Locuras Cuerdas

Jorge Chávez

13/03/18

Miedos y Paranoias

Todos son iguales. Yuri.
Muy triste es el prólogo de las inminentes elecciones del próximo mes de julio, las cuales debido a la guerra de lodo en que se ha convertido en esta etapa de la susodicha novela electoral, podemos decir que el trato entre los candidatos es sumamente deprimente para los mexicanos que quisiéramos ser testigos de algo mejor. Y el horizonte no es nada halagador al saber de la presencia en Monterrey del publicista español Antonio Solá, experto precisamente en guerra sucia y autor de la “campaña de odio” de Calderón en 2006, quien al parecer será contratado por el panista Felipe de Jesús Cantú, candidato a la alcaldía de la ciudad regia. Esto es un botón de muestra para pronosticar más leña en la hoguera. Y si dicha contratación tiene alcances regionales ya sabemos los matamorenses que el lodo pudiera salpicarnos en las campañas locales. Independientemente de que a nivel nacional se pronostican unas campañas deprimentes y deleznables. Y a riesgo de que se me acuse de promotor de hipérboles sugiero el adjetivo que realmente merecen: intolerables. Todo indica que así serán.
En medio del hartazgo, de tanta decepción quizá debiéramos entender que nunca nada cambiará, que los políticos, sean del partido que sean, en su mayoría siempre serán decepcionantes. Recuerdo aquellos tiempos en que el discurso recurrente y cierto del PAN era que los únicos corruptos eran los del PRI, pero con el devenir del tiempo llegaron al poder y la corrupción llegó a su partido, esto les ha quitado el monopolio discursivo del “yo acuso” de la corrupción, ya que una vez que llegaron al poder la historia demuestra que han quedado iguales. Su discurso anticorrupción solo lo creen aquellos que no conocen los capítulos de su historia como: Padres, Bribiesca, Arellanes, Reynoso Femat, Oceanía, diputados de la legislatura del moche, etc. En ese tenor de acusaciones, no es que el PRI sea más corrupto, es simplemente que ha gobernado más. Ahora con mutuas acusaciones nos llaman a participar, a votar, a optar. A escoger quién será nuestro verdugo los próximos seis años En otras palabras, como diría Marcelino Perello, a legitimar la payasada. Perdón por el sesgo de incredulidad galopante; la burra no era arisca, la hicieron.
AMLO avanza con un sinfín de contradicciones en Morena, su partido, suyo de él. Esto es entendible ya que con tal de mantener su ventaja en las encuestas a todo mundo le dice y le repite lo que quieren escuchar. Siempre será un enigma mientras no llegue al poder, el punto es que muchos indicios marcan que de darse esta posibilidad es altamente probable que llegaremos a la conclusión de oxímoron, “Estábamos mejor cuando estábamos peor”, estamos como la novia aquella que para saber si el que la corteja es mejor que el anterior novio debe de entrarle a la relación formal pero que si sale igual de malo o peor para quitárselo de encima sufrirá las de Caín. En ese estado de paranoia nos tienen nuestros políticos, o ¿debo decir más bien que dejamos que así nos tengan?
Por otro lado déjeme le cuento que en esta ocasión querido lector se escogerán más servidores públicos, funcionarios y cargos de elección popular, que nunca. Más de tres mil puestos de elección popular. Tres mil huesos. Casi quince veces más que los que poseemos los humanos, contando estribo, martillo y yunque. Más de tres mil avorazados se saldrán con la suya. Otros tantos se quedarán chiflando en la loma o como el chinito, nomás milando.
Dios me libre, perdón si mi alocución ofende a los ateos, de pensar que lo mejor es no ir a votar. Claro que lo mejor será y es siempre ejercer el voto, aunque todo hace indicar que, como ya lo hemos mencionado, en realidad lo que votaremos es de que nos queremos morir, así nos tienen nuestros políticos de todos los partidos, sino échele un ojo a quienes firmaron las reformas propuestas por EPN, que en su momento parecía que era electoralmente conveniente y hoy se ponen a jugar a tú la traes y no me la pegas.
Tratando de asomarnos al futuro, yo preguntaría si las campañas serán ya no digamos dignas, sino al menos razonables. La pregunta es clave, y no vale hacerse el despistado. ¿Por qué votar? ¿Por quién votar? La respuesta de que se trata de un ejercicio simple e indispensablemente democrático no resuelve la cuestión. Si la democracia que tanto alaban y vociferan es simplemente el reparto de huesos del dinosaurio, eso nos desanima para optar por votar. Quisiéramos ver un cambio positivo en todos los que van por la osamenta de ese sistema político nuestro que hace tiempo ya entró en descomposición.
El tiempo hablará.