Orbe

Seguridad pública: de lo incierto a lo cierto

11/05/2018 – Una de las grandes demandas de los tamaulipecos en la última década, ha sido el tema de la seguridad pública.
En ese tenor, un amplio número de buenos resultados se está dando en nuestra entidad gracias a la transición democrática en el poder del Gobierno del Estado.
Me explico: a pesar de que los índices de criminalidad continúan manifestándose, es justo reconocer que una gran parte de Tamaulipas ha regresado a la normalidad, transcurriendo las actividades diarias de la mayoría de los 43 municipios en una tranquilidad que tenía mucho tiempo no se veía y mucho menos se disfrutaba.
Semejantes resultados son el efecto de que en democracia suele ocurrir que todo lo incierto se transforma en cierto.
Así entonces, Tamaulipas ha pasado del antiguo régimen autoritario de un solo partido, al escenario donde todos opinan e intervienen.
Justamente el gobierno de Francisco García Cabeza de Vaca ha contribuido a que todas esas voces silenciadas se expresen, y junto con las propias autoridades estatales se desarrollen las cualidades acalladas de la justicia y de la seguridad pública.
Caso contrario sería imposible tener cada vez más mejores policías, fiscales y jueces.
Y fundamentalmente este cambio se da cuando estos servidores públicos, empezando por el propio Gobernador, empiezan a meter orden en sus propias casas.
Un orden que no sólo baja y se extiende a la Procuraduría General de Justicia a cargo de Irving Barrios Mojica y a la propia Secretaría de Seguridad Pública titulada por Augusto Cruz Morales, sino al Poder Judicial que preside Horacio Ortiz Renán y al mismo Congreso del Estado donde el presidente de la Junta de Coordinación Política, diputado Glafiro Salinas Mendiola y el auditor superior, Jorge Espino Ascanio, han asumido una enorme responsabilidad en la fiscalización de los recursos públicos del Estado y en la aplicación del sistema anticorrupción.

COMBATE A LA IMPUNIDAD
No llevo la cuenta de cuántos funcionarios han sido cesados en forma fulminante de sus actividades públicas al comprobárseles un mal desempeño en sus encargos, desde un mal ejemplo hasta abusos de poder y corrupción. Aunque ya no son pocos los que han sido separados de sus puestos.
El más reciente, después de un Subsecretario y de un número importante de servidores públicos removidos de sus cargos, fue el de un jefe policiaco adscrito a la Procuraduría General de Justicia.
Bien dice el refrán que el buen juez por su casa empieza. Y principalmente aquí en Tamaulipas donde la magnitud de las implicaciones delictuosas han llegado muy lejos (como nunca), hasta convertirse en escándalos nacionales e internacionales.
Escándalos que han degradado en extremo la política al grado de que dos ex gobernadores, Tomás Yarrington Ruvalcaba y Eugenio Hernández Flores, se encuentran privados de su libertad. El primero con sendas acusaciones que lo llevarían a una condena de dos cadenas perpetuas y el segundo que enfrenta cargos no tan graves como su antecesor, pero que vive inmerso en un proceso de extradición.
Un escenario de palabras mayores que al mismo tiempo anuncia que la justicia pronto sentará en el banquillo de los acusados a un alto número de ex funcionarios de ambos gobiernos.
Lo que incluye desde luego a varios ex presidentes municipales que conscientes de sus actos de corrupción, se han refugiado en otros partidos políticos.
Sin embargo, todos estos tal vez ignoren que ya no hay lugar donde esconderse de sus malas actuaciones, habituados a que por mucho tiempo todo se resolvía favorablemente a sus intereses ocultándose en el manto oscuro de la impunidad.
Hoy lo importante es que los tamaulipecos han dejado de ser ciudadanos anónimos al trascender sus quejas y denuncias, corroborando que los espacios públicos y las áreas de vivienda urbana y rural se han convertido en espacios más defendibles y seguros.
Al ocurrir esto se renueva la esperanza, porque no sólo el gobierno tiene la potestad de procurar justicia sino que los mismos ciudadanos forman parte de ese poder que indica que la democracia dejó de ser un bonito cuento, pasando a una madurez que tardó mucho, pero que finalmente ha llegado.
¡Feliz fin de semana!