda a pensar con claridad”, comenta.
Crítico de la guerra contra las drogas por considerar que eso es un eufemismo –“en realidad es una guerra contra la gente que usa drogas porque las drogas son cosas inertes, inanimadas”–, Zabicky se declara antiprohibicionista. Y esta postura implica muchos cambios en muchos niveles. Vamos a tener que aprender a pensar de manera distinta como servidores de salud, como policías, como banqueros y como sociedad”.
Si Peña Nieto tiene miedo a legalizar el uso de la mariguana, insiste, antes debe ver que las cosas no están bien, que siempre existe la posibilidad de repararlas porque las leyes no están escritas en piedra para siempre.
“Legal o no legal, la hierba está altamente disponible en todos lados para quien quiera comprarla. En ese sentido, la ilegalidad no representa más que un impuesto de guerra en la guerra contra las drogas”, apunta.

Las falacias
El argumento de que la legalización incrementará de manera automática el número de adictos es falaz, asegura. En algunos países se observó que al principio hubo un leve incremento en el consumo porque algunas personas tuvieron curiosidad, pero después la curva regresó al nivel de consumo inicial. Es posible que eso suceda también en México, puntualiza el entrevistado.
“Creo que sí hay que tener miedo… pero a que las cosas sigan como hasta ahora. A las miles de muertes, a un Estado policiaco, a la anulación de las garantías, a convertirnos en el país más peligroso del mundo para ejercer el periodismo.
“Como mexicanos, somos los que podemos alzar más la voz a nivel internacional. Creo que somos la última trinchera de la guerra contra las drogas. Y eso ya no es posible, por los altos costos que implica”, sostiene.
Zabicky participó en el estudio Mariguana y salud, junto al grupo de investigadores coordinados por el exrector de la UNAM, Juan Ramón de la Fuente (Proceso 2038).
Una de las conclusiones de esta amplia investigación, coeditada por el Fondo de Cultura Económica y la Academia Nacional de Medicina, es que no hay ninguna evidencia que vincule el consumo de la mariguana con la conducta violenta; otra, que el uso de esa droga tampoco produce esquizofrenia ni es la puerta de entrada al consumo de otras drogas.
–La liberalización de las drogas, ¿crearía más adictos como sostiene el propio Peña Nieto?
–Tenemos que salir de un esquema de simulación. La guerra contra las drogas no ha hecho, en ningún momento, mella al suministro de las drogas en el país. Las drogas son un bien de consumo y están sujetas a las leyes de la oferta y la demanda, como cualquier otra mercancía. Si los noticiarios informan sobre la incautación de dos tráileres con siete toneladas de cocaína pura, eso no le quita ni 10 pesos al valor (que tiene) en la calle. Es más estable el precio de la cocaína que el del petróleo o el kilo de plata.
“Para sustentar esa política de miedo se parte de posiciones erróneas. De las personas que empiezan con el consumo experimental de una sustancia a las que terminan con un consumo de dependencia, la proporción es minúscula. La otra teoría es la del portal: si empiezas fumando mariguana, terminarás con la heroína.
“Esto es parte de la histeria de la guerra contra las drogas, pero no hay ninguna base científica que lo compruebe, a pesar de que se ha investigado mucho. No hay manera de comprobar que un cerebro que consume cannabis se vuelve ávido de otras drogas.”

José Gil Olmos/Proceso