Locuras Cuerdas

Un sexenio más

27/11/2018 – El que no se sube a tiempo al tren, va a tener que caminar descalzo y llegar tarde al destino. Carlos Fuentes.
El mundo cambia y nosotros con él. Hoy, nos guste o no debemos adaptarnos a la realidad. La realidad va a exigir cosas acordes con nuestros talentos aunque puede ser que sean discordes con nuestros ideales. Los mexicanos hemos sido testigos, sin aprender la lección, que sexenio tras sexenio a partir del 1 de diciembre los mexicanos deberemos actuar de acuerdo con la necesidad y tratando, dentro de lo posible, de mantener los ideales, y si los ideales son malos, tratar de que sean lo menos malos posible. Es decir de optar por el mal menor en caso de estar obligados a escoger entre dos demonios. Este primer párrafo ha estado obscenamente pragmático.
Los mexicanos tenemos graves problemas para lidiar con nuestras realidades. Creo que una excelente forma de trascender dichas realidades, tentativamente incómodas, es haciendo un diagnóstico preciso de nuestro entorno sexenal. Observando con lupa nuestra historia podemos entender que en nuestra sociedad mexicana hay dominantes y dominados. Con esa afirmación no estoy descubriendo el hilo negro, pues esa es la esencia humana por los siglos de los siglos. Pero lo insoportable no es esto, sino que los dominantes no sepan dominar, abandonando a los dominados a una existencia fatal, en medio de la inseguridad y sin esperanza. Las élites son indispensables pero, dispense usted el oxímoron o contrasentido sesudo lector, es necesario unirlas a las masas.
Entendamos que la vida nos ofrece un millón de posibilidades en cada esquina. O mejor dicho en cada elección. El 1 de julio pasado los mexicanos en general al escoger a AMLO como presidente, sacrificamos las otras opciones. ¿Y cómo sabemos que escogimos bien? No lo vamos a saber sino hasta el final del sexenio. Y nos guste o no, ya no podemos regresar al punto de partida.
Querido y dilecto lector, haya usted votado o no por AMLO hay que tener una fe absoluta, pero en lo que haremos como ciudadanos mexicanos, que en ese papel de ciudadanos activos y positivamente politizados, nuestros fines deben ser claros y nuestras acciones contundentes. Eso se llama gobernanza inteligente. En este caso la palabra clave no es colaboración, sino “eficaz”. Quiere decir que la colaboración ciudadana debe ser útil y dar frutos; evitando los océanos de estupidez que hay en el mundo disfrazados de analfabetos funcionales y que tienen ese prurito, manía o fatalidad de vender en forma extraordinaria humos de ilusiones y soluciones que jamás nos sacan del hoyo.
Será de suma importancia la participación activa y constante de los ciudadanos que se documentan, entendiendo que el afán de poder de los políticos tradicionales los conduce a esconder defectos, fingir virtudes, exaltar una vida ideal, ponerse las mascaritas de la felicidad, la seriedad, la preocupación por el pueblo y encontrar, cuando no las frases, las actitudes apropiadas. Política y electoralmente AMLO rebasó a Peña Nieto y a Calderón como un Alfa Romeo a un Ford. Ese hecho en sí no implica que se haya escogido bien o no.
Antes nuestra preocupación fue que muchos presidentes fueron elegidos sobre un cadáver. Huerta mata a Madero, Carranza derrumba a Huerta, Obregón elimina a Carranza, y Calles se alza sobre el cadáver de Obregón. El principio de la no reelección nos salvó de las sucesiones asesinas, aunque no de las sucesiones malagradecidas de herederos que al cabo le debían el poder al antecesor.
Hoy nuestra preocupación es otra, si AMLO rendirá protesta de hacer guardar la Constitución y las leyes que de ella emanen en un momento que amerita énfasis en esta expresión. En función de la historia inmediata y como ciudadano que ejerce la gobernanza le aconsejaría que no confíe en demasiados consejeros. El mole lo guisa usted, muchas manos estropean la salsa. Mande a sus enemigos a embajadas lejanas. Y a sus amigos también, pues la política puede ser floja, pero los intereses son siempre duros. Y por favor no olvide que los presidentes se van aislando más y más, y acaban por creer sólo lo que desean creer y lo que sus lacayos les hacen creer. Logrando que los hechos gravosos desaparezcan bajo un chisporroteo frenético de exageraciones, invenciones, chismografías, calumnias y vilezas, donde acorde con la incómoda realidad de nuestra necia historia ha salido a flote toda la maldad, la incultura, las perversiones, resentimientos, rencores y complejos de los malos funcionarios que compensaban su ignorancia con su morbo y su insolencia.
Esperemos a que AMLO tome posesión sin olvidar que la función de muchos medios en este tiempo, o, por lo menos, en este régimen, no ha sido informar, sino hacer desaparecer toda forma de discernimiento entre la mentira y la verdad, sustituyendo la realidad por una ficción en la que se manifiesta la oceánica masa de complejos de un periodismo de cloaca, enfangado en un amarillismo pestilencial. Hoy más que nunca…el tiempo hablará.