Orbe

México no odia, tiene incertidumbre

Interesante el punto de vista de Ernesto Villanueva, en Proceso, refiriéndose a la actuación del secretario de Seguridad y Protección Ciudadana del gobierno federal, Alfonso Durazo.
Pero resulta que en el oficio de opinar, las (y los) que nos dedicamos a esto, solemos cuando no minimizar, sí a veces exagerar los aspectos realmente difíciles, sólo por la comodidad irresponsable de darle una salida fácil a los laberintos políticos y sociales.
O también, para revestir una opinión de letras “famosas” que realmente son una mezcla de simplismo y sensacionalismo. Pues para muchos lo importante es vender lo que cada día es más complicado de colocar entre un público muy consciente.
En el contexto nacional el nuevo gobierno no ha desatado sentimientos tales como el rencor y odio personal, que el articulista señala ocurren en el medio de la Policía Federal.
Insiste —el abogado e investigador— en que el conflicto con esta corporación, estratégica para conformar la Guardia Nacional, “se dejó de atender y ha escalado a tal nivel, que Durazo, quien debería ser garante de la seguridad nacional, es paradójicamente un riesgo creciente para la misma”.
Ahí, de entrada, concuerdan las cosas. El país continúa atravesando por una implacable ola de inseguridad que no tiene visos de ser solucionada en el mediano plazo, a pesar de las promesas hechas por el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Esto que sucede tiene un nombre muy claro: se llama incertidumbre.
Es decir, no es odio, partiendo de la premisa de que el tabasqueño no deja de ser un personaje bastante carismático, que a pesar de sus evidentes terquedades y caída en el índice de aprobación continúa en el ánimo de millones de ciudadanos.
Es el Presidente de México un personaje popular. Sin embargo, le falta mucho para ser considerado un político competente y eficaz.
Y así como se toma de la Policía Federal una supuesta percepción, estoy segura que la incertidumbre es la que campea y prevalece. No puede existir un país próspero rodeado de violencia.
El problema mayor radica en que muchas de las decisiones (inclusive las grandes) ya no se están tomando sobre la base de la seguridad, ni tampoco se precisa como una dinámica de carácter temporal.
Todo indica que el país crecerá (supuestamente) aunque todo descarriado, sin orden, sin control y sin una base sólida que permita, para empezar en cuanto a la sociedad en su conjunto, llevar a cabo un desarrollo integral y pleno en relación a sus derechos.
Semejante método acabará, además, por ahuyentar a la inversión extranjera que preferirá que su capital trabaje en un entorno realmente civilizado, distante de la desilusión que representa un nuevo gobierno que habla demasiado y hace poco, más la sospecha de que se reserva muchas cosas como es la tentación de prolongarse en el poder.
Una ambición que en otros países es legítima y democrática, pero que en México, a pesar de que ya se reeligen diputados locales, presidentes municipales, diputados federales y senadores, no ocurre lo mismo con los gobernadores de los estados y mucho menos con el presidente de la república.
Y es precisamente por lo mismo: puede haber un optimismo democrático en los mencionados cargos que ya se reeligen. No obstante en el de los gobernadores, y sobre todo en el de presidente no hay tal entusiasmo, y le diré el por qué:
México aún no da ese gran paso, tal y como ocurre en Estados Unidos, ya que desde la guerra de la independencia en 1810 y a lo largo del siglo XX el país ha padecido una serie de dictaduras intermitentes, usualmente disfrazadas de democracia, que han violentado y atrasado terriblemente su progreso.
Ese es el trasfondo que profundiza la incertidumbre. Y que nadie diga que el tema de Baja California, por su lejanía de la Ciudad de México y de otras regiones del país, se cuece aparte, porque el instinto nacional apunta lo contrario. Una inmoralidad legal y un laboratorio experimental que le podrían costar todo al gobierno de López Obrador.

Avances en Tamaulipas
Paradójicamente hay estados del país como Tamaulipas, donde los índices de seguridad están cambiando a favor de la gente como no había ocurrido en la mayor parte de lo que va del siglo XXI. La lucha ha sido doble para Francisco García Cabeza de Vaca: un presupuesto que la Federación le ha disminuido y una violencia que ya se sentía dueña de la entidad.
¡Excelente inicio de semana!