Locuras Cuerdas

Jorge Chávez

26/10/17

Sabor a libertad

Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento. Viktor Frankl.
La columna de hoy podemos catalogarla como un sincretismo de ideas de las grandes mentes humanas que surgen en las personas después de haber estado expuestas a momentos difíciles que son parte de la vida misma pero que una vez experimentados ya no se vive igual.
La presente es dedicada con especial deferencia para un amigo cercano que fue privado de su libertad pero que Gracias a Dios hoy saborea muy acentuadamente el invaluable prodigio de la vida misma y la espléndida calidez del amor familiar que es su piso firme, su punto de partida y su punto de llegada todos los días; así como el sorprendente cariño fraternal de amistades cercanas y lejanas, incluso desconocidas que estuvieron orando en todo momento por él.
Amable lector, hoy quiero en forma solemne y pública dar gracias a Dios por el retorno a la bendita rutina familiar y social de quien en días pasados dejó de disfrutar las mieles de su cotidianeidad. Igualmente rendir un homenaje a la espiritualidad del ser humano frente a situaciones adversas donde está en juego la vida y cuando el sufrimiento ocupa, todo el tiempo, toda el alma y toda la conciencia de una familia y de una comunidad. La guerra de nervios en que se convierte la existencia por pender de un hilo la vida de un ser querido. El conflicto mental que agobia el alma por no cometer alguna imprudencia que inicie contra nuestra voluntad vulnerada un cataclismo de dimensiones irreversibles. Un momento donde cada segundo retumba como si fuera una eternidad.
Pudo haber sido trágicamente diferente pero hoy nuestro aludido sin mencionar su nombre por cuestiones de prudencia puede seguir planeando la emoción invaluable y que no cuesta nada de ver la salida y el ocaso del sol. Podrá seguir disfrutando la magia que representa el beso de todos los días de sus seres queridos. La grata sensación de los olores de los hijos, sudados o perfumados no importa, son los seres que amamos en todas sus versiones. Supongo que todas estas vivencias tendrán para él un sabor diferente y seguramente más pleno.
Viene a mi mente un pasaje bíblico registrado en el evangelio según San Juan, capítulo 21. Donde se encuentran nuestro Señor Jesucristo, Juan y Pedro. El asunto es que en el contexto citado las cosas con Juan, no estaban saliendo a como Pedro quería, lo que lo lleva a preguntarle al Señor Jesucristo: ¿Y qué de éste? Para empezar, si yo hubiera sido Juan le habría dicho a Pedro, mi querido Pedro “éste” tiene su nombre, me llamo Juan. Pero lo que yo diga no importa. Lo que tiene mucha relevancia es la respuesta de nuestro Señor Jesucristo que le responde a Pedro: Si quiero que Juan se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tómala Pedro!!! Eso mi querido lector se llama Soberanía divina. Significa que Dios hace las cosas porque quiere y porque puede. Es un misterio divino que solo él sabe, a unos les da y a otros no les da. Así de simple y así de complejo.
Querido y dilecto lector, porque la ocasión lo amerita permítame ser un poco, o un mucho dogmático. El poder de la oración puede mucho. La libertad de nuestro amigo no es una chiripa cósmica, ni una casualidad del destino. Me consta que hubo centenares de personas que inclinaron su rodilla y pidieron a Dios. Podemos en esta ocasión decir como en algún momento dijo Shakespeare, Dulces son los frutos de la adversidad. No pierdo de vista que en otras ocasiones el final no es así, pero hoy Dios quiso que mi amigo regresara. Eso se agradece infinitamente.
En alguna ocasión Viktor Frankl dijo que el hombre que no ha pasado por circunstancias adversas, realmente no se conoce bien y que la experiencia final para el hombre que vuelve a su hogar es la maravillosa sensación de que, después de todo lo que ha sufrido, ya no hay nada a lo que tenga que temer, excepto a su Dios. Viniendo de alguien con la jerarquía de este tanatólogo, estas palabras cobran mucho valor.
Hoy no quiero buscar culpables, Tamaulipas tiene tiempo viviendo así, tristemente ya se nos hizo costumbre lidiar con estas eventualidades. Hoy quiero acentuar más bien el agradecimiento por el grato retorno. Tantas vivencias en el camino, tantos libros que leer, tantos kilómetros por correr.
El tiempo hablará.