ORBE

Ma. Teresa Medina

22/12/17

¿Por qué somos así?

Pocos han sido los líderes de opinión que dejando de lado egos y estupideces lograron descubrir por qué este gran país de más de 6 mil años de historia y cultura, y una riqueza natural que se destaca entre dos océanos (como pocas naciones en el mundo), sigue postrado en medio de la pobreza, la ignorancia, la corrupción y la violencia.
El miércoles comenté que uno de los grandes problemas de México, como de Latinoamérica, es esa pandemia conocida como la élite política y económica que, por las buenas o por las malas, impone su voluntad a millones de ciudadanos que con su voto intentan darle forma y vigor a la democracia.
No soy una “conspiranoica”, pero la realidad es que nuestro país nunca saldrá de ese atraso tan vergonzoso si no tiene el valor de acusar a los que han hecho de todo el territorio nacional su negocio y dejar de actuar como si estuviésemos atravesando por una ocupación.
Y me refiero a una ocupación militar que, según infinidad de antecedentes históricos, se trata del control de una potencia sobre un territorio que no está bajo su soberanía.
En el caso mexicano las élites del poder, nacionales y extranjeras, son las que siempre nos han mantenido viviendo en medio de un pantano de saqueos y angustia.
LA HISTORIA SE REPITE
Primero fueron los españoles quienes en 1521 sometieron a su dominio a la capital del Imperio Azteca, lo que históricamente se llama la Caída de Tenochtitlan, hoy Ciudad de México, hasta que en 1810 se diera el grito de independencia, pero quedando la nación realmente libre del avasallamiento de España en 1821, aunque siendo hasta el 10 de octubre de 1824 que los poderes democráticos de este país declararan primer presidente de México a Guadalupe Victoria, constituyéndose formalmente la república.
Sobrevendría veinte años después (una vez que Texas se independizó de México en 1836) la intervención estadounidense o la Guerra de Estados Unidos y México (Mexican-American War), sufriendo nuevamente los mexicanos las consecuencias de las políticas expansionistas de otras naciones.
La historia describe que el 15 de septiembre de 1847 el ejército americano se apostó en el Zócalo de la Ciudad de México, y ahí el sargento Benjamín S. Roberts bajó el Lábaro Patrio e izó el de las barras y las estrellas.
Y pese a que muchos ciudadanos lanzaron piedras e insultos a los invasores (como hoy se quejan millones de mexicanos), nuestra nación perdió finalmente más de 2 millones 500 mil kilómetros cuadrados, de los 4 millones 400 mil que originalmente contaba desde que era la Nueva España.
LA CRISIS PERMANENTE
Así pues, desde esas épocas hasta el día de hoy, los mexicanos parece que padeciéramos una especie de invasión permanente que nos impide salir también de una crisis permanente.
Por eso la pregunta: ¿Por qué somos así? Y también por qué somos vistos por los vecinos con esa enorme falta de respeto, que mucho tiene que ver con el sistema neoliberal asumido por los gobiernos desde Miguel de la Madrid hasta Enrique Peña Nieto.
Y pese a todo esta élite del poder lo dice sin el menor rubor: ¡Aquí no pasa nada!
Y como todo transcurre en medio de una gran “estabilidad”, ni tardos ni perezosos imponen en el camino a José Antonio Meade, dispuesto a darle seguimiento a todos estos años de hostilidad, decadencia y dolor.
Esta élite sabe bien que el virus neoliberal que ha engendrado al monstruo de la corrupción inhibió el interés de los políticos por el bienestar del pueblo, buscando sólo los grandes negocios que les permiten sus amos a quienes les han entregado todas las riquezas del país.
Mientras el voto de la ciudadanía no exija la instalación de un gobierno federal progresista, que moralice la política y revierta ese proyecto entreguista que tiene al país en la quiebra y sometido a la voluntad de los invasores modernos, llegará un momento en que el tejido social definitivamente ya no pueda regenerarse.
Si las encuestas ubican a López Obrador liderando todas las preferencias electorales sobre Ricardo Anaya y José Antonio Meade, incluso hasta en una proporción de dos a uno, es porque la sociedad ya está harta de estar bajo el sometimiento criminal.
Y porque además sabe que toda la corrupción ya no es un problema común sino una falla generalizada que está destruyéndolo todo, infectando las instituciones más prestigiadas, y al mismo tiempo exigiendo su erradicación y una nueva época que nos permita a todos dejar de ser como somos.
¡Feliz fin de semana!