Locuras Cuerdas

Twitter. ¿Las benditas redes sociales?

La democracia es la peor forma de gobierno, excepto todas las otras. Winston Churchill.
En estos días en que Twitter se ha convertido en la nueva arena del circo romano, en la que el “emperador” que perdona o castiga es ese conglomerado masificado y anónimo de personas que según la moda será su veredicto para emitir un juicio sumario sobre temas en los que está doctamente ignorante.
Estamos frente al hijo deforme de la democracia y se llama Twitter. Todos opinan. Todos responden. No hay requisito para emitir posturas. No es necesario la prudencia ni el recato. Solo se requiere el suficiente anonimato para que ya entrados en la espiral de escupitajos retóricos, si es posible, mentar madres, total nadie nos va a reconocer.
Lo lamentable es que no nos damos cuenta que tomamos de referencia analítica un lugar de romerías virtuales a nivel internacional, de estrofas sombrías, en su mayoría un cementerio de vivos que no respeta ni edades, ni dignidades.
Entrar a Twitter se ha convertido en deporte mundial; es indudable que atrae a las personas como la luz a las polillas y a nivel nacional es el punto de coincidencia digital donde se vierte todo el odio atrapado en la esencia de muchos en contra de otros tantos. Es la droga en las redes sociales que te transforma, o más bien descubre quiénes somos en realidad. Donde la crítica política se mimetiza en burla oprobiosa y se pierde en forma deliberada el beneficio de puntualizar en forma constructiva los errores de los protagonistas de la política, de quienes nos es necesario acepten las pocas o muchas observaciones que se les plasme en este medio que no tenían nuestros antepasados.
Twitter, el lugar que pudo ser el origen de la solución de muchos problemas, se ha convertido en el origen que agrava lo que debía resolver. Ahí se ventila todas las frustraciones de ricos y pobres, de ciudadanos comunes y de ex funcionarios de gran calado. Fuente de prólogos de vidas políticas y de epitafios de figuras públicas. Lugar donde se confunden personalidades, el ignorante puede parecer docto y el ilustrado sin malicia se proyecta como torpe discente novato. Ahí se aniquila la solemnidad de todas las investiduras que en otros tiempos considerábamos especiales e intocables.
Mi querido y dilecto lector, Twitter se ha convertido en una convocatoria deliberada de torpezas para divertir al pueblo de pocas neuronas. Muy triste es pensar que de tantas torpezas resulte un total de alegría, que escalonando la ignominia sobre el oprobio se engolosine al pueblo. Twitter representa nítidamente el juicio sumario e injusto entre Jesucristo y Barrabás, donde el mal triunfa sobre el bien por la suma de ruido y estridencia que hace, y que no invita a pensar o analizar sino a la sentencia fácil.
Cada vez que leo los pequeños fragmentos de los mensajes ahí enviados por quienes deberían de cuidar su contenido, concluyo que es un medio donde es fácil confundir la libertad de prensa con la grosería elegante típica del palurdo moderno.
En Twitter hemos encontrado que el morbo humano es un perro rabioso que muerde a todos. Y que la burla hacia el encumbrado, sea presidente, gobernador, alcalde, diputado o senador ya no tiene recato. Nos gusta reírnos masivamente de nuestros gobernantes en cualquier nivel como una venganza a sus traiciones. Nos pensamos iguales al twittear de “tú a tú” a quien sea.
Un error ventilado en Twitter no instiga a la crítica constructiva sino más bien nos produce una hilaridad que escupe odio, y no nos damos cuenta que la risa de todos es cómplice de la degradación universal. Hoy parecería que la sociedad en México a través de estas redes sociales consciente que le diviertan, aunque los medios sean infames. De esta forma Twitter, que pudo ser el punto inteligente de la crítica que busca mejorar, más bien se ha convertido en el fango con colorete, que pretende ilustrar nuestra profunda ignorancia de una generación educada.
Divirtiendo a la chusma; la multitud gustando de leer y dar por hecho lo que no le consta. La plaza virtual donde se escupe para arriba, pues se convierte en un archivo virtual, (debo referirme a la twitteca, que no hemeroteca), donde los tweets del político actual se contradicen con los que él mismo escribió en el pasado.
Twitter también acusa a sus usuarios en las campañas políticas, donde a ese grupo vivo de candidatos, mitad oropel, mitad harapos, brillo y basura, que ladra y que canta; aplaudiendo un espectáculo que ya conocemos y en el que difícilmente creemos, y que por trillado consideramos una gloria compuesta de todas las vergüenzas. Difícil trabajo para todos los candidatos.
Tiene razón quien inteligentemente me dice que no debemos gozarnos con las frases cortas elegantes si no nos llevan a una propuesta que nos haga un mejor país y se quede solo en burla anónima.
El tiempo hablará.