Locuras Cuerdas

Jorge Chávez

27/03/18

La ropa sucia ya no se lava en casa

Toda experiencia es un arco a través del cual se vislumbra un mundo ignoto, cuyo horizonte huye una y otra vez cuando avanzo. Del Poema Ulises de Alfred Tennyson.
Mi querido y sesudo lector déjeme decirle que tanto por el poder del amor como por el amor al poder, hay quien pierde la cabeza. Evidencia de lo primero es el trágico amor Shakespereano de Romeo y Julieta y el segundo caso es el de la reina consorte Ana Bolena, quien pagó con su cabeza la osadía de su amor al poder en la época del rey Enrique VIII en Inglaterra. El punto viene al caso por ver que en otro contexto diferente a la ambiciosa Bolena una buena parte de la ciudadanía pierde la cabeza y la mesura por defender a quien, desde ya, han entregado su voto y cándidamente abogan por su candidato. Es claro que no todos tienen ya su voto definido para tal o cual candidato pero resulta ofensivo, o más bien incómodo, cuando alguien que admira a cierto candidato se pone a pontificar desde una superioridad irreal, ficticia y frágil para dar los pobres argumentos que su preferencia le dan, para inducir a votar por su preferido. La estructura de sus argumentos está muy definida y aplica tanto a los seguidores de Anaya, AMLO, Meade y Margarita.
El detalle es que como seres humanos a veces ni siquiera sabemos qué queremos hacer con nuestra vida hasta que encontramos a un amigo o un pariente que está haciendo exactamente lo que nosotros creemos que deberíamos hacer y es cuando dejamos que las opiniones de otros fluyan en nuestro derredor y es entonces cuando surge una obsesión con el pronombre posesivo de quienes aún sin escuchar las propuestas de nadie ya saben por quién votaran, o sea surgen conceptos como “mi partido”, “mi candidato” y es cuando nos endilgan todo tipo de comentarios para decirnos y afirmarnos que sólo su candidato es idóneo, argumentan que todos los demás son corrupción. Lo que nos lleva a poder tildarlos de ignorantes ya que es cuestión de rascarles a la historia de los partidos y a todos les sale pus.
Mi sugerencia es que procure disfrutar con estoicismo recalcitrante toda esta andanada de argumentos a favor de unos y en contra de los otros. Los hay, en todos los partidos, quienes ante la contundencia histórica de corrupción de su partido hacen como que no escuchan y en forma inmediata arremeten con argumentos, que también son ciertos, de corrupción de otro partido diferente al de su admiración o filiación. Así de linda es la naturaleza humana.
Prepárese para ser abordado por esta legión de manipuladores que ya saben por quién votarán y que al presente representan un porcentaje de la voluntad nacional; lo curioso y criticable es que cuando exponen sus razones de por qué apoyan a su candidato te proyectan un destino irremediablemente a favor de que su preferido ya es el ganador. El hecho es de que nos guste o no, con eso de las redes sociales sabemos mucho de todos los candidatos al grado que, curiosamente estamos ante una elección que, dicho por la gran mayoría de los analistas, será para escoger al que se perciba como el menos corrupto o menos peor. Esto se puede corroborar con el hecho de que muchas polémicas domésticas o de café entre familiares o amigos no se trata de analizar las propuestas de los candidatos, sino de sacar los trapos inmundos de ellos o de sus más cercanos colaboradores. Y aunque nos dijeran las propuestas de uno o de otro, y debido a que en estos últimos años a los mexicanos nos han llevado a un nivel de incredulidad hacia la clase política sólo habría dos resultados inexorables: las susodichas propuestas primero no las creeríamos, pues en el ánimo colectivo permea la idea de que es sólo vil retórica, esto deriva de la historia de promesas como lo fue la de EPN hace seis años de que intentaría acabar con las candidaturas plurinominales. Dicho compromiso se ha diluido con el tiempo pero en los complejos procesos de percepción del ser humano lo que queda en la mente de la ciudadanía es la idea de que las promesas son sólo producto del momento, podemos catalogarlas como modas políticas más que ideales o proyectos. Tan es así que todos los partidos, muy orondos, han emitido ya los nombres de sus candidatos a esta lista selecta de plurinominales. Promesa sepultada pero latente en la incredulidad del ciudadano. Lo segundo es, que nuestro morbo nos lleva a preferir sobre las propuestas la guerra sucia.
Cómo saber mi querido lector que, como ciudadanos no somos una pieza en el siniestro juego de ajedrez que se desarrolla en las mentes y las ambiciones propias de las clases más poderosas en el ámbito político y su siamés existencial, la clase empresarial.
El tiempo hablará.