Locuras Cuerdas

 La clase obrera

29/01/2019 – Porque los hombres gritan para no oírse, para no oírse cada uno a sí mismo, para no oírse los unos a los otros. Miguel de Unamuno.
La palabra variedad es latina y se aplica con propiedad a los colores, pero también se extiende por traslación a cosas de muy distinta especie, llamándose, por ejemplo, variado un poema, un razonamiento, varias las costumbres, varia la fortuna. Varían las empresas maquiladoras y la forma como cada uno resolverá su respectiva huelga.
Como miembro de esta comunidad sugiero que en las formas de resolver cada conflicto laboral habría que llevar las intenciones al concilio de las virtudes para que las decisiones tomadas y las que se van a tomar sean en función de una hermandad que entiende que las acciones, las personas y el tiempo no son algo que se desecha olímpicamente como si fuera algo sin valor.
Escuchar que las cosas se están arreglando me produce alegría en el alma y conmoción suave en el cuerpo, pero procuro actuar con decoro, ese que Unamuno decía que era la seriedad de los que están vacíos por dentro. Vacío de esperanza en este caso.
Hubo una maquiladora en mi infancia en la colonia Jardín. De ella veía pasar obreras como un mar de gente. Te comparto este recuerdo de niñez y de mocedad, donde en días de serenidad ya algo lejana trate de fijar en el contexto de este conflicto laboral, no mi alma de niño, sino el alma de la niñez en la que como el escritor ruso Dostoievski, aprendí a conocer a la gente observándola.
Fui y regresé en mi mente a ese pasado. Héteme otra vez aquí, en la ciudad, en el vaho de la ramplonería humana, teniendo que soportar el que se hable de mi ciudad en términos de conflicto laboral. Siento un disgusto profundo de lo diario en nuestra ciudad, es decir, de lo efímero, de lo pasajero de lo que es importante hoy y no lo será ya mañana.
La abogada Susana Prieto, redomada pedante, me hace exponer menos ideas y contar más cosas. Utiliza la acción estridente para causar un caos que mucho la beneficia a ella y muy poco a los obreros de Matamoros. Y yo me quedo pensando: ¿Qué entenderá por justicia laboral esta mujer, y en qué la distinguirá de pérdida de empleos para Matamoros? Nada denuncia tanto la ordinariez de espíritu, la ramplonería y plebeyez de alma como el apego al aplauso fácil. Probablemente la abogada tendrá el desprecio silencioso de la mayoría de los matamorenses por anteponer un reclamo paradójicamente legítimo de un segmento de la sociedad tan vapuleado como lo ha sido la clase obrera con un costo muy alto para nuestra comunidad en general que sería el abandono de las empresas extranjeras. Probablemente les conseguirá su bono a costa de dejarlos sin empleo. Toda una victoria pírrica.
En medio de todo este caos quisiera que mis lectores ya no me pidan noticias. Hay muchos otros que te informaran mejor que yo de lo que pasa por este conflicto de maquilas en nuestra ciudad. Y, entre tanto, acaso no nos enteremos nítidamente de lo que verdaderamente pasa tras bambalinas en el fondo de estas protestas obreras.
Cumplimos como ciudad 193 años de haber sido fundada y el destino con cruel ironía nos regala este tráfago mundano en enero, este ajetreo entre zozobras de reclamos laborales obreros y concesiones de empresas que no sabemos si dichas concesiones son más bien la crónica de una retirada anunciada. Eso en lo personal me causa escozor, pues no sé qué tan herido ha quedado Matamoros y en qué periodo de tiempo se va a reponer.
La civilización no es más que una cáscara para proteger las pulpas que es la cultura. Todo ese formidable aparato de invenciones mecánicas y tecnológicas denominadas industria de la maquila, con la que de forma indirecta he convivido mientras mi existencia ha estado ligada a Matamoros acababa en producir a mi leal saber y entender, una poesía de ingeniería moderna que hacía que nuestra ciudad tuviera perspectiva de futuro a nivel internacional. Hoy desconozco si ese futuro aún es nuestro.
La cascada de cuestionamientos me lleva a muchas preguntas sin responder. Se eternizará el logro obrero con la ausencia permanente de las empresas maquiladoras. Se seguirá experimentando en los parques industriales ese rumor, a veces enloqueciente de las atareadas o alborotadas muchedumbres humanas. Ese enjambre de personas siempre en movimiento con su peculiar dinamismo. Mar de gente que sabe trabajar. Continuará ese giro de la industria maquiladora que me llegó a parecer inalterable en mi terruño; seguirá la presencia de la clase obrera que conserva en el alma la recia característica del que sabe luchar a pesar de las adversidades, como bien lo proyectó la maestra Ana Cristina Venegas cuando reconoció en su muro que fue precisamente su madre, una mujer obrera quien a base de sacrificios y disciplina la hizo ser la profesionista que es ahora.
El dolor de la posible pérdida de algunas fuentes de trabajo se cuela en mi escrito y no puedo evitar clamar a esa fuerza superior para que obre un milagro y Matamoros salga fortalecido después de esta crisis provocada por nosotros mismos o inducida por extraños.
El tiempo hablará.