ORBE

Ma. Teresa Medina

11/09/17

No se hincan ni con huracanes ni terremotos

La historia dirá un día que esta época fue en la que México sufrió lo peor de la locura y perversidad de muchos que estuvieron en importantes cargos de poder público.
Muy vergonzoso será también (quizá sea lo peor) cuando los que ahora son niños y adolescentes confirmen y juzguen a todos quienes les heredaron un país sumido en el más grave de los escenarios sociales.
Que el tema ya está muy trillado, dirán muchos. No obstante, un tema jamás será tan reiterativo ni estará fuera del interés público si reúne, como el contexto general actual, tanta atrocidad y desgracia
Y ni modo digan que quienes tocamos estos asuntos somos un montón de personas enfermas de paranoia o proclives a fastidiar a los demás con problemas inexistentes.
El drama es que sí existen y si la violencia, la miseria y la corrupción continúan irrefrenables, entonces no habrá futuro para México. Convirtiéndonos todos en un gigantesco cuerpo de vagos harapientos que jamás aprendieron la lección, rechazados por otros pueblos que igual de sufridos lograron dar el salto al cambio demostrando un valor moral impresionante.
Mientras que nosotros sólo nos dedicamos (desde hace muchos años) a las lamentaciones y reproches como si estos por sí solos fuesen a generar alguna recuperación económica, social y moral.
Un país de estúpidos dedicados a la mayor producción mundial de idioteces y errores interminables, a seguir el conflicto en medio del drama sin recurrir a la reflexión y la reconstrucción, y como si de pronto todos intentaran sacar raja de la situación y correr con ese botín para aprovecharlo.
El problema radica en que no hay para donde escapar, como igual les sucedió a Tomás Yarrington y Javier Duarte, y a otros gobernadores (incluso grandes capos de la droga) que pensaron como Scarface (Caracortada): “El mundo es tuyo”.
¡Qué bárbaros! Todo esto dicho previa participación del presidente Enrique Peña Nieto que también quiso volarse la barda:
“¿Qué hubieran hecho ustedes?”.
Es decir, se incluía de alguna manera una especie de defensa oculta que justificaba el mal que sus socios y otros perpetraron y que será casi imposible el país recupere los bienes robados. Ya no digamos el daño moral causado en forma permanente.
Y como si el resto de la comunidad de países latinoamericanos estuvieran igual o peor que nosotros, pues ni la menor intención tienen de luchar como ellos, aquí nos iremos eternamente para vida de aplicar las leyes en un proceso de ruegos angustiantes tratando de intentar detener la frenética escalada de saqueos y peculados, más la ola de violencia jamás vista en la historia del México contemporáneo.
¿De qué canijas elecciones vivimos comentando a diario en todos los medios, si ni siquiera sabemos podremos celebrarlas en un marco de legalidad y democracia?
¿Cómo vamos a elegir en primer lugar a un presidente de la República, si todo el territorio nacional está inmerso en la más grave inestabilidad política y social?
No nos hagamos a la idea de que podemos ir a elecciones también de renovación del Congreso de la Unión y muchas locales, si la cohesión política para tales efectos simplemente no existe.
¿Entonces por qué tantos planes y comentarios, como si las cosas se fueran a poner tan buenas? Y sí se van a poner buenas, pero para mayores guerras regionales y pánicos. Aún así tardaron mucho para deshacerse del “carnal fiscal”, que bien dicen por ahí la bronca no era el pase sino el pasante.
¡Qué horror! Cuántos pasantes demonios los tienen infestados y ellos como si nada.
Sigan rogando a no sé quién que los trogloditas (pasantes) cumplan las leyes, evadiendo el compromiso de someterlos y confinarlos en prisión. La retórica a todo lo que da y para colmo el azote de otros demonios destructivos y letales: Huracanes y terremotos. Pero ellos no se hincan.
¡Excelente inicio de semana!