Locuras Cuerdas

El factor Susana Prieto en las elecciones

21/03/2019 – Personajes de la historia como Nicolás Maquiavelo, Joseph Fouche, el mismo Joseph Marie Córdova Montoya en la época de Salinas de Gortari, todos ellos eran certeros e invaluables observadores. No tenían que estar cerca del poder para ser protagonistas del mismo. El mismo Fouche tenía una frase al respecto que decía: “Más vale estar lejos y saberse cerca, que estar cerca y saberse lejos”. Personajes que podemos calificar de poco idóneos en lo moral, pero indispensablemente necesarios en lo político.
Bill Clinton, en su autobiografía, presume que a sus veintiún años ya había leído a Kant, a Kierkegaard, a Hegel y a Nietzsche. Este último muy nefasto pero, valga la redundancia, muy necesario conocer. Dicho sea de paso, cuando leo este dato, siento un escozor existencial y me pregunto qué diantres estaba haciendo yo a esa edad.
El mismo Clinton afirmó que el sistema político de su país, mantiene desinformados en forma sistemática a buena parte de la ciudadanía. Por otro lado en los EU hubo un personaje en los sesentas de nombre McGeorge Bundy, quien era el asesor de seguridad nacional del presidente Kennedy, me sorprende y alienta saber que afirmaba lo siguiente: “Cualquier ciudadano que lea seis buenos periódicos cada día sabrá lo mismo que yo”.
Todo esto me lleva a concluir que hoy en día cualquier ciudadano que se lo proponga puede tener información muy valiosa observando y leyendo la prensa y las redes sociales.
Bajo este lineamiento y ante las próximas elecciones que renovarán el Congreso de nuestro Estado, a riesgo de que se me acuse de fantasioso como un Quijote de la Mancha, rechazando la realidad de este mundo en el que ocurren exactamente lo opuesto al quehacer ceremonioso y elegante, en la que siempre triunfa la justicia y la lógica.
En esa fantasía quijotesca surge el sueño que convierte a Susana Prieto en el factótum de unas elecciones que se avecinan y que se presume serán aburridas y con poca capacidad de convocatoria. No consiste en reactualizar el pasado priísta, sino en algo todavía mucho más ambicioso: realizar el mito, transformar la ficción en historia viva: una extraña definiendo el rumbo político de Tamaulipas.
Este empeño, que parece un puro y simple dislate a quienes han vivido las elecciones desde otra perspectiva y en otra etapa de la historia de nuestro Estado, va infiltrándose en la cotidiana realidad de la clase obrera y los operadores políticos lo saben; todo esto debido a la fanática convicción con que la abogada se impone a su alrededor, sin arredrarla en absoluto los golpes mediáticos y políticos que ha recibido hasta hoy. Ante la “espléndida interpretación” de la abogada justiciera, de principio a fin de su larga peripecia, Susana Prieto no cambia, se repite una y otra vez, sin que vacile nunca su certeza de que son los empresarios los malos de su película y quienes trastocan la realidad de los obreros, ese grupo de personas que son su grupo clientelar, como abogada y como potencial operadora política.
Y aunque Susana no cambia en su rígida visión laboral, lo que sí va cambiando es el entorno y la circunstancia de Matamoros, y por qué no decirlo, del Estado mismo; que frente a una clase obrera contagiada de su propia locura, ya deberían los operadores políticos estar acercándose a ella, si no para ofrecerle canonjías al menos para medirle el agua a los camotes.
El gran tema de Susana Prieto es la ficción laboral y la sabe vender muy bien. Es disruptiva porque vivimos los tiempos propicios para ese tipo de accionar social. Eso electoralmente es un producto novedoso aunque ya en los hechos cotidianos, como crecimiento económico no sirva de mucho.
Electoralmente hay que voltear a verla porque supo infiltrarse en la vida de la clase obrera y con histrionismo y astucia la fue modelando y transformando a su antojo y conveniencia y hoy la tiene comiendo en el puño de su mano; en la mente de este enorme segmento de la población le deben más a ella que a Juan Villafuerte o Jesús Mendoza.
Podemos sacar de toda esta experiencia una lección de realismo mágico, diría García Márquez; Susana Prieto, con la inconmovible fe de los fanáticos, atribuye a malvados encantadores que sus hazañas tornen siempre a convertirse en farsas frente a quienes no son obreros. Al final termina por salirse con la suya. Su ficción laboral va estableciéndose en lo cotidiano de la clase obrera y la realidad, que parecía lejana va gradualmente plegando a las excentricidades y fantasías de esta abogada.
Hoy, ante las inminentes elecciones, sea o no de nuestro agrado, los operadores políticos de cualquier candidato sucumbirán ante los encantos de esta fantasía llamada Susana Prieto. Una selfie, que es la máxima expresión tecnológica del ego humano, valdrá la justificación de los costos de cualquier operador o asesor de cualquier candidato.
El tiempo hablará.