ORBE

Ma. Teresa Medina

21/08/17

Reflexiones PAN y PRI; y las mañas de AMLO

No es impresionante que en medio del descrédito de los partidos políticos, empezando por el PRI, se reconozca que importantes miembros de esa partidocracia hablen sinceramente respecto a los males que aquejan a México y la esperanza de un cambio verdadero.
En ese sentido cualquiera preguntaría por los motivos de que esa rara honestidad política no trascienda a la sociedad y tampoco permee como la demagogia que encabeza Andrés M. López Obrador, con la que planea asaltar al poder por tercera ocasión.
Todo quizá se deba (después de la espantosa corrupción) al acartonamiento utilizado en la política (incluso en los medios de comunicación) para expresar las ideas, lo que ha provocado que la gente ya no les crea nada a los políticos tradicionales, con sus respectivos fracasos y los riesgos de que 2018 se convierta en un año electoral donde toquen fondo.
Claro que no sólo es la corrupción insufrible y el acartonamiento sino la falta absoluta de resultados en seguridad, justicia, empleo y economía.
Y si no es precisamente impresionante que algunos políticos digan cómo están realmente las cosas en México y lo que éstas requieren para el cambio, es porque igual debe reconocerse que sus partidos no son lo que un día fueron, pese a que su democracia no era tan “avanzada” ni ofensivamente costosa como los 6 mil 788 millones de pesos que el pueblo pagará por el proceso electoral del próximo año, aprobado por el Instituto Nacional Electoral (INE).
Antes de ir con los conceptos de dos personajes, uno priísta y otro panista, tendríamos que admitir que AMLO avanza en popularidad por su habilidad para comunicarse con la gente en los términos que esta desea. El tabasqueño se expresa sin mordazas y señala las cosas como el pueblo las critica.
Sin embargo, AMLO es el único en su partido que habla de esa forma. El resto no lo hace así ni lo hará. Y ahí se vislumbra el principio del fin de Morena.
En cambio, en los dos grandes partidos, PAN y PRI, son muchas las voces que coinciden que todo ha fracasado, desde la transición hasta el régimen político que ya se agotó y cuyas instituciones dejaron de representar a la sociedad por la corrupción que las tiene postradas.
En la conversación que sostuve en Ciudad Victoria con el senador del PAN Ernesto Ruffo Appel, prácticamente me dijo que México debe diseñar otro sistema que evite la parálisis que el presidente Enrique Peña Nieto no quiere admitir. El mismo Ruffo señala, con su peso histórico de primer gobernador de la oposición (en 1989), que el hartazgo social del “populismo mesiánico, corporativo y corrupto del PRI” estimula y abre diversas opciones políticas, muchas de ellas ciudadanas e independientes.
Haciendo también un ejercicio de autocrítica realista, Ruffo Appel reconoce que la victoria presidencial en 2006 de Felipe Calderón fue, por largos seis años, un cogobierno entre PRI y PAN, ante la amenaza populista de López Obrador.
Aceptó el ex gobernador de Baja California que ese cogobierno (2006-2012) afectó la credibilidad de su partido; no obstante, resalta que la calidad democrática del PAN está muy por encima que la que practica el PRI, a tal grado que el partido blanquiazul es una constante de debates serios y abiertos. Uno de ellos, la resistencia de Margarita Zavala, esposa de Felipe Calderón, a aceptar que sus correligionarios y adversarios utilicen spots de promoción política a fin de competir por la Presidencia de la República.
Otro destacado político que exige cambios radicales es el gobernador de Jalisco, Aristóteles Sandoval, sentenciando que México vive un período emergente y transformador, “disruptor por vocación”. En calidad de miembro del PRI reclama a su partido romper con los cánones y transformarse desde adentro: “Si el PRI quiere ser opción debe ser atractivo, fresco e innovador, no hay lugar para la rigidez”.
Aristóteles es un priísta al que vale la pena escuchar cuando insiste que se elimine el fuero a los políticos, que se acabe el priísmo de élites, dejar las corbatas y las Suburban y transformar las formas de gobernar y de ejercer el poder.
Habla del piso parejo y de la probabilidad de elegir candidatos ciudadanos, lo que es ya una realidad, aunque sólo para allanar el camino de José Antonio Meade y Aurelio Nuño Mayer, y en un descuido al del propio Luis Videgaray que advierte no está fuera de la jugada y son capaces de postularlo. Lo que provocaría una tremenda escisión en el PRI, que ya habíamos anunciado hace más de 40 días (10 de julio) en este mismo espacio.
Un fenómeno que alcanzará a Tamaulipas, no sólo por la conflictiva elección de un presidente sustituto del PRI, sino porque derivado de las decisiones de los días 9 y 10 de agosto, su asamblea nacional (decíamos) cambió los estatutos que ahora permiten la candidatura de simpatizantes que tienen muy irritadas a las bases priístas.
¡Excelente inicio de semana!