Orbe

Se “sospecha” que son falsos profetas

Si México presume de ser una nación democrática es porque ahora se dice elige a sus gobernantes por el peso razonable de sus promesas, y no por su guapura, recordando a esa desgracia llamada Enrique Peña Nieto.
La otra realidad estriba en que esos grandes compromisos político-electorales cada vez se incumplen más, con todo y la irrupción de supuestos profetas que furiosos señalan la corrupción y nuevos tiempos de justicia.
Pero nadie puede fiarse gran cosa de nadie, convirtiéndose la política en traicioneras arenas movedizas donde se ignora si estamos eligiendo a un neoliberal vendepatrias o a un dictador en ciernes.
También comienza a extenderse el refrán de que “más vale viejo por conocido, que nuevo por conocer”, convencidos de que cada candidato que se aparece (a veces de la nada o por haberse aferrado añales) es seguro que será peor que su antecesor.
El otro problema es que la ciudadanía está juzgando (seguramente por vivir en tragedia tantas décadas) en una forma muy precipitada a sus nuevos gobernantes.
El presidente Andrés Manuel López Obrador es un caso que llegó a niveles alarmantes. Y no porque haya ofrecido mucho y hoy esté cumpliendo nada, sino porque ya “descubrió” que gobernar una nación como México es casi una misión imposible.
Lo de “descubrió” es cortesía de esta columna, pues nadie le cree que tan curtido como está en estos menesteres haya sido engañado por la abrumadora realidad. ¿Entonces qué clase de profeta fue?
Resulta, no obstante, que el país se ha vuelto tan corrupto y violento que el mal que se hace aquí sería en otra nación el equivalente a detonar varias bombas nucleares. En cambio a muchísimos mexicanos esos escenarios ya se les volvieron “normales”, motivo hasta de chistes, ocurrencias y comedias baratas.
Unos son la dignidad
nacional y otros el problema
Sin embargo, muchos mexicanos afirman que jamás se acostumbrarán a una vida plagada de políticos rateros y de terror en las calles.
Estos ciudadanos son (aunque sean mucho menos que aquellos que carecen de cultura política) quienes sostienen -contra viento y marea- la dignidad nacional, mortificados de que la mayoría aletargada sea la causante de un país inculto y manipulable.
Esa mayoría no juzga realmente lo que sucede en México, simplemente porque la mayor parte de los candidatos que sólo se aparecen para mentir impunemente ya se volvieron un modelo a seguir, y nada importa si carecen de moral, preparación y convicciones.
Ese abuso sistemático y de que la gente no resienta esos comportamientos se vio el sábado, señalan algunos medios, durante la visita de la dirigente nacional de Morena, Yeidckol Polevnsky, a Ciudad Madero.
A pesar de no ser candidata de nada, las actitudes de esta señora, insisten, fueron de una exagerada prepotencia como haciéndoles el favor a los militantes y simpatizantes de “dejarse ver”, pero sin que se atrevieran a pedirle una selfie y menos a saludarla de mano ¡o de abrazo y beso ni lo mande Dios!, pues para eso fue el escudo humano de guardaespaldas que la aisló de todos.
Quizá intentaron salvar de alguna manera el evento la prudencia del senador Américo Villarreal Anaya y la popularidad que tiene en la zona el diputado federal Erasmo González Robledo.
Lamentablemente casi la totalidad de las dos mil personas que llenaron el gimnasio multidisciplinario de la Unidad Deportiva de Madero, decidieron abandonar el recinto. ¿Sucedió eso porque la gente ya comenzó a distinguir a los falsos profetas que no se arriesgan por nada ni por nadie?
Y a propósito, cero y van un montón de desplantes contra el alcalde Adrián Oseguera. La primera la hizo, según trascendió, el propio López Obrador durante su visita a la Refinería Madero. Ahora le tocó al turno a Polevnsky Gurwitz con el trasfondo de que ambos apoyan a diferentes candidatos en uno de los distritos maderenses.
Ya poco importa saber (al menos a mí en lo personal) si la tal Yeidckol les recetó la misma dosis de arrogancia a los morenistas en su visita a Victoria, pues para esta dirigente, buena para regañar, nada pasa de ser un simple malentendido en todos los problemas que le plantean, y sobre todo cuando la falta de cohesión y proyectos en el partido que representa dista mucho de lo que fue hasta el final del año pasado.
Ya todo mundo sabe que Morena es un partido que pronto dejó de ser sensible a las crisis sociales, dejando de denunciar lo que por años hizo con tanta convicción, pasando a formar parte de ese problema nacional que tanto criticó y prometió combatir.
¡Excelente inicio de semana!