Locuras Cuerdas

Matamoros y Valle Hermoso

14/03/2019 – El día de ayer fui testigo presencial de un saludo entre dos alcaldes, que en su momento deberá ser considerado histórico, independientemente de los motivos que hayan sido la causa para coincidir. Me refiero a la visita que realizó el presidente municipal de Valle Hermoso, Jesús Gerardo Aldape Ballesteros del PAN y Mario López Hernández de Morena.
Fuimos convocados para una conferencia de prensa a la cual, muchos de los compañeros de los medios arribaron con anticipación. Nos tocó ver llegar a los dos personajes al Palacio Municipal de Matamoros. Ya dentro del edificio y en el andar de su camino pudimos saludar de mano a los dos alcaldes que llegaron con buen ánimo según se podía leer en su fisionomía. Tuvieron una plática en privado y posteriormente dieron juntos una conferencia de prensa en el salón “Benito Juárez”, personaje histórico muy de moda en este sexenio.
Al estar presente en esta conferencia de prensa sentí un leve cosquilleo existencial que puedo traducir como la satisfacción de poder ver en nuestra región a dos alcaldes de diferente partido convivir amablemente en torno a temas en común. En este caso en particular se trataba de abordar positivamente, para resolver el tema del vital líquido en la planta potabilizadora de agua “Rancho Viejo” que incumbe tanto a matamorenses como a vallehermosenses.
Si algo seductor tenían Miguel de Unamuno y Miguel de Cervantes, dos españoles universales, era su finura para exaltar todos los detalles que se referían a sus respectivas ciudades de origen, Salamanca y Alcalá de Henares respectivamente. Aunque cabe la aclaración que el primero en realidad nació en Bilbao, pero adoptó Salamanca como la ciudad de sus amores.
En ese bendito tenor, mi querido y dilecto lector, como miembros de esta región, estamos obligados a exaltar esta intención de hermandad activa de estos puntos geográficos cercanos. Como bien se dijo en la conferencia de ayer, hay gente de Matamoros que trabaja en Valle Hermoso y viceversa. Valga mencionar que hoy en día en las redes sociales medio mundo se está peleando con la otra mitad, y es justamente nuestros alcaldes, Mario López y Gerardo Aldape, que ponen el ejemplo. No es poca cosa. Habrá otras ciudades que tienen sus autoridades así de civilizadas, pues que su gente presuma su vivencia, a nosotros nos toca presumir lo que nos incumbe.
Hay muchos que piensan y que creen tener más alma por haber nacido en una ciudad mayor. Inglaterra y Holanda eran pequeñas naciones en el ya lejano siglo XVII y han producido no solamente excelente literatura y arte, sino grandes hombres y grandes hechos que la historia recuerda, todo porque siempre hubo quien exaltara sus cotidianeidades. Nos gusta generar riquezas materiales, son necesarias, pero también debemos puntualizar todo aquello que nos fortalece el sentido de pertenencia y que nos brinda otro tipo de riqueza existencial.
Uno de mis maestros en la UANL, el de sociología, ahora mismo olvido su nombre, decía que hay que saber ser pobre. Me indigestaba que dijera eso. En mi ímpetu juvenil lo acusaba de “rojillo”. Pero ya en corto decía: Algunos somos, quizá, pobres en dinero, otras personas me resultan pobres en otras riquezas. En ese sentido, váyase lo uno por lo otro.
Lo que cabe señalar para mandar buenas señales a quienes vivimos en esta fascinante región, es el espíritu de civilidad que proyectan y transpiran los dos alcaldes en cuestión. Hay que hacer ruido para que las mentes juveniles registren eso en su cerebro y que la sinapsis de sus neuronas haga el trabajo de educación que a futuro nos concedan en Matamoros y Valle Hermoso, personas maduras, plurales y tolerantes.
La señal invaluable es que se puede ser de diferentes partidos y diferentes municipios y convivir convenientemente para resolver los problemas comunes, en una época donde lo que hace noticia es la estridencia y la pelea.
No olvidemos que la historia es el sentimiento de la continuidad en el cuerpo social, y que los grandes personajes tenían su rutina diaria que los exaltaba y les daba empaque. Recordé a Descartes filosofando en la soledad de su estufa, a Spinoza encerrado en su cuarto de soltero de su amada Amsterdam y a Kant cumpliendo su vida ordinaria con la regularidad de un caballo dando vueltas en una noria.
Viendo a Mario y a Gerardo en la planta potabilizadora “Rancho Viejo” dándose la mano y planeando el bien común, vino a mi mente que la intensidad de la vida no hay que medirla por el grado de oscilación. Es en el punto más quieto donde las más tremendas energías se encuentran. No corro cuando puedo ir al paso, a pie, y enterándome del camino. Algunos dirán que se recorre poco espacio. ¿Y qué? Todo pedazo de espacio es infinito dentro de sí. Y lo mismo podemos pensar del tiempo.
Ayer en el encuentro de Matamoros y Valle Hermoso hubo una grata sensación de historia infinita. Valga la hipérbole para sembrar cosas buenas en la gente de esta región.
El tiempo hablará.