Nueva York luce desierta ante crisis de coronavirus en el mundo

En los últimos 30 años Nueva York y sus habitantes han sido blanco de al menos siete ataques terroristas, el más letal celebrado en el verano del 2001, cuando dos aviones de pasajeros se estrellaron sobre la Torres Gemelas en el Distrito Financiero, provocando más de 3 mil muertes.

Pero ni en sus peores escenarios la ciudad se había puesto de rodillas como ahora con la crisis de salud a partir de la pandemia mundial provocada por un microorganismo invisible a la vista humana, conocido como coronavirus.

“Es una decisión complicada para la cual no tuvimos opción”, dijo visiblemente consternado el alcalde Bill De Blasio, al anunciar las medidas que prácticamente sugería a los neoyorquinos permanecer en sus casas.
Desde ayer y hasta el domingo 19 de abril todas las escuelas de la ciudad permanecerán cerradas y, las clases en línea, que deben arrancar el lunes 23 de marzo, hacen muy probable que el ciclo escolar termine de manera virtual. La prohibición para cualquier evento masivo sea religioso, musical, deportivo o de espectáculos se mantiene, así como la de los bares y restaurantes de operar a 50 por ciento de su capacidad, cuando no de vender alimentos sólo para llevar.

La mayoría de los sitios emblemáticos de Manhattan amanecieron acatando la decisión de las autoridades. En la esquina de Mott y Chester, donde se juntan los barrios chino e italiano, cualquier día de la semana esta rebosante de turistas. Pero este lunes deambulan unos pocos que, al detenerse en las esquinas, volteaban a ambos lados como en el gif del azorado John Travolta de Pulp Fiction.

De las pocas industrias que no pararon fue la de la construcción, donde la mayoría de los trabajadores son mexicanos y latinos. Así es que en las horas pico de entrada y salida predominaron en el metro los uniformes polvorientos de los albañiles y electricistas.

A los parques llegaron algunos pocos niños acompañados de sus niñeras y por ningún lado se miran adolescentes, expertos en fugarse en la virtualidad. Y por supuesto no hay en las calles de Manhattan casi ninguna persona de la tercera edad, según autoridades de salud, los más vulnerables de esta crisis.

El comportamiento del virus fue inusual pues apenas el 1 de marzo se detectó en Manhattan el primer caso de alguien que retornó de Irán y al día siguiente uno más. El pasado sábado 14 se dio el primer muerto y al día siguiente De Blasio anunció otros cuatro decesos más dentro de los 329 infectados.

Más temerosos de la vida que de la muerte y con capacidades diferentes para escenarios apocalípticos, los cientos de homeless, jugadores de ajedrez y fumadores de hierba tomaron este lunes las bancas disponibles en muchos parques como los de Union y Washington Square. En la zona de los teatros en Times Square, el Fantasma de la Ópera parece vagar por las calles vacías y las funciones para ver musicales como Frozen quedaron tan congelados como los personajes de Ana y Elsa.

En la ficción, la ciudad ha sido atacada infinidad de veces, desde que King Kong se escapó de sus captores para provocar destrozos sobre todo en el área de Midtown. Estrellas gigantes y cometas han elegido a la isla de Manhattan para blanco y el lugar ha resultado igualmente atractivo para kriptonianos que buscaban atacar a Superman o alienígenas a quienes apeteció comenzar la destrucción del planeta por la Gran Manzana (El Día de la Independencia).

Acostumbrada a recibir, en promedio, 12 millones de visitantes al año, Nueva York es una ciudad concebida para los servicios que en este momento se hallan detenidos casi en su totalidad. Sin su glamour, la música que suena en cada espacio y sus miles de restaurantes operando sin pausa, la ciudad que nunca duerme ahora toma una siesta en espera de mejores noticias.

Agencias