Locuras Cuerdas

Residuos del debate

24/04/2018 – El que sabe pensar pero no sabe expresar lo que piensa está al mismo nivel del que no sabe pensar. Pericles.
Cinco candidatos en un debate son muchos, pero es justo que estén todos presentes, sin embargo, no cabe duda que lo que se gana en extensión se pierde en intensidad. Cualquier conclusión que se haga del mismo, tratando de interpretar ganadores y perdedores sería visto como una postura del analista que emite su veredicto y pierde veracidad en detrimento de la imparcialidad. Los ciudadanos quieren que uno se pronuncie a favor de su candidato preferido o que mejor no digas nada a favor de otros, así es esto. Como ciudadano independiente aterrizaré mis deducciones al respecto, corriendo el riesgo de que los simpatizantes de uno o de otro se sientan agraviados por no hacer comentarios en pro de su candidato.
Primero que nada les recordaría a los representantes de cada uno de los participantes en el debate aquel aforismo irrefutable que a la letra dice, el halago en boca propia es vituperio, mejor dejar que los hechos hablen por nosotros. Me parece de lo más estúpida la retórica de triunfo de cada uno de ellos en el sentido de expresar que su candidato es el ganador del mencionado debate cuando recién concluye el susodicho encuentro y agarrón; nos siguen viendo a los ciudadanos como unos orates a los que se puede manipular sin el menor recato por medio de frases ensayadas y previamente acuñadas para después repetirlas más que reiteradamente con la esperanza que, después de tanto insistir, a ver cuántos asumen como verdad tal repetición. De este pecado no se escapa nadie de los cinco. Considérelo como un anticipo de lo que serán las menciones muy anticipadas de triunfo del 1 de julio por la noche de todos los candidatos antes del veredicto oficial del INE. No sé el nivel de IQ de los asesores que recomiendan esa falta de respeto a los ciudadanos, como si tal letanía falsa de triunfo pudiera cambiar los resultados. En el caso del debate, ninguno asume una posición de humildad y de mesura respetuosa hacia las personas y opta por esperar la opinión ciudadana o, en su defecto, a las encuestas posteriores, que dicho sea de paso, cuando no le favorecían a AMLO, decía que eran controladas por la mafia en el poder y ahora que lo colocan en primer lugar hasta las presume en cadena nacional dentro del ejercicio democrático que es el debate. Incongruencia que sus seguidores no quieren ver.
Anaya fue el candidato más elocuente, más aplicado y más incisivo, aunque estuvo a punto de caer en un precipicio al casi compararse con AMLO cuando fue cuestionado por la forma de llegar a su candidatura aprovechando la exposición de su imagen como presidente de su partido, argumentó que estaba en su derecho y que miembros de otros partidos habían hecho lo mismo, el único que hizo lo mismo y es candidato fue precisamente López Obrador. Si ve Usted dicho momento, hubo un micro segundo de luz en la mente de este joven cuando argumentaba tal cuestión y alcanzó a meter reversa y paró a tiempo. De lo contrario hubiera sido contradictorio por de ejemplo y compararse con su antagonista político.
Meade fue el más propio y educado, pero a un debate no vas a ser el papel del políticamente correcto; le faltó una retórica más disruptiva con EPN y con un sistema que, según las encuestas, está profundamente demeritado. Eso es correcto en tiempos normales y no en época de elecciones. Al no erigirse como un candidato libre de marras del presente gobierno, se pone un peso que le quita agilidad política y admiradores y por lo tanto intención de voto de los potenciales electores. Me hubiera gustado verlo más audaz y más distante, aunque sea por estrategia, de su ex jefe.
El más irreverente y ocurrente fue «El Bronco», con preguntas incómodas para los candidatos varones aunque se portó como un aliado con Margarita. Se presentó en el debate para darse a conocer a nivel nacional y recuperar el tiempo perdido al ser el último candidato reconocido y lo logró con una propuesta cuasi cómica, cortar las manos a los corruptos. En el supuesto de ganar, quizá nunca lo lleve a cabo pero por lo pronto logró ser el centro de muchos comentarios. Se requería ser disruptivo y estridente para que su presencia se notara y lo logró.
Margarita fue la más perdida, desperdició mucho tiempo defendiendo a su marido. Le faltó precisión en sus comentarios incisivos contra Anaya quien la ignoró en todos sus ataques.
El más esquivo fue AMLO, menosprecio el debate al no asistir al ensayo y preferir pegar estampillas con su hijo, pagó las consecuencias. Parte de su menosprecio al debate tiene que ver con su falta de respuesta a muchos cuestionamientos planteados por sus opositores. El reflejo de este debate se verá en las tendencias de las próximas encuestas.
El tiempo hablará.