La hora de los pactos

Este medio de un escenario político inédito, España obligará a los partidos de antaño y a los “amateurs” a sostener negociaciones y debates para lograr un gobierno estable. Pero es tan incierto que no se descarta la ausencia de pactos y que a partir del próximo 14 de enero España tenga una legislatura más corta, por la presencia de un gobierno débil y carente de apoyos suficientes para gobernar e impulsar reformas.

21/12/2015 – Madrid – Las elecciones generales de este domingo representan el fin del bipartidismo en España. Las fuerzas tradicionales, el Partido Popular (PP) y el Socialista Obrero Español (PSOE), que gobernaron casi 40 años, ahora sufren una importante sangría de votos por la irrupción de los partidos emergentes Podemos y Ciudadanos, que en muy poco tiempo lograron cautivar a millones de españoles molestos por la precariedad económica, el desempleo y la corrupción que aqueja a esas viejas organizaciones políticas.
En la encuesta que dio a conocer el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) el jueves 3, y en otra media docena publicadas posteriormente por los medios, el PP y el PSOE no llegan ni a 50% de intención de voto. Ambos perderán entre 79 y 99 escaños, según la encuestadora.
Pese a la fragmentación del voto, prácticamente todas esas encuestas publicadas hasta el lunes 14 –fecha límite para su difusión–, dan por sentado que el PP de Mariano Rajoy será la fuerza más votada, con una intención de voto de aproximadamente 28%; es decir unos 7 millones de votos y 120 diputados, muy lejos de los 176 que le permitirían mantener la mayoría absoluta.
Sobre el segundo, tercer y cuarto lugares hay todo tipo de escenarios que se disputan PSOE, Podemos y Ciudadanos, con porcentajes muy empatados.
El CIS arroja que el PSOE ocupa la segunda posición, con 20.8%, sólo 1.8% por arriba de Ciudadanos (19%).
Como en elecciones anteriores, El Periodic d’Andorra, que se publica en el principado, dio a conocer el miércoles 16 la llamada “encuesta prohibida” sobre las elecciones españolas; se llama así pues se publica en ese país vecino y, por ende, no está sometido a la legislación española que impediría su difusión.

Cuarta fuerza
Según ese estudio demográfico, el PP tendrá 25.4% (106-110 escaños); el PSOE bajaría unas décimas para colocarse en 20.6% (81-85 diputados); Podemos arrebataría a Ciudadanos la tercera posición y se queda a un punto de los socialistas con 19.6% (66-70) y Ciudadanos se hunde nueve décimas para quedar en 16.3% (54-58 escaños) como cuarta fuerza.
El PP perdería al menos 3 millones y medio de votos respecto de la elección de 2011.
En aquella votación, Rajoy consiguió mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados, con 186 escaños, que le permitieron imponer esas medidas de su política económica que acentuaron la desigualdad, con duros recortes que ensancharon el empobrecimiento de las clases medias, un éxodo de jóvenes altamente calificados que migraron a otros países o una reforma laboral que contuvo el aumento del paro, pero a cambio de crear un millón de nuevos empleos tan precarios que hoy existen contratos temporales en los cuales los trabajadores son empleados por días o por horas.
Este escenario político inédito en España obligará a los partidos de antaño y a los “amateurs” a sostener negociaciones y debates para lograr un gobierno estable. Pero es tan incierto que no se descarta la ausencia de pactos y que a partir del próximo 14 de enero España tenga una legislatura más corta, por la presencia de un gobierno débil y carente de apoyos suficientes para gobernar e impulsar reformas.

Adiós al bipartidismo
Por ser una monarquía parlamentaria, el modelo español permite que se puedan formar pactos de investidura, de gobierno o sobre temas de política específicos, ya sea entre la fuerza más votada en conjunción con otras o bien entre el segundo partido más votado con la suma de otras fuerzas.
Es decir, Rajoy no podrá formar un gobierno en minoría, ni con el apoyo de fuerzas como el Partido Nacionalista Vasco o con la eventual abstención de Ciudadanos –en una segunda vuelta de votación parlamentaria–. Requiere el apoyo explícito de las fuerzas más votadas para formar gobierno.
Los estrategas del PP reconocen que el escenario no es el óptimo, porque necesitan conseguir el respaldo explícito de Ciudadanos, más cercano a su esfera ideológica, por ser un partido que se presenta como de centro-derecha.
En su edición del jueves 17, el semanario británico The Economist no se anduvo por las ramas: En un artículo titulado “¡Feliz Navidad España!” advierte que “si The Economist pudiera votar, lo haría por Ciudadanos”. Y sugiere al partido de Albert Rivera que pacte con el PP tras las elecciones de este domingo, porque “harían más que el PP para profundizar en las reformas económicas”.
Señala que pese a haber estado “noqueada” por la crisis, España es un “país del todo brillante” y habla de las bondades de la política de Rajoy, como la caída del desempleo, la “robusta” confianza del consumidor, la reducción “a la mitad del déficit” que lo hacen más “competitivo”, como consecuencia de las reformas.
El semanario plantea que “Ciudadanos es la respuesta más constructiva frente a la crisis del euro” y que sus asesores proponen “muchas políticas que España necesita”. Según The Economist, Ciudadanos puede ayudar a profundizar las reformas que exige Europa como la reducción de duplicidades administrativas o implantar un contrato único.
Resalta que Albert Rivera, el líder y candidato de Ciudadanos, puede tener el “voto de calidad”, porque aboga por la independencia del Poder Judicial, es contrario a la salida de Cataluña de España y quiere “construir en lugar de amenazar” los logros de la democracia.
El influyente semanario pide a Rivera que resista la “tentación” de formar gobierno en una posible coalición de centroizquierda, que estaría liderada por un “débil” socialista Pedro Sánchez y con la presencia de Podemos.
Recuerda que los socialistas prometieron en campaña dar marcha atrás a la reforma laboral de Rajoy, tan alabada desde Europa.
En cambio, sugiere, una alianza con Rajoy comprometería al nuevo gobierno a adoptar “la agenda anticorrupción” que Rivera propone y con ello frenar el “aumento del populismo”.
Sin embargo, Rivera se niega a esa posibilidad. Reconoce que sería su tumba política ceder a un pacto, sobre todo por las duras críticas que en campaña le lanzó al gobierno de Rajoy.
“La única manera de que haya estabilidad en España es que gobierne Ciudadanos. Un pacto de PSOE con Podemos y separatistas, como propone Pablo Iglesias para hacer un referéndum independentista, no lo dará. Y la verdad es que Rajoy se ha ido cerrando todas las puertas, incluso entre parte de su electorado, al no reformar nada.
“España le está dando la espalda al bipartidismo y nosotros no vamos a hacer que esos millones de votos del cambio vayan a garantizar precisamente que no haya ningún cambio. Lo reitero: no vamos a apoyar a (el socialista Pedro) Sánchez ni a Rajoy. Hay que forzar un cambio con los votos de Ciudadanos. Es el mejor instrumento. No contemplo apoyar una investidura, ni de Sánchez ni de Rajoy.”

“Operación Menina”
Los contrincantes de Rajoy –Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera– repitieron durante toda la campaña que el mandatario, quien busca la reelección, no parece capaz de liderar a España ante el complejo escenario que el país enfrenta.
Señalan que Rajoy carga con el lastre de la economía y la corrupción en su partido.
En el debate que protagonizó con Sánchez, Rajoy salió mal parado. El socialista le recordó que se le conoce como el presidente “del plasma”, en referencia a que en su primer gobierno en La Moncloa ofreció conferencias de prensa emitidas para los periodistas desde un televisor de plasma en la sala de prensa y sin preguntas.
Aun así, el presidente hizo una campaña que se centró sólo en los datos económicos que considera favorables, como un crecimiento de la economía en 3.1%, el freno al desempleo y la creación de un millón de puestos de trabajo y las supuestas mejoras a las pensiones, pese a que está documentado que gastó 50% del ahorro de las pensiones.
Con el lema “España en serio” y vendiendo la “estabilidad” y la “experiencia” que puede darle a los españoles la reelección de Rajoy, el PP diseñó una campaña en la que planteó la idea de que el país “se la juega”, porque si hubiera un cambio representaría “dar marcha atrás hacia las recetas fracasadas del PSOE en el pasado”. También prometió la creación de 2 millones de empleos de aquí a 2020, explicó Jorge Moragas, responsable de la campaña.
Sin embargo, la figura de Rajoy se vio vieja frente a sus opositores, sobre todo ante Iglesias y Rivera, quienes tienen una potente presencia en entrevistas y debates en auditorios y en televisión.

Alejandro Gutiérrez / Proceso