OPTIMUS

Jorge Alberto Pérez González

25/06/2017

El gran hermano

La historia consigna muchos hermanos incómodos, sobre todo en la política, pues parece mentira pero la falta de educación en la nación es tan obvia que hasta parece que llegan al poder precisamente por carecer de cultura.
Cultivarse requiere además de estudiar, leer, leer mucho sobre todo historia, pues como ésta es cíclica, el conocerla permite anticipar reacciones y al adelantarse a los hechos se toman decisiones sabias, inteligentes, congruentes, pero sobre todo eficaces.
Gobernar no es fácil, menos cuando se hace con ambición económica, la tentación es mucha y si la educación en valores es poca, la posibilidad de dejarse llevar es suficiente y bastante para tratar de convertirse en virrey de unos cuantos años de duración.
Ya no cortan la cabeza a los señores feudales y sin embargo la pierden.
Triste fue el espectáculo de esta semana, donde una publicación en el New York Times, develó un misterio que en México todos padecemos, la intromisión en la vida privada de todo aquel que se considere “Target”, para preservar la seguridad nacional.
Lo lamentable fue la exhibición internacional, pues aquí desde hace mucho tiempo lo sabemos, lo padecemos y lo aceptamos, pues nadie que se dedique a la política o al periodismo ignora, que esta práctica tiene décadas.
Hace 17 años, un especialista en aparatos electrónicos a quien tuve la fortuna de conocer, me explicaba que existían aparatos sofisticados que detectaban aparatos espías en mi red de telefonía y me ofreció una revisión de mi casa para detectar cualquier intrusión.
La sospecha de sentirme vigilado por mis escritos hizo aceptar la sugerencia, pues no llevaba ningún costo, salvo que tuviera que hacer labores de “limpieza”.
Así que revisó toda la casa, paredes, cielos falsos, conmutador telefónico y aparatos. El resultado del examen fue contundente, no tienes ningún aparato extraño, sin embargo el sistema me dice que desde la central telefónica algo hay, pues en la caja de la esquina no tienes nada.
El diagnostico me dejó helado, por ello recurrí a un buen amigo del sindicato de telefonistas y le pedí me cotizara cuanto me costaba que él desapareciera los ganchos que me tenían en la central.
Su respuesta fue inmediata, -nada amigo, yo voy y quito eso que seguramente graba sus conversaciones-. Regresó al día siguiente y me dijo, -no pude hacer nada, los ganchos son azules-, mi cara de interrogación lo dijo todo, a mí que me importa de qué color sean, sólo quítelos. -No se puede, son de Gobernación-.
Nunca supe desde cuando escuchan mis conversaciones, sólo recuerdo una visita en 1982 de un delegado de Gobernación a mi oficina, cuando andaba en campaña Miguel de la Madrid, pues en su visita a Matamoros querían verificar que estuviera en la ciudad pues mi tipo de sangre correspondía exactamente a la del candidato.
Tenía yo en ese entonces 26 años de edad, me dedicaba a la compra venta de muebles para el hogar y no fue hasta 1989 cuando comencé a escribir para los periódicos diarios, así que no sé exactamente desde cuando mis teléfonos tienen “ganchos azules”.
Me queda claro que lo que le puede interesar al gobierno no tienen necesidad de escucharlo por teléfono, pues lo pueden leer directamente aquí, así que mi duda razonable es para que quieren información personal y familiar obtenida ilícitamente.
Sé que muchos como yo, aceptan esta intrusión sin el menor rencor, en ocasiones hasta nos burlamos de los pobres desocupados que no tienen mejor manera de ganarse la vida, con el consabido: Saludos a los putos que me están escuchando.
No coincido con las respuestas oficiales, ni con la carta al New York Times, esto solo hizo enojar más a los profesionales investigadores del software malicioso. El exabrupto del presidente de la República lo entiendo, desde el incidente de #YoSoy132 se mostró como intolerante y en una entrevista de Denisse Maerker quedó evidenciado, poca difusión tuvo pero todavía se puede acceder vía you-tube, bajo el título de “Enrique Peña Nieto… Un día en campaña”, aunque de la versión original de la conocida periodista fue borrado todo vestigio.
Dicen que no hay nada nuevo bajo el sol, quienes estamos acostumbrados a que nos escuchen y nos espíen, no nos sorprende en lo absoluto este “Pegasus” moderno convertido en EL GRAN HERMANO.

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