La censura franquista en los textos de Octavio Paz

Son 14 los informes sobre distintos libros de la obra del mexicano que se exhibieron en el Archivo General de la Administración (AGA), en Alcalá de Henares (España), en 2014, con motivo del centenario de su nacimiento. A partir de ellos, Jesús Cañete Ochoa, investigador de la Universidad de Alcalá y comisario de la exposición, escribió el ensayo “Octavio Paz: guerra, censura y libertad”, en el que detalla la censura que el franquismo impuso a las obras del Nobel mexicano.

28/12/2015 – MADRID.- El formulario que aplicaba la censura en los años de hierro de la dictadura de Francisco Franco nunca cambió: “¿Ataca el dogma? ¿A la moral? ¿A la Iglesia o sus ministros? ¿Al régimen y a sus instituciones? ¿A las personas que colaboran o han colaborado con el régimen? ¿Los pasajes censurables califican el contenido total de la obra?”
Éstas eran las preguntas a las que debían dar respuesta en sus informes los funcionarios de la Dirección General de Propaganda y de la Dirección General de Cultura Popular del Ministerio de Información y Turismo, quienes revisaban toda publicación que circulara en España durante la Guerra Civil y hasta 1976, un año después de la muerte del dictador.
A estos censores franquistas les distinguía su celo desmedido, que llegaba al servilismo hacia el régimen. Muchos de ellos eran religiosos o literatos frustrados cargados de prejuicios en su trabajo, como demostraron con la obra del escritor mexicano Octavio Paz.
Quien en 1990 se convertiría en Premio Nobel de Literatura era visto por el régimen como enemigo por su participación en el Segundo Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, celebrado en Valencia en 1937.
Ésta fue una iniciativa reivindicativa de los escritores españoles de corrientes antifascistas ante los militares golpistas, realizada en plena Guerra Civil.

“Versos oscuros”
Trece años después del encuentro en Valencia, en julio de 1950, la compañía Editora y Distribuidora Hispano Americana S. A. (EDHASA) solicitó al gobierno dictatorial el permiso para distribuir 200 ejemplares de “Libertad bajo palabra”, obra ya publicada en México.
Tras revisarla bajo el tamiz del formulario citado, el censor Pedro de Lorenzo escribió un informe de seis páginas en el que señaló que en la obra había “frases o expresiones obscenas, otras irreverentes”.
Un censor más, el eclesiástico Andrés de Lucas, alcanzó mayor contundencia en sus conclusiones: “Versos oscuros y estúpidos con algunas expresiones equívocas. Creo, sin embargo, que puede autorizarse por el escaso número de lectores que leerán estos engendros”.

Son 14 los informes sobre distintos libros de la obra del mexicano que se exhibieron en el Archivo General de la Administración (AGA), en Alcalá de Henares (España), en 2014, con motivo del centenario de su nacimiento. A partir de ellos, Jesús Cañete Ochoa, investigador de la Universidad de Alcalá y comisario de la exposición, escribió el ensayo “Octavio Paz: guerra, censura y libertad”, en el que detalla la censura que el franquismo impuso a las obras del Nobel mexicano.
La exposición contenía fotografías de la asistencia de Paz al Congreso de Escritores en Valencia junto a la prosista Elena Garro, el poeta Carlos Pellicer, el narrador José Mancisidor, el músico Silvestre Revueltas y el pintor José Chávez Morado.
En julio de 1951 Paz pronunció un discurso en París, en un acto celebrado con anarquistas españoles, en el que recordó la espontánea reacción del pueblo español que salió a la calle el 19 de julio de 1936 para defenderse de la sublevación militar que desató la Guerra Civil.
Este discurso fue eliminado por la censura franquista en la edición española de “Las peras del olmo” (Seix Barral, 1971).
Para la importación de 200 ejemplares de “Semillas para un himno” (1955), el censor Jesús Juan Garcés apuntó: “Poesía de un poeta americano, creacionista sin un argumento general. Después de la obra creadora el poeta hace unas traducciones de los poetas Marvell y Gerardo Nerval. Nada que objetar. Autorícese salvo superior parecer.”
Cañete señala en el ensayo en cuestión que una cosa era importar un libro de México y otro imprimirlo en España. La obra de Paz, explica, “se dio de bruces con la censura franquista”, y ello sucedió cuando Carlos Barral quiso publicar la que sería la primera antología de poesía de Paz y su primer libro impreso en España: “La centena” (Poemas: 1935-1968).
Esa obra fue objeto de dos informes. En el primero el censor recalcó que predominaba “el tema erótico, si bien sea casi siempre expuesto sin crudeza ni realismo, sino más bien en forma velada mediante una gran riqueza de metáforas y algunos (menos) símbolos de inspiración preferentemente oriental”.
Y enumeraba una serie de páginas que debían ser suprimidas por contener “expresión soez”, “especialmente irreverentes”, “tendencioso pro marxista” o “atroz”. Llama la atención que frente a este duro primer informe, el segundo, elaborado por otro censor, llegara a rectificar el previo: “Las marcadas como ‘obsceno y atroz’ en la página 98 es un hecho histórico” (sic).
Pero el costo fueron innumerables enfrentamientos, en especial con Carlos Robles Piquer, duro jefe de los censores, “al que no era fácil convencer para que atenuara las multas y las denuncias”, como demuestra que prohibiera la publicación de la novela del hispano Juan Marsé “Si te dicen que caí”, cuya primera edición había sido impresa en México en 1973.
Para conocer más del jefe de censores, la exposición rescató una carta de Cañete que escribió al narrador peruano Mario Vargas Llosa en la que justificaba su labor:
“La censura de libros puede servir, y de hecho sirve para proteger de ello (de las manifestaciones pseudoliterarias) a los auténticos escritores.”
Años después, el jefe de la censura franquista y Octavio Paz coincidieron, por un hecho fortuito, como parte del jurado que otorgó el Premio Cervantes 1982 al poeta granadino Luis Rosales. El mexicano lo integraba por haber obtenido el galardón un año antes, mientras Robles Piquer lo hacía como presidente del antiguo Instituto de Cooperación Iberoamericana.

Referencias “blasfemas”
Tras “La centena”, el franquismo puso la obra de Paz bajo estricta vigilancia. Eso llevó a la editorial Seix Barral a hacer lo indecible para evitar las trabas de la censura cuando en 1971 decidió publicar “Las peras del olmo”, según se desprende de los archivos de la AGA.
El censor fue un sacerdote dominico de apellido Vázquez, en cuyo informe señala que la obra es una “recopilación de textos críticos en cuya primera parte el autor hace un estudio de la poesía mejicana”. Sobre los autores españoles nada afines al régimen, señala: “He subrayado las páginas 170 relacionadas con Machado y la 178 con Miguel Hernández. El resto no tiene nada que objetar. Aceptado”.
En otro libro de Paz, “Los signos en rotación y otros ensayos” (Alianza Editorial), el censor encontró algunas expresiones problemáticas en el ensayo “La novia y sus solteros”, escrito a partir de una pieza de Marcel Duchamp. Todas las referencias a la Virgen (“una alegoría de la Asunción de la Virgen”, “la Virgen” o “un cuadro de la Asunción de la Virgen”) fueron tachadas.
En 1973 el Círculo de Lectores quiso publicar de nuevo esta obra, pero otro censor señaló como “constitutivas de delito” las expresiones referidas a la Virgen.
Finalmente, el libro fue autorizado pese a la oposición del censor mediante una figura denominada “silencio administrativo”: En otras ocasiones, como la solicitud para reeditar este libro, los censores cumplían su propósito a medias: al menos demoraban la publicación.
En 1971 se publicó “Traducción: literatura y literalidad” (Tusquets), cuyo primer título, “Ensayos poéticos”, no pudo sortear la censura. Este texto de Paz ya había sido publicado en México por la UNAM en la obra Puertas al campo (1966).
El informe del censor hacía una defensa a ultranza del catolicismo español, por eso no toleró que Paz calificara como “el hoy olvidado” a Felipe Neri y lo sustituyó por “San Felipe Neri”.
La otra tachadura sobre el personaje eliminó las palabras de Paz (“Aunque en su juventud fue escéptico y libertino, cultivó siempre las amistades que podrían acercarlo al poder”) y reescribió en cambio el párrafo del ensayo en los siguientes términos: “En sus mocedades fue escéptico y libertino pero la misma audacia de sus opiniones y gestos –alianza de inteligencia y desafío, ingenio y agresividad– le conquistaron amigos en un círculo brillante y cercano al poder”.
Para la publicación en 1973 de “Solo a dos voces, conversaciones entre Julián Ríos y Paz”, de la editorial Lumen, el censor no encontró problemas para la autorización y escribió en el informe que el libro no “contiene referencias políticas o ideológicas, únicamente pueden citarse algunas frases en que se critica duramente la sociedad creada en Rusia por el comunismo”.
En 1974 se publicó “Teatro de signos-Transparencias” (Fundamentos), con un informe en el que el censor se sincera:
“Que no sé de qué se trata. Todo pura forma. Como traducir a prosa una poesía de Góngora quitándole toda erudición mitológica. Mejor, sustituyéndola por los cultos eróticos de las religiones hindúes. Todo confuso, sin aludir a nada en concreto.”
En 1975, el año de la muerte de Franco, cuando la censura “daba sus últimos latigazos” –como asienta Cañete–, el objetivo de los censores fue la revista Plural, creada por Paz en 1971 a raíz del ofrecimiento del director del diario Excélsior, Julio Scherer García.
Un año después, en el llamado “Golpe a Excélsior” del gobierno de Luis Echeverría a la directiva del diario, Paz y su equipo dejarían Plural, apoyarían a Scherer, y ambos fundarían nuevas revistas, aquel Vuelta y éste Proceso.
Muerto Franco, la censura se ocupó en diciembre de 1976 del poemario “Vuelta”, que fue publicado por Seix Barral. El censor demostró sus pálidas dotes como crítico:
Siete años después de muerto Franco, la relación de España con Paz cambió radicalmente: El 23 de abril de 1982 viajó para recibir el Premio Cervantes de Literatura en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá, pueblo natal del narrador que en 2016 cumplirá 400 años de muerto.

Alejandro Gutiérrez / Proceso